Una vez superado el miedo a admitir que a uno o a una le gusta la sumisión, «cómo ser una buena sumisa o cómo ser el sumiso ideal» son las siguientes cuestiones a las que muchos kinksters que se adentran en el mundo BDSM quieren dar respuesta. Y no es sencillo.
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Si buscáis en Google “buena sumisa”, “esclavo ideal” o, simplemente, “sumisión masculina” y “sumisión femenina” encontraréis una pléyade de artículos relacionados con las normas, reglas básicas y deberes que cumplirían con el tránsito hacia la sumisión perfecta. Normalmente, los debates los promueven dominantes que describen las cualidades que, en su opinión, deben tener los sumisos. Pero también podréis encontrar muchas otras páginas en las que son las mismas personas sumisas, las que –supuestamente– hablan de su viaje al corazón de las normas de sus amos o dominatrices.
Incluso existen categorías de sumisión. Un extenso artículo en inglés define hasta nueve categorías generales de sumisión a las que añade múltiples subcategorías. Desde una persona que prueba un poco de spanking hasta otra sumisa 24/7…
¿Qué significa ser una buena sumisa o un sumiso ideal?
Las preguntas “¿Cómo ser una buena sumisa?” y “¿Cómo ser el sumiso ideal?” encierran un problema serio. Y la causa del problema no es otra que las adjetivaciones “buena” e “ideal”. Lo bueno o ideal forman parte del deseo humano y, por ende, son –más que subjetivos– conceptos completamente autoritarios. Surgen del dictado de la moral (individual) y, cuando se exhiben como conocimiento (cuando se objetivan, se hacen públicos), se convierten en estándares a seguir. Y, aún peor, se hacen equivalentes a aquellos de “una mujer de verdad” o “un hombre de verdad”.
Y la verdad es que las formas de consentimiento sexual son tan profundamente íntimas que, normalmente, son las que les definen como sumisos y sumisas. De hecho, muchos kinksters entienden su grado de sumisión como si de una orientación sexual se tratara.
A nadie se le ocurre preguntar, por ejemplo, cómo ser una buena lesbiana. Lo eres o no lo eres. Tu conducta, a veces, podrá depender de tu sexualidad, pero tu sexualidad seguirá siendo la que es, con independencia de tu comportamiento. Y, en este sentido, la sumisión es igual.
De un modo muy resumido, el rol sexual sumiso consiste en disfrutar de las instrucciones/órdenes de quien representa el papel dominante; la sumisión (sexual) es el deseo de ceder el control a la voluntad de otra persona, en un contexto sexual. ¿Por qué no evaluamos a quien tiene el control? ¿Por qué nadie se pregunta quién es un buen o un mal dominante?
El mal dominante
El mal dominante comienza por entender que la persona sumisa es pasiva y que no debe frenarle, bajo ningún concepto. Los hay que manipulan el consentimiento, aquellos límites que se marcaron en una relación o en una escena BDSM. Y por haberlos, hay incluso quienes usan el amor romántico para someter…
Quizá, las 50 sombras nos hayan mostrado qué es ser una mala sumisa… Y, sobre todo, qué es ser un mal dominante. Quizá, Christian y Ana han generado mucha confusión. Las relaciones de dominación y sumisión se basan en el respeto, e incluso adoración de la persona sumisa, que es quien cede su voluntad bajo ciertos parámetros, con el fin de potenciar la sexualidad de ambos. Así que, de entrada, cada vez que leemos de un dominante que su sumisa no entiende nada o que no es buena, es el momento en que celebramos que se haya resistido a un abuso de poder, a una extralimitación en la confianza.
No existen las buenas sumisas ni los sumisos ideales, pero sí que existen los malos dominantes.
Si queréis disfrutar verdaderas relaciones de dominación y sumisión os invitamos a leer los relatos eróticos de Mimmi Kass, cuyos enlaces podéis encontrar más abajo.
Historias de sumisión y dominación by Mimmi Kass:
- Una historia bondage (I): las consecuencias – Relatos eróticos
- Una historia bondage (II): el castigo – Relatos eróticos
- Una historia bondage (III): la venganza – Relatos eróticos
- Una historia bondage (IV): tablas – Relatos eróticos
- El imperio de los sentidos: mirar y no tocar – Relatos eróticos
- El imperio de los sentidos (II): oler sonidos, escuchar aromas – Relatos eróticos
- El imperio de los sentidos (III): acariciar sabores, degustar sonidos – Relatos eróticos
- El ocaso del imperio de los sentidos: dominación sensual – Relato erótico