BDSM

Las relaciones BDSM (y las parejas 24/7 –contadas por una dominatrix)

Si piensas que una pareja que practica BDSM es aquella que se está fustigando 24 horas al día, 7 días a la semana, vas muy desencaminad@.

Esto es un juego que también tiene unos espacios y unos tiempos pactados. Digamos que si el sexo es el acto físico del amor, el BDSM es su parte psicológica. No se puede ir dando cachetes a diestro y siniestro, ni atar a nadie sin que previamente se haya cultivado confianza y acordado el cuándo y el dónde. Cualesquiera bondage, disciplina, dominación, sumisión, sadismo y masoquismo, o todos juntos, pueden ser la expresión de una mente perturbada o pueden ser las palabras que describan los juegos de alcoba que hemos acordado con reglas, límites y palabras clave, para disfrutar de la vida íntima sin tener que coartar nuestros más atávicos deseos. Y es que solo es posible construir una relación sexual BDSM a partir de una mente sana. ¿Te parece contradictorio?

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BDSM

Efectivamente, es algo contradictorio porque la relación entre sexo y BDSM es compleja, especialmente si eres principiante. Pero hay un concepto sobre el que gira la posibilidad de establecer un tipo de relación sexual sana, uniendo uno, o cada uno de estos términos, a los juegos sexuales de pareja: confianza.

¿Por qué es importante la confianza?

Vaya por delante que la confianza no puede ser implícita; se tiene que hablar y comunicar cuál es el rol que cada uno o una quiere representar y, sobre todo, hasta dónde se quiere jugar. Solo cuando se han discutido estos límites y establecido las palabras clave, es cuando la lengua podrá acariciar el cuerpo de la pareja, atada y vendada; cuando la práctica del spanking con la mano, fusta o látigo, será tan placentera como excitante; o, cuando iniciarse en el bondage, cobrará sentido.

Ofrecer tu sumisión a alguien requiere una extraordinaria cantidad de convicción, sin mencionar la valentía y la seguridad en tu pareja y en ti mism@. Así que, recopilemos: lo primero es el deseo de actuar como sumiso o sumisa; después, no tener ningún resquicio de duda en querer llevar a cabo este rol; y, finalmente, saber con total seguridad que tu pareja va a respetar los límites que has establecido.

Cuando una persona ofrece cualesquiera límites de su sumisión a otra, está poniendo una cantidad inconmensurable de fe en su amante. Tanta, que si se vulnera, será imposible recuperarla. Por ello, la verdadera meta del o la dominante será ganarse la confianza de su sumis@.

Las relaciones sexuales BDSM

Por mi parte, no puedo entender una relación BDSM que no sea sexual, aunque haberlas, haylas. Porque todo lo que tenga que ver con la dominación y sumisión solo debe ser un juego con el que pasar un buen rato, muy buenos momentos, o incluso, fundamentar una relación de pareja. ¿Como la de Christian Grey y Ana Steele? No. En realidad, los conocedores y conocedoras del BDSM saben de sobra que para mantener y disfrutar de un idilio bondage, debe prevalecer el respeto. Precisamente porque dominante y dominad@ son caras de la misma moneda: la representación de los deseos sexuales.

Parejas 24/7 (por una dominatrix)

Existen tantas formas de explicar el BDSM 24/7 (horas al día; días a la semana), como parejas que lo practican. Así que, he preguntado qué es esto de mantener una relación de dominación a tiempo completo, a una amiga que ejerce como dominatrix 24/7. Beatrix (llamémosla así) lo describe de la siguiente forma:

Después de 50 sombras la gente quiere probar, y eso está bien. Pero el problema viene cuando se creen que están preparados (o preparadas) para todo. Esto es un proceso en el que no hay que tener prisas, pero tampoco pausas. Como dominatriz, tengo que saber qué es lo que desean de verdad. Y, por regla general, eso no es lo que te cuentan en la primera sesión. Y esto sucede porque la gente no se conoce suficientemente bien.

Por eso, muchas veces los mando de vuelta con sus parejas y les digo que practiquen un poquito. Que se suelten. Que se pongan unas esposas y den unas nalgadas, porque el spanking y la restricción de movimientos son las primeras fronteras del deseo sumiso. Si, después de entenderlas, quieren experimentar la dominación por una profesional, entonces les abro las puertas.

Yo tengo mi pareja 24/7. Mi esclavo es una persona sana: trabaja como arquitecto, practica deportes y le encanta el sexo… siempre desde una posición sumisa. ¿Significa esto que él tiene que cocinar y comer mis sobras en el suelo? No (si no es parte de un juego sexual… Y ¡siempre que el suelo esté limpio!). La «esclavitud» se tiene que pactar y entrenar, y todo tiene que nacer de la voluntad del individuo. Por ejemplo, cuando salimos de cena con amigos y amigas, nos comportamos como una pareja tradicional; si vamos al cine, compartimos palomitas; y, en vacaciones, nos reunimos con las respectivas familias. Cosa distinta es cuando regresamos a casa; nuestros regalos de Navidad son algo distintos y los besos se sustituyen por cachetes, mordazas y otras perversiones más hardcore.

En el día a día, tenemos frases clave para saber cuándo se puede jugar. Por ejemplo, si él me dice «Tengo fe en mi ama», sé que puedo iniciar una sesión sin límites… Sin restricciones, salvo que él diga «amarillo» (significa que debo aflojar) o «rojo» (o, en caso de que tenga una mordaza, cuando  apriete mis dedos o dé dos golpecitos en la cama, la mesa o la superficie donde se encuentre), entonces, debo parar.  

Todo lo que hacemos, lo hemos venido hablando durante años. Personalmente, no creo en los contratos de sumisión porque pienso que el deseo es volátil y elástico: tan pronto desaparece como reaparece; o, de repente, se quiere recibir más caña que nunca antes. Por eso la comunicación constante es fundamental. Además, si el BDSM es lo que te gusta realmente, no necesitas que un papel te recuerde lo que tu pareja quiere que le hagas.

¿Cómo se mantiene una relación (de sumisión)?

Después de entrevistar a Beatrix, me siento a escribir este artículo y pienso en la inmensa contradicción que subyace en la simple frase «relación de pareja BDSM». Pero, al tiempo, caigo en la cuenta de que no he oído tantas veces las palabras «respeto», «confianza», «límites» y «comunicación con tu amante» como cuando hablo con personas que practican BDSM. Y, además, parecen tener una vida sexual de lo más apasionada y duradera… Quizá, el truco resida en contar los deseos sexuales más profundos a las personas que más queremos. ¿Somos tan valientes?

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