Sexo oral

¿Eres «guarra» porque te gusta hacer sexo oral?

Si alguna vez te han llamado (¡o te has sentido!) «guarra» porque te gusta proveer sexo oral o por la forma en la que lo haces, por ejemplo, que te excite sentir la eyaculación sobre tu cara o labios, entonces, deberías leer este artículo.

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Sexo oral

¿Soy guarra porque me gusta el sexo oral?

Hay una escena en la película Una terapia peligrosa (EEUU, 1999), en la que Paul Vitti (interpretado por Robert de Niro) habla con Ben Sobel, su terapeuta (interpretado por Billy Cristal). El diálogo dice más o menos así:

Ben Sobel (BS): Bien, ¿qué pasó con su mujer anoche?
Paul Vitti (PV): No estaba con mi mujer. Estaba con una amiga.
BS: ¿Tiene problemas matrimoniales?
PV: No.
BS: Entonces, ¿por qué tiene una amiga?
PV: ¿Vas a darme lecciones de moral?
BS: No, no, no, no. Solo es por curiosidad. ¿Por qué tiene una amiga?
PV: Porque ella me hace cosas que no puede hacerme mi mujer.
BS: ¿Por qué no puede hacerlas su mujer?
BS: Oye. Su boca es la que da el beso de buenas noches a mis hijos. ¿Estás loco?

Esta conversación, aparentemente frívola, simpática –la película es una comedia–, da información sobre una determinada visión de la mujer y de su vivencia del sexo: si haces sexo oral eres una guarra porque las mujeres «decentes» no hacen eso. Posiblemente habrá quien piense que exagero, que eso era antes y que ya está superado. Es cierto que en algunos sectores –por suerte– hemos avanzado, pero, en otros, esa idea sigue ahí y es la que hace que en determinadas ocasiones haya cierto temor a decir que te gusta hacer una felación.

Y no solo eso. ¿Qué me decís de hacer sexo oral en una primera cita? ¿Y si eyaculan en tu boca? Ya remataríamos el asunto de la «indecencia» si te da por hacer beso negro… Yo creo que todas estas prácticas merecen un calificativo más agradable que el que las asocia con «guarrerías». Además, no determinan la decencia de nadie. Así que juzgarnos de «guarras» dice más del que emite veredicto que de nosotras.

Felación y cunnilingus

No se valora igual el sexo oral si es hacia un hombre que a una mujer. En este último caso sigue habiendo más prejuicios. Y no solo por parte de ellos, también por parte de ellas. Nos han inculcado algunas falsas ideas como que nuestra vulva es fea o que huele mal. ¡Tonterías! Pero tonterías que a algunas les afectan y con las que acaban cohibidas. En algunos casos es una cuestión cultural. Hace poco leí una noticia de un rapero jamaicano que se le ocurrió decir que le gustaba el cunnilingus. Pues bien, le criticaron bastante porque en el país de Bob Marley, como en algunos otros, esta práctica no está bien vista.

La visión patriarcal del mundo se ha esforzado durante siglos en reprimir el goce sexual femenino. Históricamente, la mujer se ha visto relegada a un papel secundario en el sexo, asociado a la reproducción, en el que el placer ni siquiera era considerado.

El sexo oral es una práctica totalmente vinculada al placer, así que, bajo esa visión, resulta hasta comprensible que se haya estigmatizado y, aún más, en el caso del cunnilingus. Por cierto, para añadir más leña al fuego de los prejuicios, hasta mitad del siglo XX, el sexo oral estaba considerado una parafilia, es decir, una práctica erótica fuera de lo normativo, con todo lo que ello implica.

Beso negro

Si introducimos el factor ano, la combinación con el sexo oral ya resulta explosiva. No me refiero solo en cuanto al placer –que también– sino en los tabúes relativos al binomio boca-culo. Decir que te gusta practicar el beso negro puede significar una cara de asco automática y, no lo dudes, el calificativo de guarra o guarro. Aquí, al menos, igualamos la percepción mujer-hombre (escaso consuelo, lo sé).

Por supuesto cada uno tiene sus gustos y no pretendo convencer a nadie de que una práctica sea mejor que otra, pero volvemos a lo de antes, nadie es más o menos decente por hacer unas cosas u otras en la cama. En todo caso, será más o menos libre. Y no insinúo que realizar un beso negro, siguiendo con el ejemplo, sea liberador sino que será libre quién haga lo que le apetece (siempre con el consenso como compañero inseparable), sin estar condicionado por prejuicios u opiniones externas.

Dar y recibir

No es lo mismo dar que recibir. Pero con esto no quiero decir que una cosa sea mejor que la otra. En el sexo oral existe la idea de que solo disfruta quién recibe, cosa que es falsa. Hacer una felación o un cunnilingus es muy placentero y, es más, las mejores comidas son aquellas en las que quién las hace las disfruta porque eso se transmite y alimenta a quien las recibe. Para disfrutar hay una cosa básica: quitarnos prejuicios, comeduras de cabeza y tabúes de encima. Además, se vive mucho mejor haciendo lo que a uno le gusta. Y si alguien te llama guarra o guarro por eso, de verdad, ese alguien no vale la pena.

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