Cuando hablamos de las zonas erógenas de los hombres, una en particular es la que sobresale –literalmente– de entre todas las demás. Escritor y archivero de nuestras experiencias íntimas, sueños y deseos, el cerebro es sin lugar a dudas el órgano más sexual de todos. También es donde se nos aparecen todo tipo de fantasías, con registros que van desde lo prohibido hasta lo improbable; desde los cálculos más precisos o las melodías jamás oídas, hasta el sexo más extravagante.
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Las fantasías otorgan licencia para traspasar barreras sexuales y explorar las posibilidades del placer, sin soportar las frecuentes y pesadas repercusiones de lo real. Son una salida creativa e íntima a la rutina del día a día. Y es que fantasear con el sexo no es sólo normal, es universal.
Los hombres son de Marte…
Como todos sabemos, los hombres y las mujeres fantasean de forma distinta. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Ohio desmontaron uno de los clichés más universales sobre los hombres: ¡resulta que los tíos no piensan en sexo todo el rato! En 2011, estos científicos anunciaron a bombo y platillo que los pensamientos sexuales de los hombres se limitaban a una media de 19 veces al día, en contraste con las 10 veces de promedio que otorgaron a las mujeres. Otra diferencia clave radicaba en la naturaleza de esas fantasías. Sin embargo, un estudio de la Universidad de Granada de Nieves Moyano Muñoz en 2012, desveló que los temas de las fantasías femeninas pueden ser tan románticos, como promiscuos, desmontando el mito de que las ensoñaciones masculinas tendían a ser más exploratorias.
Está claro que no necesitamos que un científico nos diga que, en lo que respecta a las fantasías sexuales, todo vale. De hecho, la única manera en la que podemos averiguar qué escenas se representan en la mente de nuestra pareja es preguntándole. Pero, aunque todas las ensoñaciones son –por definición– individuales, la experiencia también nos dice que los chicos tienen más que unos pocos fetiches en común… Se abre el telón.
Las cosas buenas vienen de tres en tres
Un clásico…
Pareciera que los tríos son el núcleo de las fantasías de muchos machos de sangre caliente. Para la mayoría, este escenario fantástico no ve a una, sino a dos mujeres bonitas adulando a un tipo que ya se sabe con suerte. En tanto a lo sensual, su atractivo se explica por sí mismo: el trío no sólo implica virilidad y potencia, también se concentra en el imaginario masculino colectivo (incluso como un tema de debate estándar).
… para compartir
Aunque el objeto sea el mismo, nunca hay dos fantasías exactamente iguales. Además, encontramos que algunos hombres se pondrían furiosos con tan sólo mentar la idea de compartir su pareja con otro hombre. Lo cual no quita que otros tantos serían hasta capaces de pagar por ver a su chica bajo las órdenes de dos caballeros desconocidos.
Cualesquiera que sean las razones que hay detrás de la fantasía del trío, es importante recalcar que sus fuentes no son ni la envidia, ni la homosexualidad reprimida o un deseo de ser infiel. Además, se ha de recordar que la finalidad de llevar a cabo los sueños es el placer de todos los que están involucrados. Por ello, para evitar frustraciones y/o situaciones violentas en un primer contacto con el arte del ménage à trois, o en la realización de cualquier otra fantasía, es recomendable hablar y, sobre todo, escuchar a una pareja con experiencias previas.
Dueño y Señor
De la erótica del Poder…
¡Próximamente, en sus pantallas: la dominación! La mayor parte de nosotros se deleita con la oportunidad de renunciar alguna vez al peso de la responsabilidad, y en algún momento esa misma rendición también se aplica al sexo. Al contrario de la creencia popular, esta fantasía no siempre requiere el protagonismo de una dominatrix enfundada en cuero, látigo en mano; y bien pudiera estar vinculado a la iniciativa, la dirección o la asertividad de una pareja. En cualquier caso, podríamos decir que ambos escenarios son bastante excitantes. ¿No?
… a su representación
La imaginación es algo extraordinario, y nunca lo es más que cuando conduce a fantasías que comprenden la dominación y la sumisión. Las representaciones más recurrentes incluyen una mujer policía vociferando órdenes a su detenido; una profesora muy mala asignando tareas a un estudiante incluso más travieso; o la doncella que tiene que sacar brillo allá donde el señor le mande.
Con su potencial para el juego sexual, vestirse para la ocasión puede dotar a las escenas de un gran realismo para disparar aún más el efecto de las propias fantasías. Además, cabe la posibilidad de que la puesta en escena libere inhibiciones y se puedan descubrir más cosas sobre la pareja. Y es que ponerse un disfraz sexi hará que se sueñe despierto. Después de todo, los hombres son animales visuales…
El dispositivo de control (sobre la Performance y el Panóptico)
Para ser visto…
Afrontémoslo. Para la mayoría de nosotros, la escena del ejercicio amatorio está generalmente representada en el dormitorio, y normalmente tras una puerta cerrada. Sin embargo, los tabúes son constantemente desafiados por las fantasías, y una de las más recurrentes es la de verse haciendo el amor en público.
Desde una playa tropical o el aparcamiento del supermercado, hasta las zonas oscuras de un cine. Cualquiera contiene intrínsecamente el suspense de ser un sitio ilícito. Y, además, está la posibilidad de ser pillado durante el acto, acelerando exponencialmente el pulso de los actores.
… y, para ver (¿sin ser visto?)
Por supuesto, el mismo peligro de ser observado funciona en ambas direcciones. El voyeurismo es otra fantasía popular de lo más masculina, por aquello de lo visual. Todos sabemos que esto es sexi pero, ¿qué preferimos?; ¿ver sin ser vistos o que los observados sepan que estamos mirando?
Uno entre un millón
Esto es tan sólo un resumen de algunas de las fantasías más extendidas. Como ya hemos dicho, la lista de deseos masculinos es tan placenteramente única, como los hombres que las disfrutan.
Para muchos, las fantasías permanecen como la articulación de un deseo profundamente íntimo, con una ensoñación electrizante que se repiten día tras día. Aunque, para otros, compartir fantasías sexuales no sólo desbloquea posibilidades para satisfacernos sexualmente, sino que también puede ser una expresión de intimidad y confianza. De cualquier modo, ¡es puramente picante!
En resumen, mientras algunas fantasías son las más insatisfechas, otras tantas pueden traer un montón de pasión –además de toneladas de diversión– al acto sexual. ¿Nuestro consejo? ¡Atrevámonos a compartir y convirtamos esas fantasías sexuales en una realidad!