Juguetes eróticos
De izq. a dcha.: Lis Hernández, Valérie Tasso, María Esclapez y Cristina Callao. 4 sexólogas para un juguete erótico o el porqué del segundo vibrador.

4 sexólogas para un juguete erótico o el porqué del segundo vibrador

¿Estáis buscando vuestro segundo vibrador, pero no lo tenéis claro? Siempre han existido dos formas inmediatas de aprender: preguntar a los conocedores en la materia y leer los escritos de mayor prestigio. Pues bien, en este artículo encontraréis las sabias opiniones de cuatro expertas en torno al uso de juguetes eróticos, toda una guía para entender la forma en la que adquirimos objetos de placer. ¿Os habéis preguntado por qué os atraen los vibradores?

Valérie Tasso, sexóloga, especialista en terapia sexual y de pareja y experta en disfunciones sexuales comunes; Lis Hernández, educadora y asesora sexual, especialista en crecimiento erótico y vida en pareja; María Esclapez, sexóloga, psicóloga y terapeuta de parejas; y, Cristina Callao, psicóloga con especialidad en sexología clínica y salud sexual, asesora y orientadora, nos explican el cómo y el porqué de comprar un segundo vibrador. Y, aún más, confiesan cuál sería su elección. Sigue leyendo…

Juguetes eróticos
De izq. a dcha.: Lis Hernández, Valérie Tasso, María Esclapez y Cristina Callao. 4 sexólogas para un juguete erótico o el porqué del segundo vibrador.

Tanto en España como en todo el mundo latino, cada vez es más frecuente encontrar a personas y parejas que han usado, al menos, un juguete erótico. De hecho, cada día se ven a más abrir las puertas de las boutiques y tiendas eróticas con la firme intención de comprar un vibrador, bolas chinas o cualquier otro artículo para usarlo en la alcoba o allá donde les apetezca.

Lejos quedan los tiempos en que los carteles de «venta de artículos para adultos», que exhibían esas lúgubres vidrieras, provocaban las risitas en los viandantes. Ahora, hemos superado la ansiedad románica, abriendo paso a la gótica luz que ilumina el principio de una sexualidad sin prejuicios. Ahora, muchos de esos elegantes escaparates hacen que las mandíbulas caigan de sorpresa, ante los flamantes diseños que muestran. En resumen, el asombro y el gusto por el erotismo han sustituido a los tabúes en este aspecto. Pero ¿qué es lo que lleva a la gente a hacer acopio de vibradores? ¿Por qué después de probar el primero queremos más?

Comencemos por el principio. Empecemos por saber en qué piensa una persona cuando decide comprar el primer vibrador.

El primer juguete erótico

¿Cuál es la idea que pasa por la cabeza cuando se piensa en comprar el primer vibrador?

Las sexólogas francesa y venezolana, o lo que es lo mismo, Valérie Tasso y Lis Hernández hacen hincapié en la curiosidad, como el detonante para dar ese primer paso.

«Un primer vibrador suele venir asociado, no importa a qué edad se adquiera, con la voluntad de incrementar los niveles de experimentación que realizamos sobre la propia respuesta sexual. Hay, a la hora de adquirir un primer vibrador, una intención de perseverar en el  descubrimiento del goce propio, de probar el propio cuerpo, sus sensaciones, y de intensificar las primeras reacciones sexuales que se han obtenido por otros medios», explica Tasso.

Y Lis Hernández especifica: «es casi un hecho que la idea de comprar un vibrador nace de la curiosidad: se quiere descubrir e indagar en el placer que realmente da ese objeto. Deseamos saber cómo se siente eso de las vibraciones en la vagina porque los penes no vibran. Se trata de conocer qué puede hacer esa maravilla en el cuerpo».

Las españolas, Cristina Callao y María Esclapez, remarcan que la mente se dirige más hacia el hecho de cumplir una expectativa sexual.

«Las primeras ideas que se nos pasan por la cabeza a la hora de adquirir nuestro primer vibrador suelen ser de diferente índole y en cada persona y/o pareja pueden variar, pero hay un claro denominador común, que es que el vibrador que adquiramos cumpla con la expectativa de proporción del placer esperado», afirma Cristina.

En un tono más personal, pero sobre la misma idea, incide María: «cuando compré mi primer vibrador era muy joven, pero recuerdo que lo primero que pensé fue en comprar uno que me estimulara el clítoris sobre todas las cosas, y que no tuviera la apariencia de un pene real».

¿Qué tipo de vibrador es el primero?

«El primer vibrador es –coincide Valérie–, un complemento de las fases iniciales de experimentación (aunque no de la primera). Ello implica que los niveles de conocimiento que la mujer tiene sobre su propia maquinaria de goce son, en algunos casos, confusos, con lo que el tipo de artículo que se adquiere por primera vez suele estar en función de lo que la mujer espera que vaya a satisfacerla más, aunque –subraya–  no necesariamente vaya a conseguirlo».

«Normalmente –generaliza Cristina–, el primer vibrador suele ser algo discreto pero efectivo, es decir, ya sea por reticencia, desconocimiento o curiosidad, buscamos algo que sea de aspecto sutil, pero que a su vez, sea lo suficientemente potente como para llevarnos al éxtasis en pocos minutos».

«Inicialmente, casi todas pensamos que preferimos aquellos de forma fálica, que podamos introducirlos, asociándolos a la expectativa de que tendremos  los mejores orgasmos de nuestra vida. Sin embargo, esta creencia muchas veces reside en el desconocimiento de que el placer es –normalmente– más fácil alcanzarlo con el clítoris y, de forma general, con la estimulación externa», asegura Lis.

Sin embargo, María Esclapez lo tenía claro desde el primer momento: «odiaba y sigo odiando que los vibradores o dildos tengan detalles tan realistas. No es necesario esa característica para darme placer y, además, esa estética concreta no me hace sentir cómoda. Tenía claro que lo quería de algún color elegante y, quizás, algún adorno. Así que mi objetivo era conseguir algo que me permitiera alcanzar orgasmos en mis momentos más íntimos».

El segundo vibrador

¿Qué sensaciones se suelen buscar con un segundo objeto?

Valérie apunta en dos direcciones: intensificar las sensaciones conocidas o descubrir nuevos placeres. «Un segundo vibrador ya suele ser algo buscado con un mayor nivel de especificidad y tendente a incrementar sus sensaciones placenteras. La mujer ya suele conocer su cuerpo y sabe lo que quiere y qué se lo puede proporcionar. Ello suele derivar en que la búsqueda se centra en incrementar las sensaciones de gozo, en las zonas donde ella ya lo ha experimentado con frecuencia o que se busque esta experiencia de placer a través de otras áreas menos habituales o exploradas, y que se centre en ellas para revertirlas o descubrirlas como áreas de placer».

Y Cristina incide más en el factor de la exploración: «en la compra de un segundo objeto, la mente está más abierta y dispuesta a descubrir nuevas fuentes de placer, a probar diferentes texturas, tamaños, grosores y rotaciones, así como a experimentar la estimulación de otras áreas y zonas corporales, tanto internas como externas».

Con una graciosa analogía, Lis lo explica con mucha claridad: «personalmente, pienso que cuando se busca un segundo juguete es como salir a reemplazar un móvil. Ya sabes que te dan placer, pero ¿qué más te pueden ofrecer? Cuando se trata de móviles, sabemos que con cualquier modelo nos podemos comunicar, pero realmente queremos el mejor y aquel que nos haga sentir especial. Con los juguetes ocurre lo mismo: al buscar un segundo vibrador  se busca mayor tecnología (algún mando a distancia, reconocimiento de voz…); un diseño diferente y más especifico (como un vibrador que estimule el Punto G); una suave  textura, esencia o una mayor intensidad o potencia en sus vibraciones, así como intervalos de sus ritmos».

Y María coincide al 100%: «la segunda vez que adquirí un vibrador ya buscaba otras características. Me hice más exquisita respecto a las modalidades de vibración y la intensidad de cada una de ellas. Quería poder elegir formas de darme placer a través del clítoris y también de la vagina. Pero, no necesariamente a la vez, así que también me fijaba en el diseño. Resumiendo, podría decir que quería más de todo.

Supongo que estas exigencias se debían a que conocía mejor mi cuerpo, gracias al uso del primer vibrador y sabía de qué manera podía complacerme mejor. Además conocía más el mercado y tenía algo más de experiencia en el sector, por lo que también busqué productos de buenos materiales y sobre todo buenas marcas que me ayudaran a cuidar mi salud sexual.

Mi experiencia con los vibradores podría asemejarse a la que puede tener cualquier persona con la comida. Un día estás harta de comer pechuga de pollo y decides cambiar el menú por algún plato más suculento, por ejemplo un buen bistec que sacie todos los sentidos».

De nuestra Encuesta global sobre sexo se extrae que las parejas hacen más acopio de juguetes eróticos que las personas solteras. ¿A qué crees que se debe? ¿Qué ves de positivo para la salud sexual?

Tasso lo explica con excelencia: «yo creo que se debe a que son complementos perfectos que sirven de vínculo erótico entre los amantes. El hecho sexual humano, en lo que al placer se refiere, sigue estando lleno de neblinas, tópicos y confusiones y uno de ellos es, por ejemplo, creer que la masturbación es un acto solitario y que además es sustitutiva de la interacción sexual compartida. Todavía hay personas que creen que se utiliza un vibrador como sustituto de algo que falta y no como algo que complementa y amplía lo que ya tenemos.

La función de los juguetes sexuales en cuanto a la normalización erótica (y en cuanto tal, a la salud sexual de cada uno de los miembros y de la propia pareja) estriba en que el juguete sirve, en muchas ocasiones, como activador del deseo (cumple ciertas funciones gratificantes y satisfactorias del «fetiche») y, además, encarna el vínculo erótico que se establece entre los amantes».

Callao y Hernández lo explican por la necesidad de comunicar los deseos en pareja. «Los momentos íntimos con nuestra pareja son necesarios para conocer aquellas zonas y maneras de llegar al máximo placer. Obviamente, para ello es necesaria una comunicación efectiva y de calidad; expresar sin pudor y sin tapujos lo que realmente nos satisface en un nivel sexual. Propiciar este tipo de comunicación es vital para la evolución de la relación y de nosotros mismos como individuos. Por eso, el compartir con alguien tan importante tus necesidades y gustos en la alcoba propicia que, cada vez más, nos animemos a comprar juguetería erótica con nuestras parejas. A esto hay que añadir que los gustos pueden cambiar, no son estáticos y, por tanto, los juguetes también aportan aliciente a nuestra interacción sexual. Y eso solo puede tener un efecto positivo para el bienestar de la pareja», asegura Cristina. Lis desarrolla la idea: «Las parejas con una buena comunicación y complicidad buscan siempre reinventar su vida sexual porque, en ocasiones, esta se estanca a lo largo de las distintas etapas que vive su relación. Esto, los lleva a evolucionar en su crecimiento erótico y buscar aliados que ayuden a maximizar el placer en sus encuentros; y  los juguetes sexuales son, por supuesto, la primera opción que tienen para ampliar y explorar ese mundo erótico desconocido. Y esto es positivo para la salud sexual de los miembros de la pareja porque los lleva tener una conexión que abarca más allá del sexo, logrando una compenetración sentimental y una relación sexual armoniosa, de bienestar, de descubrimiento sin miedo al placer, de forma atrevida aprendiendo con ellos cómo funciona su cuerpo  y recompensándolos con una vida emocional y sexualmente feliz».

Y, María, sin ningún miedo al placer, asegura que «un buen juguete, utilizado de la forma adecuada, puede proporcionar a ambos miembros de la pareja un placer increíble. Y hablo por experiencia propia. Utilizar un juguete en solitario está muy bien, ayuda a conocerte sexualmente, pero utilizarlo en pareja puede ser aún mejor. Refuerza la comunicación y aumenta la satisfacción sexual y la confianza; pero es que, además, une porque es una actividad positiva compartida y crea una conexión sensual muy especial».

Si tuvieras que comprar ahora tu segundo vibrador, ¿qué LELO escogerías?

María se queda con «LILY 2, sin lugar a dudas. Es perfecto para utilizarlo tanto sola como con mi pareja. Se acopla perfectamente al monte de Venus y puedo utilizarlo durante el coito o en cualquier otra práctica sexual que me apetezca. Además, por una parte, su forma me encanta, es muy elegante y discreta; y por otra, ayuda a proporcionarme unos orgasmos de escándalo».

Valérie también escogería un vibrador de clítoris como segundo objeto de placer: «me decantaría por ORA 2… una lengua insuperable… Vamos que ¡solo le falta hablar! Y te ampliaré un poco más la respuesta; como tercero, escogería INA Wave: un prodigio tecnológico que hasta sobrecoge por la plasticidad de su movimiento (no lo elegiría como primer o segundo vibrador, simplemente por el hecho de estar más enfocado a una usuaria –digamos– de nivel alto en el manejo de su sexualidad)».

Lis y Cristina vuelven a coincidir, alabando las bondades tecnológicas del mismo revolucionario conejito rampante.

«Escogería INA Wave porque su movimiento puede estimular el Punto G y otras áreas cercanas como la glándulas de Skene, y con su balanceo puede lograr que tengas orgasmos húmedos muy intensos. Sin duda seria mi segunda compra ideal», reconoce la sexóloga venezolana.  Y Cristina añade: «además, su forma ergonómica facilita su uso, garantizando la comodidad, aparte de ser un juguete completamente versátil para utilizar en solitario o en compañía de nuestra pareja sexual».

¿De qué hay más en la segunda compra: una frustración sexual o un reconocimiento de que los vibradores alegran la vida? ¿Por qué?

De distintos modos y ejemplos, todas coinciden en que la segunda compra se da porque hay un mejor entendimiento de la sexualidad, y un mayor deseo de exploración. Pero no os perdáis sus respuestas…

«En ningún caso creo que la segunda compra venga precedida de una frustración sexual. Sé, por experiencia terapéutica, que quien tiene dificultades con su sexualidad (por ejemplo, un Trastorno del Deseo Sexual Hipoactivo –TDSH–), no está para experimentar con juguetes eróticos… Es más, cuando como terapeutas conseguimos que experimenten con ellos, es porque ya han avanzado en su proceso de recuperación», asegura la versada terapeuta francesa. «Tampoco un desengaño erótico con, por ejemplo, uno o dos malos amantes, nos lleva a sustituirlos por un vibrador; en tales casos, buscamos a un tercer o cuarto amante». Y Valérie finaliza: «yo creo que lo que nos lleva a perseverar en el uso y variedad de vibradores con una segunda compra es la satisfacción que con ellos, y por sí mismos, experimentamos».

«No creo que se trate de frustración sexual», dice Lis. «Más bien es un reconocimiento de que realmente alegran la vida… ¡y el cuerpo también! (eso es muy evidente). Alcanzar orgasmos muy intensos con un vibrador es algo sencillo, y los orgasmos nos llevan a liberar endorfinas y oxitocina,  que nos conduce a estadios de felicidad. Con vibradores, se puede andar por la vida siendo multiorgásmicamente feliz».

Cristina Callao también tiene claro que «en la segunda compra hay un crecimiento erótico en el individuo y/o en la relación, ya que el hecho de adquirir más juguetes eróticos, supone un avance en el entendimiento de la importancia del propio placer, y el de de nuestra pareja. Porque tener la iniciativa de adquirir complementos eróticos, para nuestra interacción sexual, fortalecerá nuestro vínculo íntimo y aumentará nuestra satisfacción».

María nos asegura que la segunda inversión es «un reconocimiento de que los vibradores alegran la vida». Y nos confiesa con total honestidad: «Solo diré una cosa, cuando compré mi segundo vibrador, me fui directa a casa a probarlo más contenta que unas pascuas, con la idea de pasarme toda la tarde en la habitación masturbándome con mi nuevo juguete erótico. ¡Fue una auténtica maravilla! Antes de probarlo, hasta estaba nerviosa por ver cómo sería y cuánto placer era capaz de proporcionarme».

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