«[El machismo] es uno de los temas más importantes para mí, los valores patriarcales, lo fálico en la cultura, el dominio de los hombres. En la casa, el dominio de la mujer puede también ser opresor. Pero los códigos de valores están hechos por hombres.»
Elfriede Jelinek
La primera vez que me acerqué a la obra literaria de esta mujer increíble, fue después de ver, en 2001, La Pianista de Michael Haneke, la famosa adaptación cinematográfica de la novela de Jelinek del mismo título. Luego, en 2004, Jelinek ganaría el Premio Nobel de Literatura por las siguientes razones: «(merecedora del galardón por) el flujo musical de voces y contravoces en sus novelas y obras de teatro».
Con este premio, se convertiría en la décima mujer en ganar el prestigio galardón.
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Elfriede Jelinek, la pornógrafa roja
Biografía
Elfriede Jelinek es una novelista, poeta, dramaturga, ensayista, guionista, traductora y activista feminista austriaca.
Como se puede consultar en su página de Wikipedia, Elfriede nació en 1946 en Mürzzuschlag, una ciudad de Estiria, en Austria, pero se educó en Viena. Su padre era un judío de ascendencia checa (el apellido Jelinek significa «cervatillo» en checo) y su madre pertenecía a la clase burguesa vienesa. Su abuelo Emil Jelinek, un diplomático y empresario, ideó la marca de automóviles Mercedes.
De 1974 a 1991, Jelinek perteneció al Partido Comunista Austriaco, y gran parte de su trabajo se puede inscribir en la sofisticada tradición lingüista de la crítica social. Desde muy joven, aprendió música y estudió composición en el Conservatorio de Música de Viena. Cuando se diplomó en 1964, realizó cursos de teatro e historia del arte, mientras continuaba con sus estudios musicales.
Es una de las autoras contemporáneas de habla alemán más importante de su tiempo, y sus novelas giran en torno a la imposibilidad de las mujeres de lograr una vida completa, en un mundo donde son retratadas sobre la base de estereotipos y clichés baratos.
La persecución de Jelinek
Feminista y defensora de las ideas de la izquierda, sufrió el ataque feroz de los partidos de derecha de su país y, tras la llegada al gobierno del primer ministro ultraderechista Jörg Haider, sus obras fueron prohibidas en los teatros públicos austríacos. Sus novelas y obras teatrales, consideradas una auténtica provocación por la derecha de su país, siempre han sido calificadas como anti-arte o pornografía roja.
Fue tal el linchamiento al que fue sometida Jelinek que, durante la campaña electoral de 1995, Jörg Haider hacía a su posible electorado la siguiente pregunta: «¿A usted le gusta Jelinek o el arte y la cultura?». Incluso se llegaron a pegar en las paredes de la ciudad de Viena, cerca de los teatros, unos carteles con esta misma pregunta. Tal cual. Porque Jelinek, como su compatriota Thomas Bernhard, siempre han repudiado a su país, al que le reprochan seguir anclado en su pasado nazi. De hecho, ahora vive la mayoría de su tiempo en Múnich, Alemania.
La polémica alrededor de su obra
Siempre ha sido muy aclamada y controvertida por partes iguales. Cuenta con más de diez premios literarios y el Premio Nobel no estuvo exento de polémica. Unos días antes de otorgárselo, la Academia se vio envuelta en una polémica debido a la dimisión de uno de sus miembros, un reconocido literato sueco, por estar en total desacuerdo con darle el galardón a la autora austriaca. Sus palabras hacia la obra de Jelinek fueron de una crueldad sin precedentes.
El mensaje que transmite Jelinek a través de sus obras
En toda su obra, Jelinek defiende a los oprimidos en general y a las mujeres en particular. Aparecen de manera obsesiva en todas sus novelas. Considera que hay que luchar contra una sociedad patriarcal dominada por el sexo. Y para poner de relieve esta caótica sociedad, Jelinek no se corta a la hora de describir situaciones extremas, casi insoportables, en las que los personajes pierden su auténtica naturaleza de humanos, para convertirse en animales.
También denuncia sin piedad la pasividad de los ciudadanos frente a estas situaciones de opresión. Jelinek es dura, muy dura, y el humor que utiliza a lo largo de sus novelas es terriblemente hiriente.
Tampoco se libran las mujeres. Su lucha feminista no aparece puesta en bandeja a los lectores bajo una óptica amable. Más bien al contrario. Da la vuelta a los clichés feministas más trillados.
Uno de los grandes temas recurrente en su obra: el sexo
Siempre se ha dicho que La Pianista era de contenido claramente autobiográfico. Cuando se le ha preguntado en algunas entrevistas si La Pianista era efectivamente la historia de su vida, nunca ha dicho que no. Pero tampoco se ha explayado sobre los aspectos de la erótica sadomasoquista que practica su protagonista, Erika Kohut.
Las escenas de sexo que suele escribir Jelinek en sus libros son duras, como si usara un cuchillo para abrirnos en canal. Como una buena dominatrix. Nadie mejor que ella maneja las palabras para describir lo que es el reflejo de la condición humana. Pero lo mejor (o lo peor, según como se mire) es que deja secuelas a sus lectores.
¿Cómo abordar la obra de Jelinek?
Cuando una tiene pasiones, se adentra en ellas hasta las últimas consecuencias. Y eso es lo que siempre me ha caracterizado. Después de ver La pianista de Haneke, empecé a comprar todos los libros de Jelinek. Absolutamente todos. Os advierto ya que es una obra muy compleja de leer, durísima, hermética y con una musicalidad que difícilmente se puede percibir si no es en lengua alemana. Y su prosa (que mezcla con la poesía) es sublime pero muy dolorosa, como si el lector cayera en una cama llena de agujas. En definitiva, leer a Jelinek es participar en una buena sesión de sado intelectual.
Os invito a que la conozcáis, empezando por las obras siguientes:
La pianista (1983), Las amantes (1975), Deseo (1995), Obsesión (2000).
Con estos pocos títulos, creo que ya os estaréis desangrando bastante. Luego, acaso, os curáis las heridas…