Bienestar sexual

«La humedad no engaña» y otros mitos de la sexualidad femenina

Hay una idea estereotipada que considera a las mujeres más complicadas que los hombres. En general, en todo y en particular, y también en la sexualidad. Las mujeres, se asegura, somos más complejas en cuanto al deseo, la excitación y la consecución del orgasmo. Todo esto es estereotipo y no porque nosotras seamos sencillas, sino porque la aparente simplicidad de los hombres en cuanto a su sexualidad es errónea. Las personas, todas, somos complejas.

Sigue leyendo…

Bienestar sexual

Mitos de la sexualidad femenina

El estereotipo de la sexualidad femenina complicada se ve reforzado por lo poco que ha sido estudiada. Para muestra, un botón (¿?)… el clítoris. Es nombrado en un tratado médico por primera vez en el siglo XVI (por Renato Colombo, profesor de cirugía de la Universidad de Padua), aunque parece que ya se conocía antes (Rufo de Éfeso en el siglo II d.C. habla de él). Pero luego el clítoris sufre un efecto Guadiana en los manuales de medicina, aparece y desaparece. Da la sensación de que no interesa demasiado, quizá porque no tiene una función clara o porque es un órgano no relacionado con la reproducción. Su anatomía completa no se describió hasta 1998 (en términos históricos, ayer) gracias a los estudios de la uróloga australiana Helen O’Connell. Si tan poco se ha estudiado el clítoris, uno de los principales órganos del placer femenino, así de misteriosa y, por lo tanto, compleja resulta la sexualidad de la mujer.

El desconocimiento fomenta los mitos. Sabemos que desde siempre ha habido muchísimos y, si bien algunos ya van cayendo (por ejemplo, disfrutar el sexo oral o el miedo al sexo anal en las mujeres y el masaje de próstata en los hombres, entre otros muchos), hay algunos que aún quedan por derrumbar o van surgiendo nuevos.

Así que, aquí pretendo contaros tres falsas ideas sobre la sexualidad femenina para ir poniendo un poco de luz en tanto misterio. Vamos a por ellas.

Mito 1: «Si has tenido un orgasmo, lo sabes»

En el caso de los hombres, es bastante sencillo identificar el clímax sexual. Por regla general, si hay eyaculación, hay orgasmo. Aunque esto no es realmente así, ya que orgasmo y eyaculación son dos procesos independientes (puede haber uno sin el otro y el otro sin el uno). Habitualmente van unidos y los identificamos juntos. Pero en el caso de las mujeres no tenemos una señal fisiológica tan clara. Hay pistas, por ejemplo, sentir contracciones en la zona vaginal es señal de haber llegado al orgasmo.

Por otro lado, ¿dónde podemos ver escenas de mujeres llegando al clímax? Lo más fácil es en el porno y ahí lo que vemos son reacciones a lo grande, con muchos gritos, aspavientos y, en algunos casos, con la guinda del pastel: un squirt bien visible. Y, claro, si yo veo eso y no me pasa nada así, me puede surgir la duda sobre si estaré realmente disfrutando a tope.

El orgasmo es una sensación muy personal. Hay mujeres que no son conscientes de haberlo tenido porque no saben identificarlo y esa frase de «si has tenido un orgasmo, lo sabes» les puede generar más confusión.

La respuesta a «¿Cómo sé si he tenido un orgasmo?» vendrá de la mano de la educación sexual y de la experimentación y el descubrimiento de una misma.

Mito 2: El squirt es señal de haber conseguido el orgasmo

Hace unos días leí un tuit que decía: «Una sábana mojada significa un orgasmo femenino bien trabajado. Un orgasmo se puede fingir, pero una sábana mojada, no». Con miles de me gusta y cientos de retuiteos, confirma el mito de que el squirt está vinculado al orgasmo.

Como diría Amy Winehouse: no, no, no. El squirt, y esto ya lo añado yo que no sé qué diría la buena de Amy al respecto, no está relacionado con el orgasmo. Es decir, tener un squirt no implica que se haya llegado al clímax. Aunque sí es verdad que algunas refieren un mayor disfrute o intensidad, ya sea por motivos físicos o psicológicos (el propio morbo de experimentarlo puede aumentar el placer). Pero, volviendo al tuit, una sábana mojada significa… una sábana mojada. Ni más ni menos.

Es probable que se junten varios factores para reforzar este mito. El primero, es el de asimilar el squirt con la eyaculación masculina. Quiero decir que, como los hombres habitualmente eyaculan y llegan al orgasmo a la vez, es fácil pensar que en el caso de las mujeres sea igual. Pero no. Es más, muchas mujeres llegan al orgasmo sin expulsar líquido en grandes cantidades. También hay que tener en cuenta que squirting y la eyaculación son cosas diferentes.

A esto se le suma esa mala praxis que tradicionalmente hemos tenido las mujeres de fingir los orgasmos (quién esté libre de pecado que tire la primera piedra). Con una señal física como el squirt las dudas ante un posible engaño quedarían resueltas. Para contrarrestar esta preocupación que tienen algunos debemos trabajar en quitarnos de la cabeza, unos y otras, la idea de la obligatoriedad del orgasmo para acabar y, con ello, no tener necesidad de fingir nada.

Si además tenemos en cuenta lo comentado antes sobre el misterio de la sexualidad femenina, tenemos un buen cóctel para fomentar el mito. El squirt es otro ejemplo de lo poco estudiada que está la sexualidad en las mujeres.

Mito 3: «Si la mujer está lubricada está excitada»

Es cierto que la lubricación femenina es una buenísima señal de excitación. Pero no siempre es así. En determinados casos, puede haber respuesta fisiológica pero no emocional. Es decir, puede que haya lubricación porque el cuerpo responde a un estímulo, pero no excitación o deseo sexual. Tal y como dice Pedro Nobre, director del laboratorio de Sexología de la Universidad de Oporto, «La no especificidad de la respuesta sería un mecanismo de adaptación o de autoprotección. La mujer está preparada para experiencias traumáticas; es decir, tiene la capacidad de lubricar incluso en experiencias involuntarias. La investigación de laboratorio se ha confirmado con los propios relatos de mujeres. No sienten placer, no hay respuesta emocional, pero sí fisiológica».

Un caso extremo de esto puede darse en mujeres violadas que hayan lubricado como respuesta de autodefensa de su cuerpo. Las implicaciones de este mito, en este caso, pueden suponer sentimientos fuertes de culpa por parte de la mujer.

Así, eso de que la humedad no engaña es otro mito. Si tenemos dudas, la mejor manera de saber si una mujer está excitada y deseosa es mucho más simple: pregúntale.