«¿No sientes celos?». Me preguntan, me preguntarán, es la cuestión eterna: cómo dejar de ser celosa.
Sin embargo, mi respuesta es siempre que sí, los siento, aparecen, conviven, pero cada vez duelen menos.
Sigue leyendo…
Los celos en el poliamor
Mi emoción es el miedo a la pérdida, la tuya puede ser la ira o la inseguridad o la frustración, tristeza o… En realidad, los celos abarcan demasiado. En su extremo, son causa de muchos casos de violencia de género y, como norma, de muchos «momentos bolita» (enrollarse sobre uno mismo para protegernos del dolor).
Quizá, la cuestión no es cómo dejar de ser celosa, sino cómo convivir con los celos. Y para esto, hay que entenderlos…
Los celos
Analizar el origen, hablar sobre ellos, enfrentarte, aceptarlos desde la mayor racionalidad posible e incluso permitirte la emoción para tu autoconocimiento forman parte de un difícil, pero necesario, proceso para todas las personas, y en especial, para las que decidimos vivir las relaciones desde la no-monogamia. Y, sobre todo, para las que llegamos al poliamor.
Al igual que llega el día en el que admites tu capacidad de poliamar desde la más absoluta lógica, también entiendes el enorme poder destructivo de este abanico de emociones. Los celos pueden ser un indicador, un aviso de que algo no marcha bien. Y aunque pueden ayudarte a profundizar en problemas de autoestima o en circunstancias de tu relación a mejorar, no pueden o no deben autodestruirte ni a ti ni a tu entorno.
Al poliamor se llega por dos caminos
Hay personas que de forma innata han establecido siempre relaciones no exclusivas. En ocasiones, traicionándose a sí mismos, por mantener el status quo, intentaron la monogamia, sin éxito. Cuando encuentran el poliamor, relaciones abiertas, anarquía relacional… su alegría es infinita, por fin ponen en palabras lo que para ellas era una emoción innata: el amor no exclusivo. La ausencia de celos parecer ser algo que les caracteriza. Quizás no es una ausencia total, pero su generosidad en el amor conlleva el sentimiento de comprensión, opuesto a los celos. De hecho, tienen un sentimiento empático de felicidad, cuando su amor disfruta de otra relación.
Otro camino es el de búsqueda de respuestas tras una, dos, tres o x relaciones monógamas fracasadas o tras ninguna. Y cuando llegan al poliamor, las relaciones abiertas, la anarquía relacional… la curiosidad es infinita. Pero la primera pregunta suele ser «¿Y los celos?».
Cómo se gestionan los celos
Se comparten, se destripan, se exponen, se exteriorizan. En general, en el poliamor se habla mucho, mucho. De celos, acuerdos, tiempo, límites, cuidados, emociones, de celos, de nuevo. En esas interminables conversaciones descubres que tu vida ha seguido un Manual de instrucciones impuesto, y te preguntas cómo construir otra sin él. Y en ello estamos, reescribiendo nuestras vidas, relaciones, a nosotras mismas.
Los celos pueden vivirse de una manera menos tóxica, en el momento en que te plantees el porqué y la responsabilidad sobre ellos: cuando pienses y repienses sobre el sentido de esa posesión, el miedo que se torna en enfermedad, la falta de libertad propia y de la persona que amas… Cuando dejes de culpabilizar al otro por generarlos y dejes de manchar el amor de envidia.
¿Desaparecen los celos cuando amas sin exclusividad? Puede que sí, puede que no, puede que sigan ahí pero no duelan tanto. Pero seguro que por el camino vas a aprender mucho sobre ti, vas a entender que el amor tiene que ser generoso sí o sí, vas a confeccionar relaciones a tu medida y vas a conocer que tienes otras elecciones. Las tienes, aunque no sean fáciles.
La siguiente pregunta que te planteas es «¿Qué es para mí el amor?». Quizá, esa debería haber sido siempre la primera.