Hacer el amor atados es una fantasía sexual universal. Esposas, ataduras de lujosa seda, metal, cuero, plástico e incluso látex, son la primera toma de contacto –digámoslo de forma genérica– con el bondage o con el BDSM, que se han colado en nuestras alcobas gracias a las sombras de Grey, y otras tantas obras que cambiaron el mundo erótico. Y es que el sexo es experimentación: un universo de placeres cambiantes en el que nuestros cuerpos adoptan las poses que los deseos guían y, a veces, nuestra moral veta. Pero como sabemos que entiendes la dominación y sumisión como un juego sexual, y te encanta practicar posturas sexuales, te traemos tres ilustraciones para que descubras 5 formas de atarte al placer de un Kamasutra bondage.
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Kamasutra ilustrado: Esposas y bondage
¿¡Tres ilustraciones para cinco posturas!? Sí, no leíste mal. La idea es que, cuando jugamos con esposas, lo normal es que las posiciones de los cuerpos sean distintas en función del sexo. Además, otra cuestión a tener en cuenta es el mobiliario disponible y el entorno, en general.
1. Clásico vainilla
Esta es la típica postura que imaginas cuando comienzas a ver las esposas, cintas u otras ataduras como una posibilidad de juego erótico. Las dos muñecas se atan con un par de esposas que inmovilizan por detrás del cabecero de la cama, el respaldo de una silla o la balaustrada y pasamanos de una escalera.
Esta postura es magnífica para realizar un cunnilingus o una felación, donde el número de orgasmos de la mujer sumisa quedaría a voluntad de su pareja, o el momento de la eyaculación a merced de la improvisada (o no tan improvisada) dominatrix.
2. Tantra anal
Puede que no tengas manera de fijar las esposas tras el cabecero, todas tus sillas sean de respaldo plano y, directamente, no haya escaleras en tu casa, que permitan jugar con la balaustrada. Pues bien, no desistas, solo hay que usar dos esposas, una para cada muñeca y otra para los tobillos, y reclinarse sobre un lateral.
Esta postura nos gusta especialmente para practicar lo que comúnmente se llama anal tántrico. La idea es comenzar con un masaje anal exploratorio muy lubricado, para pasar a una penetración poco profunda, a ser posible poco más allá del glande, y con una velocidad muy baja. De esta manera, las sensaciones para el hombre serán muy intensas, pero controlables. Al tiempo, puede pasar un brazo sobre el costado de su pareja y masajear senos y clítoris, lentamente, acompasando la excitación. Y si la practicáis después de un masaje aceitoso, la relajación hará que el sexo anal sea aún más placentero.
3. El regalo de San Valentín
Ahora bien, si queréis atar a vuestro chico, y firmar vuestro encuentro erótico con besos y abrazos (XOXO), te proponemos que le regales un masaje de próstata y masturbación simultánea del pene. El orgasmo será glorioso.
Pero si él no quisiera, entonces siempre podéis vendarle los ojos y practicar edging, con uno de esos placenteramente tortuosos juegos sexuales de negación del orgasmo.
4. La cabalgata de la Valquiria
¿Sabías que la RAE da como segundo significado de cabalgata «Acción de cabalgar, especialmente muchas personas juntas»? Muchas lectoras del blog nos piden un Kamasutra para practicar en tríos u orgías. Pues bien, esta postura sexual la recomendamos para disfrutarla en un ménage à trois (siempre y cuando tengas total confianza con tus amantes).
En un trío chica-chico-chico, donde la mujer es inmovilizada con esposas, hay muchas posibilidades eróticas. Pero nos vamos a quedar con una muy sensual, en la que uno de los participantes desliza sus lubricados dedos sobre el monte de Venus y la vulva, mientras ella provee una felación al tercero… Todo intensidad, pero ¡no olvidéis poner el condón (de una forma sexi)!
5. Ulises y los cantos de sirenas
Si el rol de sumiso recayera en el hombre, podéis reproducir la historia del héroe de la mitología griega atándolo a una columna, para desarrollar todo tipo de fantasías perversamente deliciosas. Aunque, en esta ocasión, volvemos a la cama para proponerte la misma situación anterior, pero cambiando los géneros de los participantes en ese trío. De manera que, ahora una mujer masturbaría y deslizaría sus dedos sobre perineo, testículos y pene, mientras la otra ofrecería su sexo, directamente sobre los labios de un Ulises ofrecido a sus sirenas. ¿No te parece sensual?