Si leéis este artículo es porque ya habéis aprendido a encontrar a la media naranja del ménage à trois. Esto es, habéis pactado con quién y cuándo vais a llevar a cabo vuestra fantasía. Ahora sólo queda saber el cómo. Y eso depende de la forma en que hayáis elegido tener sexo entre tres. Así que, preparaos para ver las posibilidades más sensuales de un trío.
La practica del trío sexual
Cómo hacer un trío… chica-chico-chico
Una de las fantasías femeninas más recurrentes es la de tener a dos caballeros a nuestras órdenes (¡o ser llamadas al orden por dos señores!) en un mismo lugar y momento. Tanto si las posturas del trío ensoñadas son las del macho dominante, como si nos ponen a nosotras con todo el control, lo primero que hay que asegurar es que sean unos caballeros en el más clásico sentido del término. Pues esto nos dará la seguridad suficiente para consumar dos de los escenarios más frecuentes en los anhelos triangulares de las mujeres.
El primero pone a una dama bien tumbada bocarriba, bien estilo perrito, cediendo en confiada sumisión el control de sus piernas a un varón fuerte, que la penetra con sensual dureza; mientras, con candente entusiasmo realiza una felación al tercero (esta vez, ¡en concordia!). Convengamos que el nivel de dificultad en este apartado es muy próximo a 0.
El segundo imaginario propone una mujer poniendo firmes a sus partenaires. Las hay más dominatrix, con látigo en mano, y las hay más clásicas que no gustan en llevar accesorios románticos a la alcoba. Pero todas las que tienen el mando por anhelo, quieren notar cómo cuatro manos acarician su cuerpo con intensa sensualidad… hasta que ella dice ¡basta! De ahí en adelante, hay que turnarse para complacer en todo a la Señora. Chicos, tomad nota.
Cómo hacer un trío… chica-chica-chico
Sin duda alguna, el sueño más húmedo de todo el género masculino heterosexual. Comidilla desiderativa en los pasillos del Instituto de Secundaria y batallita narrada con grandilocuencia (y alguna que otra exageración y/o mentira) para inflamar el ego de los hijos veinteañeros, el hombre que se ha acostado con dos mujeres es el campeón de campeones… hasta el fin de los tiempos.
Pero no nos llevemos a engaño y apartemos las imágenes fílmicas que deambulan por nuestras mentes en estos momentos, aunque tan sólo sea por un instante. Normalmente, para que pueda darse el trío ensoñado por tantos varones, en el que dominan con un largo e intenso coito a dos mujeres –que mueren rendidas de satisfacción ante su poderío, tienen que darse las circunstancias de que el hombre tenga tanta experiencia, excelente técnica y un buen día, además de que esas dos mujeres estén predispuestas con la suficiente confianza para gozar de sus habilidades. Es decir, más o menos, las probabilidades de que Saturno, Júpiter y Mercurio, se alineen con la Tierra y alguna que otra estrella mediana.
Por ello, lo primero y esencial para gozar del trío chica-chica-chico es la tranquilidad. O sea, comenzad por masturbaros lentamente para alcanzar un ritmo de excitación sosegado, que permita alargar el placer de todos. En este asunto, lo más importante es que los chicos no fuercen situaciones lésbicas (estas pueden venir por sí solas o guiadas suavemente por las manos); y que las chicas no se regalen miradas cómplices que puedan infundir inseguridades en el varón (ellos no tienen nuestra natural predisposición psicológica para el juego).
Cómo hacer el mejor trío
Lo primero que hay que entender es que las situaciones gays y lésbicas pueden darse en los dos formatos anteriores, sin necesidad de que sean las orientaciones sexuales de los participantes. Y, lo segundo y más importante, es que tod@s los heterosexuales deberían sacar papel y bolígrafo cuando escuchan alguna de las historias a tres bandas de sus amig@s gays o lesbianas. Pues, en la mayor parte de los casos, encontraréis historias gays donde casi todo es sublime, y relatos lésbicos donde la sensualidad se eleva a cotas de excelencia artística. Y es que para hacer el mejor trío, hay que tener la seguridad de que se quiere conocer cada uno de los cuerpos como si fuera el propio.
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