Creo que estaremos bastante de acuerdo en que los succionadores de clítoris han sido el fenómeno sexual desde 2019. Y es posible que sigan siéndolo en el futuro. Se venden como rosquillas, se habla de ellos en programas de televisión, entre amigas, entre amigos, acaparan titulares, conversaciones, tuits y memes.
El fenómeno ha sacado al clítoris del ostracismo y ha puesto la masturbación femenina en el lugar que le corresponde que es, simplemente, su existencia. Aplaudámoslo por ambas cosas.
De los succionadores se ha hablado mucho y no siempre bien. Quizá el solo hecho de que se hable tanto empieza a ser negativo. Los juguetes sexuales son un fantástico complemento en nuestra erótica, pero en este caso parece que se le está dando rango de protagonismo y no debería ser para tanto. El clítoris, la masturbación y el orgasmo femenino han existido antes y existirán después de los estimuladores.
Rebatiendo tres ideas
Lo primero que habría que aclarar es que los succionadores no succionan. Los juguetes de este tipo lo que hacen es emitir una ondas en forma de pulsaciones que estimulan el clítoris. Algunos como SONA, emiten ondas sónicas y con ello las sensaciones se expanden abarcando una parte más amplia del clítoris (recordemos que este pequeño gran órgano tiene una parte externa y ramificaciones internas).
Para evitar confusiones y que alguien pretenda succionar como si no hubiera un mañana, creo que sería mejor llamarles estimuladores (cosa que, por cierto, ya hacen muchas marcas al definir sus productos). Pero está ya tan popularizado el término succionador (y su buena prensa) que va a ser difícil cambiarlo. Si dices «Estimulador de clítoris» hay quién pregunta «¿Pero es succionador?» porque esos, según el vocabulario popular, son los que molan.
La segunda cuestión es la preocupación de algunos, a veces en broma a veces en serio, por el éxito del juguete. Resultan graciosos algunos comentarios de la cofradía de damnificados por el succionador. «¿Ya no somos necesarios?» «¿Dónde queda nuestro falo, centro omnipotente del placer?». Este es también un buen efecto secundario del succionador. No me refiero a quitarnos a los hombres de encima, sino a ir rompiendo con el falocentrismo. A ver si vamos aprendiendo que el placer no se basa exclusivamente en la penetración.
Si alguien tiene miedo a ser sustituido por un juguete, que revise su actuación erótica. Si has ido a tu bola sin prestar atención a tu acompañante, a lo mejor puedes seguir temiendo. Si no, nadie te va a sustituir por un estimulador de clítoris. Un juguete erótico no puede competir con el contacto con otra piel, el calor humano, la comunicación, la confianza y las risas que se desprenden de un buen encuentro sexual. Y no te da besos dulces en los pies ni te trae churros para desayunar.
Un recordatorio para los miembros de la cofradía: los juguetes eróticos se pueden usar en pareja. Por ejemplo, acariciando a tu acompañante mientras ella se masturba o masturbándola tú con el succionador. Jugar, innovar y buscar otras sensaciones es bueno.
Por último pero no menos importante, las alertas sobre «el peligro de los succionadores». Recientemente han aparecido algunos mensajes avisando de que estos juguetes pueden ser contraproducentes porque generan un estímulo muy fuerte y, si nos habituamos a él, puede que luego no se sientan otro tipo de estímulos. Eso podría provocar una especie de adicción al juguete. Y de ahí a una anorgasmia situacional, un paso. Ante todo, tranquilidad. Podría pasar, sí, pero no es fácil que ocurra.
Los succionadores, es cierto, provocan un orgasmo muy intenso ya que estimulan de forma global el clítoris, algo que no es posible conseguir sin ellos. Ni la masturbación manual ni un encuentro en pareja va a llegar a ese nivel, pero esto no es un problema. Porque la potencia no es lo único importante y cada momento tiene sus necesidades. Quiero decir, hay días que te apetecerá un orgasmo intenso y más rápido con un succionador y otros que querrás algo más tranquilo y manual.
El problema de la habituación podría pasar si se abusa de los succionadores. Con un uso racional y combinando diferentes estimulaciones, no hay problema. Puede haber personalidades más adictivas que se lleguen a enganchar. Pero eso no será un peligro del succionador, sino del uso que se hace de él. Es como las redes sociales, que pueden ser una buena herramienta de comunicación o un robatiempos según el uso que hagamos de ellas.
Con tanto boom han aparecido ya personas que se sienten decepcionadas por el juguete. Con las expectativas tan altas que se han depositado en él, no me extraña. «Pues no hay para tanto», «pues no he llegado al orgasmo», «pues el estímulo no me ha gustado». Es normal, porque cada mujer es diferente y no a todas nos tiene que funcionar lo mismo.
¿Y es esto culpa del juguete? Pues no. El succionador de clítoris es solo una herramienta. No caigamos en subirla al cielo ni en bajarla a los infiernos, disfrutémosla como lo que es: un complemento fantástico y muy recomendable para explorar y disfrutar de nuestro placer.
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