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Un apéndice copulador doble: El «pene» de los tiburones y su vida sexual

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El ser humano siente una extraña (y en cierto modo, perversa) fascinación por los tiburones. Ejemplos claros han sido la programación veraniega de algunas cadenas televisivas y el estreno en la gran pantalla de En las profundidades del Sena, un truño que se ha sumado al largo y prolífico listado de películas sobre escualos asesinos (encabezada por el mítico Tiburón de Spielberg), en el que se encuentran títulos tan dispares como Deep Blue Sea o The Meg, junto a otros de serie B como Sharknado, Headed Shark Attack o Sharktopus, del gran Roger Corman, que podría haber dado lugar a un manga o anime hentai, al combinar pulpos y tiburones.

Sí, no es una idea tan descabellada, no solo hay fetichistas de los tentáculos , sino también de personajes zoomorfos mitad escualo/mitad humano y de juguetes sexuales que imitan con escaso acierto a su falo. ¿Por qué? Porque es picudo y doble. ¿No lo sabías? Pues prepárate, el cortejo y apareamiento son alucinantes.

Cortejo, apareamiento y reproducción de los tiburones

Existen tantas variedades de cortejo y apareamiento de tiburones como especies descubiertas (unas 450, aunque se calcula que podrían existir hasta 100 más ocultas en las profundidades no exploradas). Los rituales de cortejo más comunes incluyen peleas encarnizadas entre los machos para ganar el honor de aparearse con la hembra, danzas sinuosas y seductoras y, mi favorito, el del Tiburón Martillo, que además de danzar con ella, le da pequeños golpes con los extremos de su cabeza en forma de T o martillo y suaves mordiscos en las aletas pectorales… Mordisquitos, sí, como debe ser, no brutales como los del Tiburón de Punta Blanca, que la acecha y ataca en grupo, la inmoviliza mordiendo su aleta pectoral y la penetra, dejándole heridas graves.

Los escualos macho no tienen falo, sino pterigópodo o clásper, un apéndice copulador doble (que en algunas especies puede llegar a un tercio del tamaño total del cuerpo) con forma de pinzas profundamente estriadas, que siempre está erecto gracias a un sistema esquelético que lo mantiene rígido y preparado para poder montar a la hembra (de lado, de frente o encima), penetrarla (en una de las dos cloacas de las que dispone) y fertilizarla.

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Clásper de un tiburón. Imagen de Maralliance.

En cuanto a la reproducción, existen tres tipos: viviparidad, en la que los embriones eclosionan dentro del útero, se alimentan a través de la placenta (debido a una conexión similar a la de los mamíferos) y son expulsados cuando son crías ya formadas; oviparidad, en la que la hembra pone los huevos fecundados por el esperma del macho (y protegidos por una cápsula resistente conocida como «bolsa de sirena»), en zonas relativamente seguras, como cuevas submarinas, arrecifes de coral, manglares y rocas, en las que crecen y eclosionan; y la ovoviviparidad, en la que los embriones eclosionan en el interior de la madre, se nutren del saco vitelino, de otros huevos no fertilizados y de embriones más débiles (un proceso denominado canibalismo intrauterino) hasta que están listos para ser expulsados.

Cortejo, apareamiento y reproducción de la Muerte Blanca

Carcharodon Carcharias, Tiburón Blanco, Pointer Blanco o Muerte Blanca, el gigantesco escualo que puede llegar a medir 7 metros, pesar tres toneladas y alcanzar velocidades de 64 km/hora cuando decide atacar a una presa a la que desgarra en segundos con sus dientes de 7 cm de longitud. ¿Cómo es el cortejo y apareamiento de un animal tan bestial? Una pregunta imposible de responder… hasta 2020.

La comunidad científica reconocía desconocer aspectos sobre la madurez sexual y hábitos reproductivos del Tiburón Blanco, debido a la dificultad de observarlos en libertad y la imposibilidad de mantenerlos en cautividad por su conducta suicida, por lo que disponían de pocos datos como que recorren miles de kilómetros para encontrar a las hembras, pelean con otros machos para ganarse el derecho de montarlas, se reproducen en primavera o verano, son ovovivíparos, su periodo de gestación es de (aproximadamente) un año y su parto (rápido) tiene como fruto de tres a cuatro crías de dientes aserrados y 12 dm (decímetros) de largo, que sobreviven en solitario hasta la fase adulta.

La resolución al enigma vino de la mano de Dick Ledgerwood, un pescador retirado, que había presenciado en su juventud el curioso cortejo de dos pointer blancos en Otago, región ubicada en la costa sureste de la Isla Sur de Nueva Zelanda. Casi 20 años después, su historia llamó la atención de Steve Crawford, biólogo marino de la Universidad de Guelph (Canadá), cuando estudiaba el comportamiento de esta especie en el país insular. Fascinado por la posible revelación de la cópula del Pointer Blanco (conocida entre los investigadores como el «santo grial» de la ecología del Carcharodon Carcharias), Crawford consiguió entrevistar a Ledgerwood y la anécdota, publicada en The Guardian, superó a muchas leyendas marinas.

Según el pescador neozelandés, un día de principios de noviembre de 1997, en la Bahía de Sawyers, su compañero y él observaron a dos tiburones blancos de unos cuatro metros de longitud en un espacio acuático de apenas cuatro metros, con sus cuerpos apretados, vientre contra vientre, girando sobre sí mismos con lentitud. Ni siquiera se inmutaron cuando la barca de Ledgerwood se acercó a observarlos. «Simplemente continuaron con lo que estaban haciendo. Se quedaron en un solo lugar. Girando, girando y girando». «Tú tampoco te preocuparías, ¿verdad?», añadió, riendo. «Todavía estaban, ya sabes, activos, cuando nos fuimos».

Aunque extraña, la historia de Dick Ledgerwood no es la única sobre un avistamiento de la cópula de dos pointer blancos en Nueva Zelanda. La primera persona en informar sobre ello fue un observador de focas del Departamento de Conservación, que presenció el fenómeno en Nugget Point, Southland, en 1991, y escribió: «Sin saberlo, he tenido la suerte de presenciar un apareamiento [entre dos tiburones blancos]. Al principio pensé que estaban peleando, ya que un animal parecía estar tratando de agarrar al otro con su gran boca, haciendo grandes hendiduras en su costado. Sin embargo, con el tiempo se habían vuelto inmóviles, uno debajo del otro, girando de vez en cuando vientre con vientre. Esta evidente cópula duró unos cuarenta minutos antes de que los animales finalmente se separaran y se deslizaran en direcciones opuestas».

El testigo no accedió a ser entrevistado por Crawford, pero ni este ni Clinton Duffy, experto en tiburones del Departamento de Conservación de Nueva Zelanda, dudan de la veracidad de los dos relatos ya que «encajan con lo que los científicos conocen sobre el apareamiento en otras especies de tiburones», como los mordiscos (para poder sujetar a la hembra y facilitar la cópula).

La urgencia de proteger a los tiburones

¿Por qué esta obsesión por conocer los tipos de apareamiento de los escualos? Porque es vital para protegerlos. Por desgracia, tres cuartas partes de todas las especies de tiburones que habitan en los mares y océanos del planeta se encuentran en peligro de extinción y algunas, como el Tiburón Martillo Gigante, el Tiburón Oceánico de Punta Blanca o el Tiburón Ballena se encuentran en Peligro Crítico de Extinción, debido a la captura incidental, la degradación de su hábitat y la pesca deportiva (es decir, por el simple placer de matar).

La sobrepesca (100 millones de tiburones al año) para los mercados asiáticos es otro de los motivos de su extinción, en especial por su aleta, muy apreciada en la cocina oriental. Es tal la avaricia, que algunas compañías realizan el finning, una práctica consistente en capturar tiburones, cortarles las aletas y arrojarlos vivos al mar, donde mueren desangrados, asfixiados o devorados vivos por otros depredadores.

Según un informe de El Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW, por sus siglas en inglés) publicado en 2022, España es uno de los principales exportadores de aletas de tiburón del mundo y el primero de la Unión Europea, y aunque cumple a rajatabla la normativa de la UE sobre la protección de determinadas especies y la prohibición del finning, lo cierto es que la única diferencia es que la aleta se separa del cuerpo en costa y las capturas se pesan en toneladas.

Sin duda, y a pesar del enorme prejuicio que inició Spielberg y perpetúan algunas basuras cinematográficas, el depredador más despiadado del océano no es el Tiburón Blanco.

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Fuentes
Davies, E. (2020, septiembre 4). Rolling and rolling and rolling: The first detailed account of great white shark sex. The Guardian.
Pérez Amat, E. (2016, septiembre 20). La vida secreta de los tiburones: cortejo y reproducción. RTVE. https://www.rtve.es/las-claves/vida-secreta-de-los-tiburones-cortejo-y-reproduccion-2016-09-20/
Bright, M. 1999. The Private Life of Sharks. Robson Books, London
Pavés, V. (2024, febrero 18). Se extinguirán los tiburones en un año si se capturan 80 millones anuales. Información.
Stop Finning: Tiburones – Océanos de Vida Libre.