Existen infinitas maneras de lograr complicidad sexual y goce en pareja, y entre las que generan más intimidad son los masajes eróticos. Porque la sensualidad de las fricciones reside en transmitir nuestras fantasías y sentimientos a través de la intensidad de la presión y el ritmo de nuestras manos, con la intención de que nuestra pareja se relaje y se estimule, de una forma romántica y sexual, de un modo divertido y cómplice. Tan cómplice que, cuando termines, no tengas que pedir turno…
¿Sabes cómo dar un masaje sensual a un hombre?
Masajes eróticos masculinos
Los masajes eróticos pueden ser excelentes preliminares al coito más placentero, maravillosas experiencias de contención (e incluso mediante la privación sensorial, vendándole los ojos o atándole a la cama) o simples masajes con final feliz, pues no necesitamos ser expertas para hacerlos. No tienes que saberte los chakras, pues tampoco estamos hablando del masaje tántrico –aunque tenga similitudes–. Tan sólo requerimos voluntad y deseo de acariciar para conectar con nuestro amante, y querer descubrir cómo funcionan sus zonas erógenas. ¿Sabemos qué y cómo acariciar?
Un toque romántico
El masaje es un momento de reencuentro con la vida íntima, y la intimidad requiere un ambiente relajante donde se puedan activar, sin necesidad de forzarlos, todos los sentidos.
La luz tenue natural es ideal. Así que, enciende unas velas y colócalas estratégicamente en la habitación. No muy cerca de la cama, realmente no quieres que el calor de la pasión se convierta en incendio incontrolado. Si las velas están aromatizadas con vainilla o chocolate, generarás un ambiente óptimo. Y si, además, son velas con aceites esenciales para dar masajes, no sólo añadirás un afrodisiaco olfativo, sino que todo será más sencillo y placentero. Eso sí, recuerda que ¡ningún aceite para masajes es lubricante!
Pues bien, ya casi tienes todo listo. Ahora, prepara la playlist que más te guste, la más relajante o simplemente las canciones para hacer el amor que has compartido con tu pareja, cuando tenías el sexo más sublime. Y, como nunca se sabe, deja tus juguetes eróticos o el teaser a mano, para que ninguna distracción estropee el momento.
Desnúdate (o vístete para la ocasión) y pídele que entre al dormitorio…
Cómo hacer un masaje erótico
Boca abajo
¡Pasamos a la acción! Pide a tu pareja que se acueste boca abajo y completamente desnudo; unta tus manos con un poco de aceite para masajes y frótalas para calentarlas; vierte un poco más de aceite sobre su espalda y desliza tus manos con suavidad, hacia arriba y hacia abajo, a un lado y al otro, con la precaución de no hacer presión sobre su columna.
No vayas muy deprisa. Los movimientos han de ser suaves y fluidos; deslízate lentamente desde los hombros a la zona lumbar y, después, alterna movimientos rápidos y suaves para generar calor y contraste de fricciones.
Es el momento de los glúteos. Comienza en círculos por la cintura y baja en espiral sobre las nalgas, aumentando progresivamente la presión, pero sin excederte. Si no lo hacía ya, ahora comenzará a pensar en sexo…
No hagas movimientos excesivamente repetitivos. Deja que tus manos se adapten a su respuesta corpórea y continúa hacia abajo, por sus muslos hasta llegar a los tobillos.
Presta mucha atención a su nivel de excitación (respiración, vello, tensión muscular, etc.), relájate y disfruta pues estarás transmitiéndole tus sensaciones. Y si crees que puedes alargar un poco más el juego, cosquillea su espalda con las puntas de tu cabello, mientras acaricias sus brazos y haz notar tu lencería –si llevas puesta–, rozándola arrítmica contra su piel.
Boca arriba
Invita a tu pareja a darse la vuelta. Una vez boca arriba, desliza tus manos sobre su pecho y coordina el ritmo respiratorio con él; acaricia su vientre con las yemas de tus dedos y llévalos suavemente sobre sus muslos sin despegarlos.
Aunque parezca un poco tortuoso, aún no es el momento de entrar en contacto con sus genitales. Sitúate sobre sus pies, acaricia la parte interior de sus piernas y disfruta visualmente tu dominio. No detengas el contacto y toca con más firmeza para evitar las cosquillas.
Salpimenta el masaje con tus uñas; combina toques ligeros pero no agresivos con una presión que simule el latido del corazón. Acerca tus senos y haz que note tus pezones: estos se erizarán y su piel comenzará a cambiar rápidamente de temperatura.
Si tienes un teaser (plumero), es el momento de usarlo. Acentuarás la excitación y también su contención. Pero, para ello tienes que comunicarte. Pregúntale si quiere que el masaje se alargue más. Y si te dice que sí, besa y masajea suavemente su pene y sus testículos; acarícialos con delicadeza o agárralos intermitentemente (según sea la sensibilidad de su escroto).
Aunque estos acaben haciendo acto de presencia, recuerda que la eyaculación y el orgasmo no son el objetivo. Sustituye los dedos por la lengua, acariciándole y estimulándole, sin llegar a la felación. Recorre su pubis y dirígela al perineo para generar tensión. Y si sabes que le gusta o le puede gustar, puedes probar un fugaz beso negro externo, para culminar una experiencia sensual total.
A estas alturas, ya solo te queda decidir si va a haber final feliz. Aunque, yo te aconsejaría que intercambiaseis los papeles, para que tu pareja venere tu cuerpo y se deleite con el placer de explorar tu piel.
Después de tanta contención, os aseguro que cualquier acto sexual os traerá orgasmos de una intensidad memorable.