Bienestar sexual

Cómo tener sexo sáfico seguro

Antes de nada: tranquila, es normal (y muy positivo) que quieras informarte sobre cómo tener sexo sáfico y seguro. Porque no, no tenemos la educación necesaria por dos motivos. Primero, porque la educación sexual que hemos recibido ciertas generaciones, si es que la hemos recibido, estaba basada en la anticoncepción. Vamos, cómo no quedarnos embarazadas. Y segundo, porque si nos ha llegado algo más de información, lo más probable es que tenga un enfoque cishetero que se nos queda escueto.

Inciso: me gusta usar la palabra «sáfica» porque incluye a mujeres lesbianas y también a mujeres bisexuales. Porque podemos ser mujeres que tienen sexo con mujeres, pero eso no nos hace lesbianas per se, y también debemos incluir otras realidades.

Además, cuando hablamos de sexo y lo vinculamos a una orientación sexual debemos tener en cuenta que hay una amplia diversidad de cuerpos y de genitales. Que una persona sea mujer, lesbiana o bisexual no es sinónimo de que tenga vulva, aunque coincida en la mayoría de las ocasiones. Hay mujeres con pene, lesbianas y bisexuales con pene, a quienes también quiero dirigirme en este artículo sobre sexo sáfico seguro.

Aun así, es importante hablar sobre por qué existe tanto desconocimiento sobre el sexo sáfico seguro. De base, el machismo hace irrelevantes las cosas que nos pasan a las mujeres (y la mayoría tenemos vulva, así que lo que sucede con las vulvas no parece tan importante). Y, además, la sociedad heteropatriarcal nos infantiliza y nos sexualiza simultáneamente. Nuestra realidad sexual es, casi siempre, invisible o hipersexualizada, pero debe ser una prioridad para nuestro colectivo.

Dicho esto, los mitos urbanos y la representación del sexo sáfico en la ficción tampoco ayudan, ni en cuanto a cómo tener sexo ni en cómo protegernos. ¿Eres capaz de recordar si Shane, de The L Word, mostraba alguna vez algún método de protección? Pues eso. Y esta serie de referencia fue ni más ni menos que nuestro modelo, la mayor representación que tuvimos mientras se iba forjando nuestra identidad como mujeres del colectivo LGBT+.

Sin embargo, debes saber que, por tener vulva, no estamos exentas de contagiarnos de alguna de las infecciones de transmisión sexual (ITS), como vaginosis bacteriana, tricomoniasis, clamidia, sífilis, gonorrea… entre muchas otras, que luego pueden convertirse en enfermedades de transmisión sexual (ETS). De hecho, según la OMS, más de un millón de personas de entre 15 y 49 años contrae una ITS cada día, así que la necesidad de usar métodos de protección para tener sexo seguro es evidente.

Pero ¿son necesarios siempre? Pues depende. Si tienes una relación cerrada (tanto si es monógama como no monógama), o sea, que no mantenéis sexo con otras personas, lo primero sería hacerse una prueba de ITS. Cada vez son más habituales, así que no temas. Esta prueba te ayudará a saber si has contraído alguna ITS o, por lo contrario, estás libre de ellas. Si tú y tu/s pareja/s estáis libres de ITS, podéis prescindir de los métodos de los que te voy a hablar ahora. Eso, repito, siempre y cuando la relación sea cerrada.

Pero existen muchísimas otras casuísticas con las que te puedes sentir identificada. Por ejemplo, que de vez en cuando tengas sexo casual o seas una mujer no monógama a la que le encanta tener encuentros sexuales esporádicos con distintas personas. Lo bueno es que, en estos casos, podemos seguir disfrutando, solo debemos tomar algunas precauciones para prevenir las ITS. Hay varios métodos que pueden ayudarnos a tener sexo sáfico y seguro:

Barrera / Sábana / Banda / Dental dam / Oral dam

Es el método de protección sáfico por excelencia. Se trata de una pequeña sábana (tiene forma rectangular) de látex que se coloca sobre la vulva o el ano y nos permite tanto recibir sexo oral como participar en posturas de tribadismo (es decir, contacto de vulva con vulva).

¿Lo bueno? Han sido diseñadas para las vulvas. ¿Lo malo? Son algo más caras que los preservativos y no es tan fácil encontrarlas, pero lo mejor es que preguntes en tiendas eróticas.

Un tip: a pesar de que el látex se mantiene más o menos en el sitio con la humedad y demás, asegúrate de que no se mueve. El objetivo es que no haya contacto directo de los genitales o el ano.

El guante o el dedil

Si lo que te apetece es disfrutar de una buena sesión de fingering, los guantes o los dediles serán grandes aliados. Los guantes protegen toda tu mano y los dediles se pueden colocar individualmente en los dedos que quieras. Yo, por comodidad, recomiendo los guantes.

Pero ¿lo peligroso no era el contacto de los genitales? Pues resulta que si hay alguna herida abierta puede ser una puerta de acceso a ITS. Además, es un método mucho más higiénico para penetrar con los dedos, tanto vía vaginal como anal.

¿Lo bueno? Los guantes son económicos y puedes conseguirlos en cualquier farmacia. ¿Lo malo? Hay que echarle imaginación y hacer de la escena un momento muy sexy.

Un tip: busca una talla que se ajuste a tu mano para no perder sensibilidad y que la experiencia sea mucho más agradable.

El preservativo externo (vamos, el de toda la vida)

Los preservativos son fundamentales en parejas de dos vulvas, sobre todo, para el uso de juguetes eróticos. Igual que debemos evitar el contacto directo de los genitales, no debemos compartir juguetes con otras personas. La solución es utilizar un preservativo e ir renovándolo siempre que lo intercambiéis, entre vosotras o entre zonas (vaginal y anal).

Se dice, se comenta, que estos preservativos se pueden usar para hacer una barrera. Es cierto, pero mi consejo es que solo recurras a esta opción si estás en un apuro. El preservativo ha sido diseñado para contener una forma fálica, y aunque cortemos los extremos, no tendrá las dimensiones y la proporción de una barrera real. Si lo usas, procura que la parte lubricada sea la que quede en contacto con los genitales.

Por supuesto, si alguna de vosotras tiene pene también sirve para que no haya intercambio de fluidos y, por supuesto, evitar embarazos no deseados.

Un tip: aprovecha la variedad de texturas de preservativos para explorar y jugar.

¿Lo bueno? Son muy fáciles de encontrar. ¿Lo malo? Ir cambiando de preservativo puede ser un engorro, pero todo sea por protegernos de las ITS.

El preservativo interno (o el mal llamado «preservativo femenino»)

Estos preservativos internos se colocan, como dice su nombre, dentro de la vagina, y cubren también los labios internos y externos. Eso nos permite poder recibir sexo oral, pero también estimulación interna, tanto con los dedos o con juguetes eróticos.

Igual que los preservativos internos, si tu amante o tú tenéis pene, evitará el intercambio de fluidos y evitará embarazos no deseados.

¿Lo bueno? Puedes llevarlo puesto horas antes de tu encuentro. ¿Lo malo? Cuesta encontrarlos, tendrás que ir a una farmacia o tienda erótica.

Incorporar estos métodos a tu vida sexual en el caso de que no lo hayas hecho antes puede ser difícil, pero vale la pena; con el incremento de ITS, es cuestión de tiempo que te contagies si no te ha ocurrido ya. Lo primero es concienciarse de los riesgos, y lo segundo buscar los métodos que más se adapten a ti y a tus relaciones sexuales. Una vez te hagas a ellos, podrás disfrutar del sexo sáfico como hasta ahora, pero de forma mucho más segura.

Nota: No te pierdas Lo que nunca te han contado sobre el sexo lésbico (I)