Vivimos de muerte, morimos de vida, y en la víspera del Día de Todos los Santos tenemos que celebrar esta ironía con la exaltación de nuestros sentidos, que, dicho sea de paso, suele otorgar sentido (por amor y desamor) a nuestro día a día.
Halloween no es una fiesta cualquiera, y no solo lo es para el comercio. ¿Sabíais que más de un club BDSM ha nacido a raíz de Halloween? Pues sí, hay mucha gente que se ata al placer del cautiverio, liberándose de todos los prejuicios en esta noche. Y es que el 31 de octubre no es una fecha ordinaria, es un símbolo cultural en todo Occidente sobre el que recae una cuestión de conciencia: la de la finitud de la vida y, entre otras, la materialización de las fantasías. Y, como sugeríamos al principio, cuando los términos existenciales se enfrentan a lo que no podemos explicar, nos agarramos a lo mundano o nos evadimos momentáneamente de la realidad, fijamos los pies sobre la tierra o desplegamos alas hacia otras vidas. Estrategias que, finalmente, convergen en nuestros hechos culturales: como, por ejemplo, recordar a los muertos y ataviarnos como si lo fuésemos, para hablar, sonreír, festejar y –entre nuestros preferidos– tener sexo.
Así que, con Halloween a la vuelta de la esquina, surgen otras preguntas de andar por casa (y no por ello banales): ¿voy a triunfar o será una noche más en el calendario de las desdichas? ¿Se atreverá mi pareja a poner más picante en el sexo o me disfrazo de vampiro y practicamos edging durante horas? Aunque no lo parezcan, son cuestiones esenciales de comunicación que pueden conduciros a una vivificante relación de pareja. Y es que, a veces, y sobre todo en esta noche, actuar como un muerto viviente puede resucitar una relación de ultratumba. ¿Quieres saber si vas a tener sexo del bueno en Halloween? Esto es un juego, los juegos tienen un destino y nosotras te lo auguramos con este Quiz. Tiene 7 posibles finales que cambiarán en función de cómo veas la vida. ¡Adelante!:
¿Truco o trato?
No te deprimas si tu resultado es negativo. Todo tiene truco, todo puede cambiar, pues, en verdad, la vida es contingente, no es juego, no tiene destino… aunque saber jugar, saber hacer tratos, posibilitará descubrir multitud de finales felices. Finales que nunca son iguales y suponen el comienzo de nuevas aventuras.
