Este titular puede parecer un tanto críptico, como si lo hubiese escrito Agustín Fernández Mallo (sinceramente, no veo yo a uno de los exponentes de la Generación Nocilla escribiendo de esa app del demonio que es Tinder) o como si fuese parte de una canción de Héroes del Silencio, de esas que nadie entiende la letra (al cantante, alias carrillos chupados, sí que le veo más de Tinder, para ser sincera, y le intuyo pedante, muy pedante). Pero no, este titular es mío, solo mío, aunque la historia que hay detrás le ha acontecido a una amiga, ya quisiera yo que me pasase a mí, pero claro, hay un elemento crucial del que no dispongo: el coche.
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La semana pasada, Cristina me cogió las manos emocionada cuando estábamos en el patio del cole, violando todas las directrices Covid, esas que dicen que no nos toquemos ni con un palo. Pero no era para menos: había recibido un anónimo. Cris forma parte de este grupo de MILF que hemos creado en el cole de las peques (somos seis), a cada cual más buenorra y, claro, estando de buen ver, no me extraña que alguien le hubiese dejado un anónimo, aunque eso fuese casi una cosa digna de una novela de las hermanas Bronte, también es cierto. Y eso me lleva a pensar que el autor de la nota no es un millenial porque si no, la habría contactado de otra manera, no sé, pidiéndole su Insta o algo así. Pero volvamos a la nota…
Decía así y hago una reproducción literal del texto: «Me gustaría conocerte sin que se enteren ningún vecino. Solo tu y yo. Soy el chico que tiene la niña y el niño. Piensalo. Te espero». Y un número de móvil.
Analicemos la nota, por partes.
De primeras, me molesta mucho que no haya puesto tildes y que diga, en plural, «enteren» cuando es sujeto singular, pero esto es defecto de escritora, que a lo mejor eran los nervios de este romántico porque no le pillasen en el último minuto dejando la nota en el coche de Cris. Pero también os digo desde aquí que lo de no escribir correctamente es motivo de unmatch en Tinder a las primeras de cambio. Apúntatelo, Evaristo (vamos a imaginar que se llama Evaristo, pero podéis llamarle como queráis; Ezequiel, Ignacio o Hermenegildo).
De segundas, el mensaje le dice «Me gustaría conocerte sin que se enteren ningún vecino». Anda que ha puesto que sin que se entere su marido (Cris tiene santo). No, el santo se la trae al pairo a Evaristo, él lo que quiere es mojar el churro con Cris, pero chato, si nos ceñimos a la definición de vecino, ¡su marido también es tu vecino! ¿No? Quizás sea simplemente una señal de negación: deseo a la MILF y hago como si no estuviera casada, pero vaya… Otra posible explicación de ese «sin que se enteren ningún vecino» es que Evaristo esté también casado. Y es muy plausible considerando la siguiente parte de su nota, «soy el chico que tiene la niña y el niño».
A ver, Evaristo, como elemento diferenciador, decir que uno tiene un niño y una niña, la parejita, la verdad es que muy distintivo del resto de hombres, de la urba de Cristina no es. No has puesto «el que tiene la cicatriz en la cara», «el del Volvo gris metalizado con cristales tintados» o «el del pelo azul». Ya sabemos que en España no se tienen muchos niños y que la natalidad está a la baja, pero con lo del niño y la niña juegas mucho al despiste. Quizá lo has puesto pensando que Cris alguna vez se haya fijado en ti cuando ibas con tus churumbeles y, desde aquí, ya te decimos que no: que Cris no sabe quién cojones eres. Nos lo ha confirmado, así que, para la siguiente nota, esfuérzate un poco más.
Pero más allá del mensaje, Evaristo, ¿no había otra cosa que una puta servilleta cutre que has cogido mismamente del bar de la esquina de vuestro barrio? Y menos mal que no estaba sucia y con manchas de chorizo, pero no sé, chico, algo un poco más elevado, más estiloso: una hoja arrancada de una libreta, y bien arrancada, no con mordiscos en el papel. Yo que sé: un formato un poco más elaborado, que la servilleta es cutre, joder. Querrás ligar con Cris, pero conseguirlo con una mierda de servilleta, no, hombre, no, déjale un papel más cuidado, caro incluso. Y lo pones en un sobrecico, que tampoco hay necesidad de que todo el mundo lo vea.
No sé, quizá el mío sea un análisis simplista, pero yo veo ahí a un hombre que folla mal, que no trabaja los detalles, que enseguida va a lo genital, un falocentrista, un aquí te pillo, aquí te mato. La conquista y la seducción requieren de cierta prosa, Evaristo. Te diriges además a una mujer casada y con sus necesidades cubiertas. Desde aquí, mi consejo que ya sé que no me has pedido, pero te lo doy y gratis: esmérate un poquito más en la próxima MILF a la que le dejes una notita en el coche. Cuida el mensaje, la ortografía y, por supuesto, el papel. Puedes pasarte por una papelería y preguntar por papel de buena calidad que no se deteriore a la intemperie, por ejemplo.
Cris está contenta porque, oye, estas cosas suben el ego, claro que sí, y además demuestran que el romanticismo no ha muerto y que hay por ahí Evaristos sueltos, que tienen niña y niño y que creen que se puede ligar con un anónimo escrito en una servilleta arrugada. Qué ternura.