Se acerca la que es la fecha más edulcorada del año, y que me perdonen las Navidades: la del bebé regordete que va lanzando flechas. Esa fecha que hace que los periodistas recibamos, de media, unas diez notas de prensa diarias (y eso desde al menos un mes antes) sobre todo tipo de pistas para disfrutar de ese maravilloso día: cómo cocinar unos platos con amor; las posturas sexuales para disfrutar de ese día con tu pareja; ocho regalos insospechados para regalarle en San Valentín… Su puta madre.
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Ese es mi resumen de este día que me genera entre ganas de potar y urticaria. Pero, dicho lo cual, como me debo a mi público y sé que hay gente que vive el 14 de febrero con devoción y pasión, os voy a dar la mejor idea de regalo para el día de los enamorados. Y viene de Inglaterra, como el buen té, los scones y las galletas de mantequilla. Y no lo he descubierto yo, ojito, sino que es una información jugosa que me hace llegar mi amigo Chema: qué sería de esta sección sin las aportaciones de mis amigos…
Pero volvamos al mejor regalo para San Valentín y os lo voy a decir en una palabra: chocolate. ¡Qué previsible, Lucía, esperábamos más de ti, pues vaya mierda de originalidad, diréis! Menudo regalo manido, bombones de chocolate, pues vaya…. Un momento, un momento, que no es cualquier chocolate: hablamos de chocolate belga (ya sabéis, los belgas que hacen competiciones de orgías siempre en nuestro equipo) pero estos bombones concretos tienen una forma muy particular. La de tu culo. Sí, es lo que hace, entre otras cosas, la empresa británica Edible Annus, anos que se comen, literalmente.
La idea ya es totalmente disruptiva, pero, si os fijáis en su lema o en los vídeos que ilustran su web, comprenderéis que estamos ante la idea del siglo, ya puede ir echándose a llorar la Paltrow y sus velas con olor a coño. Esta gente se va a comer el mercado, no hay competencia, son unos adelantados a su tiempo. Los británicos que, viendo su lema fijo que están por el Brexit (The Anus that Makes Britain Great), te venden tu orto en diferentes formatos. Tenemos el tradicional chocolate que, a mi entender, es el más adecuado para estas fechas de las que hablamos: «Cariño, te has acordado y me has traído unos bombones por San Valentín, qué detalle», dice ella encantada al ver la cajita con tres exquisiteces, delicadas como pétalos de flores. En chocolate negro, blanco y con leche (yo soy fan del negro y convendréis conmigo que es el color que pega más, por aquello de dar más realismo a la cosa). Y mientras, la rubia se mete uno tras otro los bombones en la boca, un beso negro en toda regla, perfecto maridaje de gula y lujuria.
El bombón tiene la forma de tu ano gracias al molde que habrán preparado previamente. Bueno, tampoco vayáis a pensar que esto es una locura y que qué vergüenza verte ahí espatarrado/a mientras un señor con bigote te pone los materiales para obtener el molde de tu ano. ¿Pues no hay gente que se lo blanquea? Pues ídem, no pasa nada. Y oye, si no quieres que este señor de bigote que, por otra parte, parece encantador, te tome las medidas de tu ano, también te puedes pedir el kit para hacerte el molde en casa. Por 13 miserables libras te pones y en una tarde tienes el molde de tu culo, eso sí, necesitarás de un amigo abierto de miras (an open minded friend dicen los cachondos en las instrucciones del kit) para que te eche una mano en la tarea. Y lo de echar una mano nunca antes fue tan literal…
Porque, ¿quién no tiene un amigo/a para echarnos una mano? Yo me imagino así: «Pris, ¿qué haces mañana por la tarde? Mira, no no, no es para venir a hacer de canguro de la peque, es que necesito que me ayudes a hacerme un molde del culo». Un favor como cualquier otro. Y si Pris no puede, pues se lo digo a Chema, a Gemma, a Rosana… alguno habrá que pueda, ¿no?
Pero sigamos con los anos que «volverán grande a Reino Unido». Aparte del chocolate, también puedes llevarte cerveza que sabe como el culo; tu culo en plata (esto ya es un poco más carillo, 550 libras, aunque lo hay en bronce por 450) y lo puedes poner de elemento decorativo en tu casa. Encima del radiador, por ejemplo. O de cenicero en la mesa del comedor. En la web, hay un señor que hace un unboxing (Unboxing with Gabriel) con estos anos y, si estáis de bajona, yo os recomiendo que os pongáis ese vídeo en bucle. Yo acabo de contactar con Gabriel, sin ir más lejos, porque si él es capaz de venderte esos bombones en forma de culo mientras se toma un café diciendo, por ejemplo, que cada una de las líneas de ese bombón cuenta una historia, tu historia… no sé, este consigue vender cualquier cosa. Gabriel es el Bécquer de los culos, sin duda. Lo quiero en mi equipo, como a los belgas.
¡¿Es o no es una fantasía total esto?!
Y la última recomendación: si vas a comprar los bombones-culo pero no vives en Reino Unido (estoy llamando a Aduanas para que me aclaren qué pasa con el Brexit), estos emprendedores te recomiendan que los pilles en una caja en frío (7,80 libras). Por aquello de que te lleguen en forma de bombones y no como un culo cagón con diarrea. Que viva Inglaterra.