No sé si los creadores de los vampiros como mito erótico tenían conocimiento de la biología de los murciélagos en los que personajes como Drácula podían transformarse, pero no me extrañaría nada. El comportamiento sexual de algunas subespecies es fascinante. Cortejo alado con complejos bailes que incluyen excitantes cantos guturales y cruentas peleas para enamorar a las hembras, poligamia, homosexualidad, felación, cunnilingus, coitos colgando boca abajo de los árboles…
A pesar de las variadas formas de cortejo y reproducción de los murciélagos, los investigadores tenían muy claro que, como mamíferos, el ritual incluía penetración vaginal; por eso, el ecólogo evolutivo y profesor en la Facultad de Biología y Medicina de la Universidad de Lausana (UNIL), Nicolas Fasel, especialista en estos animales y fascinado por lo que describe como «el increíble sistema reproductivo de los murciélagos», no entendía cómo podía lograr la penetración el Eptesicus serotinus o murciélago hortelano.
Durante el curso de una de sus investigaciones, el reputado biólogo descubrió que «el pene erecto de esta especie es simplemente increíble», «súper largo», de unos 1,6 centímetros, lo que representa el 22% de la longitud total de su cuerpo (unos 7 centímetros de la cabeza a la cola). Considerando que el tamaño de los penes de la babosa Ariolimax Dolichophallus y del Gran Calamar de la especie Onykia ingens igualan al de sus cuerpos, el del pato zambullidor argentino lo duplica y el del percebe es hasta ocho veces más largo, podríamos pensar que a Nicolas Fasel le había cegado la pasión por el murciélago hortelano.
Pero nada más lejos de la realidad, ya que no solo importa el tamaño del miembro, sino también el de la vagina, y aunque la cérvix de las hembras del Eptesicus serotinus son «inusualmente largas», los penes de sus congéneres son unas siete veces más largos y siete veces más anchos que sus vaginas, por lo que «tanto el tamaño como la forma del miembro de esta especie de murciélago harían imposible la penetración tras la erección».
Entonces, ¿cómo demonios lo conseguían? ¿Lanzaban el pene a distancia como los percebes, los Onykia ingens o los patos argentinos? Imposible, los hortelanos se apareaban pegados, en una postura similar a la de la cucharita. Parecía que la cópula del Eptesicus serotinus quedaría como un enigma sin resolver… hasta ahora.
Un pene muy habilidoso
Un bendito día, Nicolas Fasel recibió un correo de otro apasionado de los murciélagos, el holandés Jan Jeuker, que había grabado multitud de apareamientos de Eptesicus serotinus residentes en el ático de la iglesia de su localidad. Estas grabaciones, sumadas a otras realizadas por Fasel en un centro de rehabilitación de murciélagos ucraniano, dieron la clave: el sexo de los murciélagos hortelanos es sin penetración.
Durante el ritual del apareamiento, los machos se acercaban por detrás a las hembras, las agarraban por la nuca, separaban con los tejidos táctiles del pene la membrana de la cola de aquellas y mantenían unidos los sexos por un tiempo que oscilaba entre 53 minutos y 12,7 horas. Es decir, el pene del macho actuaba como «un brazo» y el apareamiento era «por contacto».
«Estos murciélagos utilizan las membranas de la cola para volar y capturar insectos y las hembras también las utilizan para cubrirse las partes inferiores y protegerse de los machos», explicó Fasel, «pero los machos pueden utilizar sus enormes miembros para superar la membrana de la cola y llegar a la vulva». Un comportamiento que «se asemeja al beso cloacal de las aves, en el que el macho situado sobre la hembra transfiere el esperma utilizando la vía de la cloaca, el mismo conducto usado para excretar».
La investigación, publicada en noviembre de 2023 en la revista Current Biology bajo el título de Mating without intromission in a bat, a novel copulatory pattern in mammals, ha revolucionado este campo de la biología, al ser la primera vez que se documenta el sexo sin penetración de un mamífero, pero también ha dejado muchos cabos sueltos. El más relevante, cómo se transfiere el esperma a la vagina, ya que el único dato observable fue un rastro de humedad en el vientre de la hembra.
La coautora del estudio, Susanne Holtze, científica principal del Instituto Leibniz para la Investigación de Zoológicos y Vida Silvestre en Berlín, respondió a las críticas sobre los cabos sueltos de la investigación aventurando que «puede ser que haya algún tipo de succión involucrada», pero que todavía no podían «responder completamente en qué consiste este mecanismo», por lo que eran necesarias nuevas investigaciones al respecto.
No obstante, Holtze, especialista en reproducción asistida en animales, recordó que «Hay más de 1.000 especies de murciélagos y muchas de ellas también están en peligro de extinción. (…) Hasta el momento no se ha establecido ninguna estrategia suficiente para la reproducción asistida», por lo que este descubrimiento ayudaría a encontrar una forma de inseminar artificialmente a los murciélagos.
De hecho, el equipo planea seguir estudiando el apareamiento de los Eptesicus serotinus y de otras especies, con técnicas como «una cabina porno para murciélagos, que será como un acuario con cámaras por todas partes».
Hasta que es momento llegue, insto a todos nuestros lectores de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Valle del Ebro y País Vasco (áreas donde se localiza esta especie en nuestro país) a documentar con sus móviles y cámaras los apareamientos de murciélagos hortelanos que observen, con todo el respeto del mundo y a una prudencial distancia.
Yo, por mi parte, intentaré comprobar de primera mano y con profundo rigor científico si el comportamiento sexual del hombre murciélago más famoso del mundo incluye lo de los cunnilingus y coitos de 12 horas. No me esperéis levantados. Baaaaaaat Maaaaaaan.