BDSM

Privación sensorial para principiantes: La vista

En el ámbito de la sexualidad, la privación sensorial es la restricción total o parcial de un sentido para provocar nuevas sensaciones y emociones; las más comunes son incrementar la percepción de otros sentidos del sumiso, centrar su atención en los que no estén restringidos, limitar su capacidad de reaccionar, generar en él un sentimiento de despersonalización, provocarle ansiedad, anticipación, «premiar o castigar su conducta» en los roles dominación/sumisión y liberar su mente para que pueda disfrutar con más intensidad de la experiencia sexual.

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Privación de la vista

Los sentidos nos permiten percibir el mundo, interpretarlo y actuar en consecuencia. Aunque tradicionalmente se han clasificado en cinco (vista, oído, olfato, gusto y tacto), muchos investigadores defienden la existencia de otros como la cinestesia o percepción del movimiento (espacio y tiempo), nocicepción o percepción del dolor fisiológico, equilibriocepción o sentido del equilibrio y termocepción o percepción de la temperatura. En el mundo BDSM, se priva tanto de los sentidos tradicionales como de los que no lo son, con capuchas o máscaras, sacos de momificación, cintas adhesivas, orejeras de protección acústica o suspensiones y otros instrumentos.

Unas prácticas complejas y peligrosas en muchos casos, que requieren técnica depurada y una larga experiencia, fundamentadas en los pilares inamovibles de toda relación sexual: sexo sano, seguro y consensuado. Por ello, y como este artículo es BDSM para principiantes, solo te daré consejos básicos para la privación de uno de los sentidos principales: la vista.

Privación sensorial de la vista: Advertencia

Los ojos reciben (de manera consciente e inconsciente) el 80% de la información del mundo que nos rodea, que luego es procesada por el cerebro (en concreto, el 50% de este se dedica únicamente a esto, imagina). Cuando privamos de la visión, el cerebro se pone en alerta y los otros sentidos se incrementan para suplir su ausencia, pero no es la única consecuencia. En un nivel psicológico, el sumiso experimenta un chute de adrenalina porque siente una mezcla de miedo, deseo, indefensión y anticipación muy fuertes; por eso, hay que ser especialmente cuidadosos y responsables, ya que dependiendo de la personalidad de nuestro amante, este puede llegar a experimentar ataques de ansiedad y pánico. También hay que ser cauteloso como sumiso: conocer muy bien a la persona a la que concedemos el poder, ir poco a poco en la experiencia para marcar los límites de nuestra tolerancia y ser sinceros si advertimos que la situación nos está superando.

Si te gustan prácticas BDSM como el spanking, la cera, el pinzamiento de senos, etc., es importante que tengas esto muy claro: como el cuerpo está más sensible, las sensaciones serán más fuertes y, por lo tanto, habrá menor tolerancia al dolor y este será percibido de otro modo. Aumenta gradualmente la intensidad de cada práctica, altérnala con otras y sé más consciente y responsable que nunca para parar cuando hay que parar.

Cómo privar de la visión

Como sois principiantes, escoged pañuelos, vendas y máscaras que no sean totalmente opacas para que el sumiso no se sienta tan indefenso. El tejido debe ser suave y de materiales naturales como la seda o el algodón y la atadura, fácil de desanudarse y poco apretada para que no le dañe los ojos. También puedes ordenarle que no los abra o que se vende a sí mismo, como parte del rol de dominación/sumisión. Otra manera de privar de la visión es apagar la luz totalmente, aunque la experiencia puede ser muy fuerte al entrar en juego el miedo ancestral a la oscuridad en sí. Luego… juega.

El objetivo principal de esta práctica erótica es aumentar los otros sentidos, ¿verdad? ¿Y qué mejor sentido que el del tacto? Cada centímetro cuadrado piel tiene 170 puntos sensoriales, terminaciones nerviosas capaces de percibir vibraciones de tan solo 0.00002 milímetros de amplitud y reaccionar en 0,16 segundos ante una caricia. No cometas el error de centrarte en los genitales o los pechos, recorre todo su cuerpo con los dedos, las uñas, los labios, la lengua, plumas, hielos… o demórate en una porción de piel hasta que lo que experimente sea tan placentero que le resulte casi insoportable.

Explora otros sentidos: susúrrale, ordena, gime en su oído con suavidad; dale a probar frutas jugosas, chocolate, tus dedos untados en nata, tu lengua húmeda; acerca tu antebrazo a su cara, tus senos, tu sexo, para que perciba tu aroma único y se dispare el deseo por la anticipación. La clave, como en toda experiencia erótica, es la imaginación… y las ganas de dar y sentir placer: siéntelo: disfruta de la visión de su cuerpo desnudo e indefenso, del tacto y calor de su piel, del olor de su carne, de su sabor, de sus súplicas y gemidos, del poder de sentirle a tu merced. Hazle volar y vuela.

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