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¿Sabes qué es el BDSM? Probablemente, ahora te has asustado porque suena a algo doloroso. No puedo empezar diciendo sino que el BDSM, a pesar del significado del acrónimo, no contiene necesariamente bondage, es decir, no tiene por qué haber restricción del movimiento, aunque sí suele ser el trampolín para iniciarse en la dominación.
BDSM significa Bondage, Discipline, Sadism y Masochism, o sea, que sí hay una razón para asustarse, pero, como veremos a continuación, todos estos términos se recogen bajo el paraguas de los juegos sexuales sensatos, seguros y consensuados (SSC), y otras (mal llamadas) parafilias.
Abre la mente, habla, aprende, experimenta y disfruta: ¡nos iniciamos en el BDSM!
¿Qué es BDSM?
BDSM, como decía, es bondage, dominación/disciplina, sumisión/sadismo y masoquismo (sadomasoquismo), que incluyen una infinitud de prácticas sexuales que, en sí, son la materialización de las fantasías eróticas femeninas y masculinas más comunes. ¿Nunca has sujetado o te han sujetado las manos mientras practicabas sexo? ¿Puedes imaginar que en vez de sujetarlas están atadas con alguna cinta de seda, cuerda o esposas? Por decirlo de una manera simple, esto sería BDSM light (aunque esta expresión no es muy acertada), quizás el idóneo para iniciarse: unas esposas, un pequeño látigo y una interpretación doméstica con roles de dominante-dominado. ¿Quieres saber cómo convertirlo en una práctica incluso más excitante para salpimentar tu relación?
Puedes empezar utilizando únicamente una venda para los ojos (privación sensorial), cintas de seda o esposas (las ataduras, cuanto más suaves, mejor) e introducir otros elementos que puedan ser erotizantes: los cachetes en las nalgas (spanking), una fusta (flogger) o un cinturón (instrumentos de picadura) y algún disfraz pueden ser la expresión de muchas de nuestras fantasías, tanto de las fantasías sexuales de los hombres, como las de las mujeres. Pero, antes de hacerlo, lo primero es hablarlo.
Me atrae, pero ¿cómo empiezo?
Poco a poco… nadie necesita a un Christian Grey en su alcoba por mucho que nos exciten sus historias. De hecho, lo primero que se debe hacer es hablar con nuestra pareja o amante sobre el tema. Puede ser tan sencillo como preguntar si compramos estas o aquellas esposas, si bien la conversación no debe quedar ahí. Tras las primeras risas nerviosas y la adquisición de los objetos que vamos a usar, hay que seguir hablando: a quién le gusta que le aten, qué quiere que le hagan cuando no pueda mover las manos y qué claves fijamos si el sumiso quiere aminorar la frecuencia del spanking, además de otros pequeños, pero importantes detalles. Por cierto, si tienes dudas sobre las palabras que se emplean en los juegos de sumisión y dominación, te recomiendo que tengas a mano nuestro Diccionario BDSM para kinksters advenedizos.
Reglas, límites y trucos para empezar a dominar
A veces, esto se convierte en un escollo. En muchas relaciones, uno de los miembros soporta las incomodidades de interpretar el rol masculino-machito-dominante que, supuestamente, le impide disfrutar de cierta sumisión durante el acto sexual. Ser castigado no tiene que significar que esa persona vaya a ser humillada. Es más, tal y como nos contaba Venus O’Hara «[…] si te portas muy mal, acabas controlando tu castigo y todo el juego». Y como todo juego, el BDSM tiene sus reglas, sus límites y sus trucos.
Reglas
Las que quieras, pero te voy a poner un ejemplo. Si uno es un sumiso «paciente» cuyo tratamiento consiste en vendarle los ojos, y ser atado con cintas a los cuatro extremos de una cama por su «enfermera sexi», las reglas pueden ser: él tiene que comportarse en todo momento como un buen paciente aceptando y acatando todo lo que su enfermera le dé u ordene. Ella puede poner nata en su boca, restregar su cuerpo contra él, generarle cosquillas con un teaser, masturbarle y ordenarle que aguante el clímax (edging) o… ¡recetarle un cunnilingus! Y si alguna regla se infringe, se le ata de espaldas, se le da una serie de suaves cachetes y… seguimos jugando.
Límites
Siempre son los mismos: el dolor físico, la humillación o, simplemente, una sobrevenida falta de apetencia. Por eso es muy importante hablar, fijar claves y tener un plan B. La confianza hará que puedas decirle a tu pareja lo que quieres, pero también que cuando oigas o veas una clave, previamente acordada para parar o aminorar, esta se cumpla a rajatabla. Además, esa conversación también te llevará a que acordéis medidas alternativas del tipo «qué hacer si se rompen las llaves de las esposas».
Trucos
Cuanto más sencillos, mejor. Digamos que, además de haber sido atado, se le ha puesto una mordaza. Lo normal es que hayas pactado algún tipo de señal con los dedos para pedir que se pare o que se afloje el ritmo de la dominación. En cualquiera de los casos, con o sin mordaza, el mejor truco para que todo siga un ritmo fluido y la práctica del BDSM pueda durar más, es que el que domine le haga –cada cierto tiempo– una señal al dominado. Por ejemplo, apretar dos veces la yema de sus dedos puede significar «¿Te está gustando?»; si el dominado aprieta una vez sería «No, para»; dos veces, «Sí, pero afloja»; tres veces, «No pares, ¡me muero de gusto!». Así, la función puede continuar.
Los verdaderos expertos en BDSM son unos artistas que tienen mucho respeto –diría admiración– por las personas que dominan. Las respetan, puede que las amen y, por supuesto, es muy probable que practiquen uno de los actos sexuales más alucinantes sobre la faz de la Tierra. Pero, para ello hay que saber muy bien cómo hacerlo. Entre tanto aprende, juega, disfruta, ama y sé amado.
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