El otro día leí una breve anécdota de la Primera Guerra Mundial. Mansfield George Smith-Cumming, el primer jefe de lo que se convirtió en la sección extranjera de la Oficina del Servicio Secreto Británico o MI6, había propuesto a sus hombres que utilizaran su semen como tinta invisible. Considerando que «Cum» traduce «Semen», la historia me pareció más falsa que la de Ricky Martin, el perro, la chica y la mermelada. No podía estar más equivocada.
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Retrato de Mansfield George Smith-Cumming
¿Nos hacemos unas pajillas?
En el libro Secret History of MI6, el profesor Keith Jeffery, al que se le permitió el acceso a los archivos secretos del Servicio Secreto de Inteligencia Británico (MI6), cuenta una anécdota grotesca. Por lo visto, Walter Kirke, jefe adjunto de la inteligencia militar en Francia durante la Primera Guerra Mundial, escribe en una entrada de su diario fechada en 1915, que Mansfield Cumming (conocido como «C»), estaba haciendo «varios descubrimientos para conseguir tinta invisible en la Universidad de Londres».
Los investigadores, además de experimentar con sustancias orgánicas domésticas fáciles de conseguir, como vinagre, jugo de cebolla, saliva, orina y leche, también recurrieron a una variante de esta última: el semen. Por lo visto, este fluido era una tinta invisible muy eficaz porque no reaccionaba a los métodos de detección usuales en la época, como la carbonización. Además, contaba con otras dos ventajas: podía ser leído perfectamente y era sencillo de conseguir.
Según el historiador y autor británico Piers Brendon, «Cumming estaba tan contento de descubrir que el semen hacía una buena tinta invisible que sus agentes adoptaron el lema: Cada hombre su propio estilo».
Ya me imagino la escena…
—Agentes del M16, presenten ¡armas!
—Yo no puedo, la tengo escocía.
—Ni yo, mi mujer cree que tengo una amante.
—Yo es que sin spanking…
—Cago’en… Qué venga James Bond.
—Está ocupado follándose a una espía pa’ sacarle información.
—No somos na’.
Frank Stagg, miembro del personal cercano a Mansfield Cumming, declaró que nunca olvidaría la emoción de sus jefes, cuando uno de sus colaboradores descubrió que «el semen no reaccionaría al vapor de yodo», uno de los métodos más eficaces para detectar si se ha alterado la fibra de papel con, por ejemplo, un bolígrafo. «Pensamos que había resuelto un gran problema», concluyó.
Esto huele a rayos y encima brilla
Quizá habían resuelto un gran problema, pero por lo visto había otro: el semen reseco olía a rayos y podía detectarse por el olor, así que era necesario utilizar «tinta fresca». En su libro Prisoners, Lovers, and Spies: The Story of Invisible Ink from Herodotus to al-Qaeda, la historiadora Kristie Macrakis cuenta que «los hombres comenzaron a experimentar alegremente con el nuevo descubrimiento. Obviamente, la principal forma de producir semen en la oficina era a través de la masturbación. Según los informes, el agente que había descubierto el uso encubierto de semen tuvo que transferirse a otro departamento después de que otros miembros del personal se burlaran de él. Un oficial en Copenhague tomó el nuevo descubrimiento tan en serio que «lo guardó en una botella, porque sus cartas apestaban y tuvimos que decirle que era necesaria una nueva operación para cada carta».
Además, el plasma seminal no era tan indetectable como creían: lo revela la luz ultravioleta.
Este compuesto tiene gran cantidad de sustancias (aminoácidos, fósforo, potasio, ácido cítrico, carnitina, calcio, sodio, fructosa…) que proceden principalmente de las vesículas seminales y la próstata. Las vesículas seminales producen una densa secreción, rica en fructosa, que también contiene pequeñas cantidades de un pigmento amarillo, flavinas en su mayor parte, que le aportan una fuerte fluorescencia a la luz ultravioleta. Es decir, cuando se enfoca semen con una luz ultravioleta, este brillará con una luz blanca azulosa fluorescente (por eso, cuando los del CSI iluminan las sábanas de la víctima, estas parecen un lienzo de Pollock).
Así que los del M16 tuvieron que estrujarse el cerebro en vez de la polla de sus agentes, para conseguir otro modo de ocultar sus mensajes. No más semen en cartas, la de matrimonios que se habrán salvado por eso… Lo que parece seguir funcionándoles muy bien, por lo menos para conseguir información, es 007. Viendo a Daniel Craig, no me extraña.