¿Cuál es el secreto de las mujeres? ¿Qué es lo que se supone que deberías saber de ellas? ¿Los amantes que han tenido? ¿Que no se sientan en los baños públicos? ¿Que les ponen papel higiénico? ¿Que no revelan el precio de las cosas que compran? Bueno, estas y otras generalizaciones (haciendo de «generalizaciones» un eufemismo) son las que puedes encontrar en ciertos magazines y publicaciones en redes sociales. Sin embargo, en este relato erótico de Karen Moan vas a encontrar una o un par de respuestas que quizá no sean muy precisas, pero que, desde luego, son mucho más honestas y hablan de un espacio común dentro de lo erótico.
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¿Cuál es el secreto de las mujeres?
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Narración: Karen Moan
¿Cuál es el secreto de las mujeres? Aquel tan anhelado de conocer, descifrar, aquella clave, clic, botón que nos destapa finalmente ante el mundo.
Hay una tienda de ropa llamada Women’secret. ¿Os habéis pasado, cazadores, alguna vez por allí?
Venden pijamas, lencería y más pijamas. De hecho, mi última adquisición fue un acolchado conjunto del búho de Harry Potter. ¿Será que mi secreto tiene que ver con la magia? O que ese cozy pijama que nunca podría usar en una cita relata quien soy yo sin una cita.
Pero además de ese anecdótico pijama en la tienda hay, sobre todo, ropa interior, encajes, transparencias y pedazos de tela que hacen dos funciones; la propia y la ajena.
¿Cuál es nuestro secreto? ¿Funcionar para nosotras mismas y para vosotros? Quizá es vivir en esa, cuando posible, dualidad. Vestirnos de pijama de búho en casa y de encaje rojo en la vuestra.
Planear ambas cosas. En nuestro pijama de búho, usar el móvil y enviaros mensajes que alternan lo fluffy del conjunto, con el calor que produce, mientras os contamos las ganas que tenemos de estrenar el sujetador guarrísimo, diminuto e inútil, excepto para vuestros ojos e imaginación.
¿Es nuestro secreto desear y planear que el vuestro se materialice? Pase o no pase, se quede en expectativas o supere la realidad
¿Consiste en meternos la mano en el pijama del Potter, calentito, porque nos habéis enviado una invitación a un fin de semana en…? ¿Consiste en hacernos fotos con el sujetador rojo furcia delante del espejo (previa masturbación íntima porque si no, joder, las redes sociales son un peligro, que ya nos gustaría a nosotras eso del sexting o la videocámara porno)?
Quizá el secreto está en que da igual el pijama, la lencería o una puñetera toalla de playa porque no hay tal secreto. No somos tan distintas en lo que queremos, quizá sí en cómo lo planteamos, pero sinceramente creo que ese imaginario fluffy o de encaje también puede encajar en lo que vosotros queréis.
Ejemplo práctico:
Llegas a mi casa y me ves bajo una manta con un pijama de pies a cabeza en el que apenas me reconoces, solo por mi cara, te sientes a mi lado y, tras encontrar tu lugar en mi selva (si soy tigre, sé gacela; si soy cocodrilo, rana; o si soy unicornio, pues te lo puto-inventas), y mientras nos cazamos o yo a ti, me dejas que te coma, que te quite la ropa del curro a mordiscos y, que una vez desnudo y sintiendo mi pijama de franela, decida desabrocharme la cremallera despacio. Porque viéndote ahí, tocado y hundido, me pongo cachonda y decido que mi pijama vale para los dos o para ninguno..
O que llegues a casa y me encuentres con lencería guarrísima de encaje y me preguntes «¿Qué hago contigo…? Porque…», y yo responda a esa incógnita bailándote con el culo muy cerca de tu cara pasmada, hasta que me entiendas que puedes hacer lo que tu quieras porque hoy me apetecía ponértelo fácil y si no, ¿de qué esta ropa, que desaparece mucho mas rápido de lo que apareció, sustituida por una polla y unas manos muy mandonas?
Quizá no hay tal secreto, quizá es tan solo que me digas «¿Qué te apetece que me ponga mañana?».