Relatos eróticos

Mis masturbaciones son frustrantemente efectivas – Crónicas Moan (by Eme)

Amanecer con una mano en tu sexo, amanecer con un orgasmo. No te pierdas este relato de Karen Moan.

Sigue más abajo…

Relatos eróticos

Mis masturbaciones son frustrantemente efectivas

Pulsa play para activar el audio:
Narración: Karen Moan

Mis masturbaciones son frustrantemente efectivas. Sí, está claro, conozco las teclas, y los pensamientos que las despejan de su embotellamiento. Recién despierta, mi caliente mente va mucho más rápido que el resto. ¿No te apetece hacerle el saludo al sol con un bonito orgasmo? La verdad es que le he hecho caso mil veces, y mis orgasmos mañaneros son una mierda de mini-espasmo soñoliento que apenas me llega a los muslos. Siempre pienso lo mismo, puff, con lo que soy capaz de…

Como contigo.

Recién despierta, mi caliente mente sabe que estás al lado, de hecho, la cerda me despierta mucho antes de que suene el despertador, y le manda a mi mano que coja la tuya y la plante ahí, plof, encima de mi coño.

Tú ni te has despertado aún, pero con ese semi-brusco movimiento lo haces y siempre escucho una risilla entre floja y resignada. «Joder, esta tía ya está buscando guerra, con el sueño que tengo, será, será….».

Y entonces acompaño tu posible duda con un dulce y casi sordo gemido, ah… Y tu mano sutil, obedece acariciando despacito, con sueño, hasta que de refilón toca mi abertura y la encuentra mojada, ¿ya? No sé de donde saco esa capacidad de lubricarme, pero doy gracias al dios de los coños por ello. Saber que estoy lista te despierta tanto a ti como a mí. Aún son solo tus dedos y mi coño los que se mueven, pero el resto empieza a abrir boca en un bostezo de los que dan gustito. Porque aquí se prevé eso, gustito, gustito.

Y te pido en un aliento, «Tócame el clítoris, porfa».

Te lo pido porque lo haces tan bien, tan como yo, que me parece increíble no haberte dado instrucciones nunca. Cuando un hombre toca bien tu coño… en el mundo de los coños es una puta lotería y, aquí, fue el gordo.

En ese ensoñamiento interrumpido, las sensaciones, la idea, la certeza de un próximo orgasmo provocan esos espasmos que adoras, que me traen a la vida y me sacan de ella.

Tus masturbaciones son frustrantemente efectivas, lo son. Menos que las mías, gracias a dios (al de antes), pero bastante parecidas. En muy pocos minutos, ya estoy retorciéndome de gustazo, ya me estoy agarrando a los barrotes de la cama, ya prefiero la realidad, aunque desvarío como si siguiera soñando. Ya sale la guarra mañanera que da continuidad a la nocturna, sin abrir los ojos, ni una sola  vez desde que mi mente decidió por mí. Ya vuelven los ruegos (que no instrucciones), por favor, méteme los dedos, aprieta, sí, sí, ahora sal, ahora entra, muérdeme el pezón, no dejes nada de mí suelto… gruño, me retuerzo, me despierto, totalmente despierta, escalando el Everest, el puto Everest…

Y por fin abro los ojos, sonrío casi vergonzosa… ¿tu mano? (siempre temo rompértela). Me besas. Que gustito, mmm, que gustito.