Hoy, Karen Moan nos escribe y narra un relato muy breve inspirado en el reciente caso del obispo catalán Xavier Novell, quien colgó los hábitos por una mujer que había publicado una novela erótica. De hecho, esta historia es más bien una oda a ella, Silvia Caballol.
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Envidia
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Narración: Karen Moan
Señor, siento envidia, Señor, Señor, Señor. De ella, de aquella quién cual totum revolutum ha comenzado y terminado la temporada de El Pájaro Espino en un plis plas. Aquella que ha desplumado y aliviado de cruces a tal pajarraco, dejándolo expuesto, con esa piel de gallina tan tierna y despeluchada.
Porque ¿quién Señor?, ¿quién va a acurrucarle ahora y consolar esos terrores nocturnos acompañados de monstruos bajo la cama?
¿Será ella entonces? Aquella quien en su afán por contar cuentos se arrodilló en el duro banco del confesionario, buscando inspiración y la encontró, joder si la encontró.
–Padre, he pecado. Escribo guarrerías, muchas…
–¿En privado?
–No, me dedico a ello.
–¿Solo escribes?
–No, también me dedico a ello.
Bendito Amazon que al día siguiente entregó en mano esa primera novela y, a los dos días, la siguiente. Y que Amazon es el demonio, lo sabemos todos.
Y en esa historia de deshojar margaritas y ojear palabras guarras surgió el amor.
Oh sí, lindísimo capullo, qué feliz nos has hecho, a todas.
A cada una de las que como yo, confieso, generamos pajas edulcoradas con voces de caramelo en esos relatos pringosos de los que come ya nuestro pollo. Porque sí, este pollo es nuestro, ha llegado al corral para que las putas gallinas y los vociferantes gallos cacareen sermones de gozo, cada amanecer, cada bendito amanecer.
Oh, sí Señor, gracias Señor, gracias por dejar que se lo llevaran los demonios.
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