Relatos eróticos con audio

Anonymus – Crónicas Moan (by Eme)

¿Te apuntas a una fiesta de sexo anónima? Solo hay que ponerse una máscara y obedecer.

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Relatos eróticos

Anonymus

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Narración: Karen Moan

–La Anonymus es la manera más bonita de conocer gente –introduzco inocentemente el concepto de una cena que asusta más que ninguna.

Mi interlocutora me mira con ansia, intriga, levantando una ceja.

–¿Y no me puedes contar más?

–No, solo te puedo decir: confía.

Supongo que el tiempo transcurrido desde mi primer evento es la clave. Así que confía.

–Apúntame, aunque estoy nerviosisima.

–Lo sé –contesto–, y eso es parte del asunto.

Esa noche contemplo mi figura delante del espejo, esta vez he elegido una pieza de lencería color coral, y encima una chaqueta negra, interminables tacones, that’s it!

Suena la puerta, puntual. Para este evento más que para ningún otro, la puntualidad es rigurosa. Es necesario que todos los asistentes se encuentren en el mismo momento, porque el inicio de Anonymus es sorprendente. Esa despersonalización que produce distintas reacciones, desde la extrema timidez, a la desinhibición o un «mitad mitad».

Anonymus es un juego que dura toda la noche. Un juego cuyas reglas se van improvisando según los participantes y que tiene como común denominador, un deseado anonimato.

¿Qué te ocurre cuando no eres tú? Aunque sea por un breve espacio de tiempo, si dejas tu yo fuera de la puerta, y entras en un local desconocido con gente a la que no has visto antes o quizá sí pero no de esta manera. ¿Qué ocurre cuando tu nombre deja de serlo y pasas a recrear uno de los personajes de nuestro querido Marqués de Sade? ¿Cómo reacciona tu mente a sabiendas de que en Anonymus hay licencia para mentir?

Los invitados se sientan alrededor de una mesa en la que hay poca hambre y muchas ganas.

¿Quiénes sois? De primeras, unos mentirosos. Y unos pervertidos, porque si salís de la novela de Sade no puede ser de otra manera. También sois muy juguetones, beso, verdad, atrevimiento…

Hemos celebrado muchas Anonymus, y cada una ha sido distinta. Porque cada grupo decide cómo será esa noche de jugueteo, qué harán con sus alter egos, decidirán si seguir el ritmo o imponer el suyo. Y cada asistente a la Anonymus siente que la suya fue la noche. Y lo fue. Porque yo que he tenido el enorme privilegio de ser anfitriona de cada una de ellas, lo corroboro.

Conexiones entre los malvados personajes del Marqués para pervertir a aquella Juliette mujer o Juliette hombre.

–Ven aquí, inocente ser, tócate delante del espejo, muéstranos tus vergüenzas –ordena un Severín que nunca había dominado a nadie. Y ella o él se acercan pretendiendo (o no) una falsa inocencia, mientras deslizan sus manos dentro de sí, para poco a poco descubrir de reojo un tímido coño o una asustada verga que deben dejar expuesta hasta que…

Marquesas desdibujadas en el juego de la mentira que se atreven a ofrecernos su delicioso jugo… Mmm, yo nunca había tenido un squirt

–Mentirosa –farfulla el lacayo de turno, que decide beber de la fuente.

¿Qué hacemos con el sacerdote? ¡¡¡Que pierda su virginidad esta noche!!! Sonoras y crueles carcajadas que suenan al siglo XVIII acompañan a la mujer que se erige verdugo, mientras se enfunda un tremendo arnés de cuero negro, que provoca retortijones de gusto y susto.

Y con Agustín, oh Agustín, el personaje sin historia que siempre siempre termina siendo siervo de nuestras ganas. Agustín, aquel al que prohibimos utilizar su boca más que para arrancar nuestra ropa interior y consolar, uno a uno, nuestros desconsolados sexos.

Mmm, espera, Sade nos ha estado observando y decide que somos demasiado vainillas.

Y… En ese preciso momento, recuerdo que toca sacar el postre.

¿Os imagináis qué es? ¿Qué hacemos con nuestro dulce manjar?

¿Estáis viendo en vuestras perversas cabecitas a Juliette expuesta, a Agustín en vuestra entrepierna o quizá habéis apretado las mismas con fuerza pensando en el sacerdote?

¿Y si os digo que todo, todo es mentira?

¿No es maravilloso tener licencia para ello?