¡El otro día vi unos dibujos animados divertidísimos! Salían perritos, serpientes, pajaritos y un pene volador gigante. WTF. ¿¡Un pene volador gigante!? ¿De qué demonios estás hablando, Brenda? ¡SÍ! ¡Cómo lo oyes! Un pene gigante con alitas y un explorador bigotudo que viven unas aventuras en la búsqueda de un «tesoro enterrado» que hacen palidecer de envidia a John Silver el Largo y al capitán Jack Sparrow.
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Eveready Harton in Buried Treasure
Según Ward Kimball, animador principal de Los tres caballeros y creador de los cuervos de Dumbo, Tweedledum y Tweedledee, El Sombrerero y el Gato de Cheshire en Alicia en el país de las maravillas; Lucifer y Bruno en La Cenicienta y Pepito Grillo en Pinocho (por citar algunos ejemplos), el primer cartoon porno de la historia es Eveready Harton in Buried Treasure.
Aunque la leyenda popular afirma que fue realizado en Cuba, Ward Kimball asegura que fue rodado en New York, a finales de los 20 (1928), por tres estudios. «Cada uno hizo una parte sin decirle a los otros estudios lo que estaban haciendo. El Estudio A terminaba la primera parte y le entregaba el último dibujo al Estudio B. Los nombres implicados fueron Max Fleischer, Paul Terry y the Mutt and Jeff Studio. No tuvieron ni idea del producto final hasta la noche del gran estreno. «Un par de tipos que estaban allí me dijeron que la risa de la gente casi voló el tejado del hotel en el que se estaba proyectando».
¡Imaginad! Max Fleischer (creador de Betty Boop y responsable de llevar a Popeye y al Superman animado al cine) y Paul Terry (Terrytoons) al que debemos Súper Ratón y las urracas parlanchinas, entre otros personajes míticos, rodando un cartoon pornográfico como una broma-regalo de cumpleaños para Winsor McCay, pionero de la animación y uno de los autores más relevantes de la historia del cómic, al que debemos joyas como Little Nemo in Slumberland, Dreams of a Rarebit Fiend o Gertie the Dinosaur.
Aunque probablemente circuló en canales privados, no hay rastro oficial del corto en los años posteriores hasta su proyección en San Francisco, a finales de 1970, donde se atribuyó su autoría a
George Stalling, George Canata, Rudy Zamora y Walter Lantz, por lo que no se sabe a ciencia cierta si estos fueron sus creadores o los mencionados por Ward Kimball.
Sea como sea, a partir de ese momento, el corto animado circuló entre particulares, fiestas y pequeños festivales hasta que se incluyó en The Good Old Naughty Days (polissons Et Galipettes) un documental estrenado en el Festival de Cine de Cannes en 2002, en el que Michel Reilhac compila 12 cortos mudos pornográficos realizados entre 1905 y 1930, entre los que se incluyen, además de Eveready Harton in Buried Treasure y Le Ménage moderne du Madame Butterfly (considerada la primera película porno gay de la historia), la polémica Devoirs de Vacances, protagonizada por monjas y un perro más obediente que Lassie…
Las aventuras de un hombre a un pene despegado
Eveready Harton in Buried Treasure, también conocido como Eveready Harton, Eveready y Pecker Island, narra las aventuras sexuales de Eveready Harton y su enorme pene insaciable con vida propia, en una isla que no está tan desierta como parece. En apenas seis minutos, los lujuriosos protagonistas se entregan a todo tipo de prácticas sexuales (o lo intentan) entre las que se incluye lactancia erótica, masturbación, zoofilia, sodomía, una pelea de sables (como las de Star Wars, pero de carne en vez de láser) y hasta un guiño a las Infecciones de Transmisión Sexual cuando un cangrejo muerde su pene (crab se puede traducir como cangrejo y ladilla).
Algunos cinéfilos afirman que el título Eveready Harton in Buried Treasure está basado en el corto mudo Buried Treasure dirigido por Robert F. McGowan en 1926, (historia número 47 de Our Gang, una serie de cortometrajes cómicos que narraba las aventuras de una pandilla de niños). Personalmente, no encuentro ninguna similitud entre ambos cortos (salvo el título), aunque puedes comprobarlo por ti mismo en estos enlaces.