Películas eróticas

Tasso (des)monta la película: «Brokeback Mountain», amor con todas las letras

Julieta ama a Romeo Montesco, Romeo la ama a ella. Sus familias se detestan, sus intereses de linaje son incompatibles. El vínculo entre Julieta y Romeo es imposible.

Psique no puede ver el rostro de su amado, de hacerlo lo perderá para siempre. Eros es un dios, Psique una mortal, su relación es contra natura: imposible.

Elena y Paris se aman, pero Elena está casada con Agamenón. Paris y Agamenón pertenecen a poderosos pueblos distintos que pugnan por la soberanía. Su amor, de hacerse explícito, causará «un dolor infinito a los aqueos y arrojará innumerables y valerosas almas al Hades». Su amor no puede darse, no debería nunca haberse dado. Es imposible.

Brokeback Mountain

La tragedia de amar

La historia de nuestras relaciones está plagada de amores imposibles. De pugnas inhumanas entre la intensidad del amor que se da y el brutal impedimento social, cultural, político a que ese amor se dé.

La tragedia de amar es en gran medida la tragedia de amar lo que no debería ser amado. La pugna heroica, triste y dolorosa entre lo que es imposible y debe hacerse posible o entre lo que debiendo ser posible se hace imposible.

Ang Lee afrontó en 2005 ese particular «malestar de la cultura» y ese trauma singular que es el amor cuando no se permite sitio al amor, y lo hizo de forma que la historia de Ennis y Jack perdurara en nuestra memoria.

Porque si conocemos a Julieta y a Romeo, porque si sabemos de Elena y Paris o de Werther junto a Lotte o de tantos otros, no solo fue por su historia sino porque esas historias la narraron Shakespeare, Homero, Goethe y otros pocos elegidos capaces de hacernos explícito las intensidades, fuerzas y matices (todas las letras) de una circunstancia en principio simple de comprender: nos amamos, pero no podemos amarnos.

Ang Lee con Brokeback Mountain se ganó un puesto en esa palestra de narradores de amores imposibles.

Sinopsis

Ennis Del Mar y Jack Twist son dos jóvenes y apuestos vaqueros que buscan empleo en el verano de 1963.

Dos personalidades distintas: Jack es un tipo optimista, vivaracho y muy fijado a la osadía de habitar el presente, mientras que Jack es un tipo introspectivo, herido por un trauma que no acabó de cerrar, adusto en las formas y responsable. Pese a sus diversos caracteres, ambos encarnan a su manera el paradigma del cowboy duro, hiper masculinizado, resiliente, viril hasta el cliché, capaz de domar un mustang con una mano mientras debería fumar un Marlboro con la otra.

Los dos tienen planes de vida: conseguir un empleo, prosperar algo, casarse, formar una familia y supongo que ver crecer a los nietos desde el porche. A ambos se les encarga una tarea: vigilar un rebaño en la ladera de una montaña de nombre Brokeback. Y ahí sucede lo inevitable.

Ambos se enamoran perdidamente el uno del otro, pero ambos toman conciencia de lo inviable que es ese amor. Ese es el planteamiento, la primera fase de la evolución dramática (la única que vamos a relatar aquí para no aguarle la fiesta a nadie) que Lee maneja de una manera soberbia, donde todo pasa sin que nada parezca acontecer, donde la belleza se muestra al espectador en su más cruda constitución.

La belleza, la de los paisajes, la de los dos protagonistas, la del sentimiento que en ellos empieza a emerger, vela el drama que subyace y posibilita tal belleza.

La belleza, y Ang Lee lo sabe y lo demuestra en toda su filmografía, es aquello que constituye y limita el horror: sin lo trágico subyacente no se da la belleza evidente, la belleza es la estrategia que enmascara el horror que la constituye o, como dijo Rilke: «Pues lo bello es nada más que el comienzo de lo terrible, que todavía apenas soportamos». Sin lo terrible no hay belleza pues esta es el enmascaramiento de lo terrible que podemos soportar gracias, precisamente, a la belleza.

Tráiler

El amor entre Ennis y Jack no debería estar ahí. O, mejor dicho: no está permitido que esté ahí, sin embargo, está. Ambos deben, con mayor o menor fortuna, con mayor o menor éxito, distraerlo, disimularlo, hacer como si no estuviera. Pero la potencia de acción del amor entiende mal de controles, frenos y cortapisas. La lucha de los dos protagonistas es la despiadada guerra civil contra ellos mismos, de Jack contra Jack y de Ennis contra Ennis, y contra el otro amado, de Jack contra Ennis y de Ennis contra Jack, desde sus particulares individualizaciones, desde sus encarnadas virilidades que devienen una impostura, una presa de paja y adobe frente al caudal de agua de un océano.

Los personajes de Jack y Ennis

La potencia de una historia, de esas que nos contamos a la luz de la lumbre los humanos, en las noches de frío, radica, decíamos, en la propia historia en sí, los amores imposibles en este caso, en el talento del cuentista, del bardo que nos la narra o del poeta que la compone (Ang Lee valga de ejemplo), pero también en quien la interpreta (los actores que la representan).

Si uno de los tres pilares falla, la historia deviene un olvidable relato, si los tres se sostienen firmemente, nos abocamos a lo universal. En Brokeback Mountain los cómicos que dan encarnación al drama son dos: Jake Gyllenhaal, en el papel de Jack, y Heath Ledger, en el de Ennis. Ambos magistrales, ambos soberbios, ambos son, en la más radical forma de darse a ser, Ennis y Jack. Por su carácter algo más complejo, dado a la introspección y a la tragedia es, quizá, el desaparecido Heath Ledger quien lleva más peso dramático en la historia, en el que enfoca más Ang Lee la narración y al que, en cierta medida, se le exige más desarrollo en sus ilimitadas dotes dramáticas, pero ambos se antojan, una vez visto el largometraje, insustituibles, ambos son en cuanto al amor imposible que se procesan.

Conclusión

Supongo que, casi veinte años después del estreno de Brokeback Mountain y del enorme éxito que tuvo la propuesta, pocos serán los que no la hayan visto ya, pero si por casualidad queda alguno que no haya accedido aún a ella y quiera saber algo más de lo que sabe sobre la complejidad humana y la forma en la que esas complejidades se relacionan, afectan y erotizan, que la vea. Brokeback Mountain es una historia en mayúsculas, una bellísima y por lo tanto endiablada historia universal sobre ese sentimiento, sobre esa trascendente locura que venimos en llamar, con todas las letras, amor.

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