Curiosidades

El primer y único museo de penes del mundo: La Faloteca de Islandia

Islandia, Tierra de Hielo y Fuego, de glaciares, volcanes y géiseres iluminados por la aurora boreal, hogar de seres mitológicos como Nykur, Hafgúfa y Skugga Baldur, punto de inicio del Viaje al centro de la Tierra de Verne, y cuya capital, Rekiavik, la más septentrional del planeta, alberga edificios tan interesantes y únicos como Alþingi (el parlamento más antiguo del mundo), Hallgrímskirkja (iglesia diseñada por Guðjón Samúelsson, cuya fachada emula los flujos de lava basáltica), el National Theater (también diseñado por Guðjón Samúelsson) o la Faloteca de Islandia, el primer (y único) museo dedicado exclusivamente a los penes.

La Faloteca

Historia del Museo Falológico de Islandia

Sigurdur Hjartarson, historiador con una licenciatura de la Universidad de Islandia y una Maestría en Historia Latinoamericana (M.Litt.) de la Universidad de Edimburgo (Escocia), director de escuela y profesor en la Escuela de Bachillerato de Hamrahlíd (Reykjavík) hasta su jubilación, es el fundador de este peculiar museo con un origen también peculiar.

A pesar de que apenas era un niño, el creador de la Faloteca de Islandia recuerda como si fuera ayer, el primer pene que inició su afición, un vergajo de toro, material que se secaba para fabricar látigos con los que manejar al ganado. «Yo mismo los usé poco después de la II Guerra Mundial cuando acudía al campo», declaró, en una entrevista a El País.

Treinta años después, en 1974, cuando era director de instituto en Akranes, sus compañeros docentes le regalaron otro látigo de vergajo de toro para tomarle el pelo, que se convirtió, oficialmente, en el primer espécimen de su colección. Como algunos de sus compañeros trabajaban en una estación ballenera durante el verano, le llevaron «penes de ballena para vacilarme». Las bromas, lejos de molestarle, se convirtieron en el germen de una idea: ¿Por qué no coleccionar ejemplares de otros mamíferos y objetos relacionados con los falos?

Así lo hizo y en 1997, cuando contaba con 62 especímenes y numerosas obras de arte fálicas, Sigurdur Hjartarson abrió un pequeño museo falológico en el centro de Reikiavik, que no tuvo éxito entre los lugareños, porque presuponían que la exhibición sería explícita y poco seria.

Lejos de rendirse, el coleccionista de penes siguió ampliando su colección y en 2004 la trasladó

a un espacio de exhibición más grande en Húsavík, un pequeño pueblo costero en la Bahía de Skjálfandi, considerado la «Capital del avistamiento de ballenas de Islandia». El interés de los turistas y el reconocimiento de los medios extranjeros supusieron un acicate para continuar engrosando su colección de falos hasta conseguir, en 2011, el espécimen que más anhelaba: el de un homo sapiens; en concreto, el pene de su amigo Paul Arason, amputado en la morgue bajo la supervisión de un médico, tras su fallecimiento a la edad de 95 años.

Cumplido uno de sus sueños, Sigurdur Hjartarson decidió retirarse y ceder el testigo a su hijo, Hjörtur Gísli Sigurðsson, quien trasladó el Museo Falológico a Reikiavik, duplicando el espacio para la colección en constante crecimiento (gracias a las adquisiciones y donaciones) y modernizando la presentación de la exposición fálica.

Colección de la Faloteca de Islandia

La colección del Museo Falológico de Islandia se divide en una sala principal y algunas adyacentes más pequeñas, en las que se exhiben más de 500 especímenes de mamíferos de Islandia, de otros países europeos, así como de África y Asia. Los más apreciados por los visitantes son los de las diecisiete especies de ballenas (en especial, la de un cachalote, de 170 centímetros y 70 kilos), el de un hámster (el más pequeño de la colección, debido a sus 2 milímetros), el de un oso cavernario (de 20.000 años de antigüedad) y los cuatro penes humanos (pertenecientes a un inglés, un alemán y un estadounidense, que se sumaron al del islandés, Paul Arason).

Además de los centenares de penes, el Museo Falológico de Islandia exhibe más de 300 piezas artísticas relacionadas con los falos, como pinturas, lámparas, tallas y esculturas, entre las que destacan varios falos de metal, réplica de los penes de los miembros del equipo olímpico islandés de balonmano, que ganó la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de 2008.

Reivindicar la Falología

El objetivo del creador del Museo Falológico, Sigurdur Hjartarson y de su hijo, Hjörtur Gísli Sigurðsson, actual curador, es reivindicar la Falología como campo de estudio independiente de otras disciplinas, y seguir ampliando su colección, para que «los investigadores interesados en la materia puedan emprender un estudio serio de la misma de un modo organizado y científico».

Aunque el interés de los propietarios de la Faloteca de Islandia de reivindicar la Falología y dotar al Museo Falológico de rigor científico se aprecia en la seriedad de la exposición, con paneles explicativos y audio guías, muchos visitantes siguen buscando (y esperando) un ambiente lúdico.

También pueden encontrarlo, ya que el museo cuenta con una zona etnográfica en la que muestran imaginativas réplicas de penes de seres del folclore islandés, como un tritón, un trol o diversos espíritus y fantasmas.

Además, en su cafetería, The Phallic Café and Bistro, ofrecen a los visitantes cervezas locales, cócteles temáticos y penis wafles (gofres con forma de pene), cubiertos de mermelada casera, nata, merengue, chocolate… ideales para los amantes del sploshing.

Si te animas a visitar La Faloteca de Islandia, sería todo un detalle que me comparas alguna cosita en su tienda de regalos fálicos. Por la recomendación, ya sabes.

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Fuentes
Sitio oficial de la Faloteca de Islandia. Phallus.
Emilio Sánchez. El museo de los 300 penes: “Todo empezó con el de un toro”. Verne.
Guðrún Helga Sigurðardóttir. Icelandic penis museum sees rise in visitors. Gay Iceland.