No hay ninguna duda: el siglo XXI está siendo el de las conquistas del colectivo de lesbianas, gais, transexuales y bisexuales. Pero no nos emocionemos tanto, pues aún queda un camino largo y pedregoso. Por desgracia, nadie está a salvo de las involuciones: no hay nada que nos asegure que el matrimonio igualitario se mantendrá allá donde se ha aprobado. Y es que con un telón de fondo histórico en el que las uniones entre personas del mismo sexo pasaron de ser algo normal (en civilizaciones antiguas como la china y la grecorromana) a un hecho proscrito durante los siguientes 1600 años, tenemos que mantener cierta prudencia en la celebración de las conquistas.
Eso sí, ¡no dejemos de celebrarlas! La alegría colectiva es el motor más potente de la toma de conciencia individual.
Como decíamos, hay señales que indican profundos cambios: en 2005, España pasó a la Historia como el quinto país del mundo en reconocer la legalidad del matrimonio igualitario. Pero, otra vez, nadie está a salvo de la involución. En 2015 –hace tan sólo unos meses, encontramos que un cuadernillo para estudiantes de 3º de Secundaria decía “estudios científicos ponen de manifiesto que la homosexualidad y la heterosexualidad no son equiparables desde el punto de vista de la salud”. El problema no es sólo el tipo de cortocircuito mental que habrán sufrido l@s adolescentes, hij@s de parejas del mismo sexo, sino lo que se le enseña a toda una generación de chavales. Con todo, gracias a las personas firmantes en la plataforma change.org España, ese cuadernillo homófobo salió de las aulas.Hoy, veintiún países han legalizado el matrimonio igualitario y otros tantos (¡como Mozambique!) se unirán en breve al virus más saludable con el que se está contagiando el mundo entero: el reconocimiento legal del derecho a la natural unión de personas del mismo sexo.
El matrimonio igualitario en España y América Latina
A partir de1979, España ha visto desde la legalización de la homosexualidad, hasta el acceso igualitario a la adopción o a las técnicas de reproducción asistida. De hecho, en términos estrictamente legales, las pocas conquistas que quedan pendientes se resumen en el acceso igualitario a la gestación subrogada (lo que vulgarmente se conoce –y, erróneamente se nombra– como “vientres de alquiler”). Si bien, del frío –aunque bienvenido– papel legal, a la violenta cotidianidad del “¡tus papás son maricas!” todavía quedan unos cuantos decenios para que padres, madres y amig@s tomen conciencia de que el amor no requiere juntar un pene y una vagina. Con todo, nunca antes se habían dado los pasos a una situación jurídica tan igualitaria, un camino que ahora también recorre Latinoamérica. Argentina, Uruguay, varios estados mexicanos y brasileños ya han aprobado la ley del matrimonio igualitario. Colombia, que de momento permite “uniones civiles”, está preparándose para darle carta de naturaleza legal y, probablemente, el resto de estados mexicanos y brasileños tampoco aguantarán mucho más tiempo esa persistente intransigencia.El colectivo LGTB en España y América Latina (LGBT)
La comunidad LGTB es más que unas simples siglas; es un símbolo de libertad sexual constituido sobre la base de combativas asociaciones, que luchan en pro de la igualdad de derechos y un acceso igualitario a los mismos.En España, la FELGTB (Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales) aglomera más de 40 asociaciones que luchan por la igualdad y velan por el cumplimiento de los derechos ya reconocidos. Su trabajo y estructura han inspirado en parte al histórico LGBT latinoamericano que, en los últimos años, se ha configurado como el movimiento que ha conseguido promover más leyes de protección de los derechos de homosexuales.
Pero no sólo se habla de gais y lesbianas. La realidad sexual es más completa y también incluye la bisexualidad. Otra orientación sexual estándar de nuestros orígenes civilizatorios que se ha denostado durante los últimos siglos, ahora cuenta con un pilar de apoyo en estos colectivos. De hecho, la visibilidad de los bisexuales es uno de sus nuevos retos.
Y no olvidemos a los transexuales. Tod@s nos podemos imaginar lo duro que puede ser decidir el cambio de nuestros órganos sexuales. Ahora, pensemos en la coerción que subyace bajo la amenaza de no ser contratado tras hacerlo… En los próximos años, también oiremos voces que clamen por una protección de los derechos laborales de transexuales. Y en menos de dos décadas, veremos cómo los empleadores dejarán de fijarse tanto en si hemos cambiado la falda por el pantalón.Este es el siglo del colectivo LGTB porque hay cosas tan humanas que la lógica, y su racionalización en la ley, no pueden obviar durante más tiempo. Y es que, como decía Samuel L. Jackson en Haz lo que debas –magistral film de Spike Lee, “Eso cae por su peso, sabueso.”