¿Cuáles son los deseos y placeres reales de los hombres? ¿Conocéis las partes básicas del pene? ¿Sabéis de qué está compuesto el semen? ¿Diríais que los hombres pueden tener orgasmos múltiples? ¿Os han explicado que la eyaculación precoz se puede tratar con simples ejercicios en la mayoría de los casos? ¿Conocéis la existencia del Punto P, la forma de estimularlo y los beneficios y placeres que aporta?
Vamos a abordar todas estas cuestiones y muchas más en este artículo porque toca hablar de los hombres y de las sensaciones que pueden alcanzar desarrollando su potencial sensual. De hecho, aquí vais a resolver cualquier duda que podáis albergar sobre la anatomía, posibilidades eróticas y realidades sexuales masculinas. Y si no las resolvemos o estáis en desacuerdo con cualquier planteamiento, os invitamos a dejar un comentario (que puede ser completamente anónimo) al final del artículo.
Sigue leyendo…
Índice
1. Todo sobre la eyaculación (y el semen)
2. Los orgasmos masculinos
3. Masturbación: Una pajita… ¡y a dormir!
4. El coito: tótem y tabú
5. De la anatomía del pene al priapismo
6. La innombrable impotencia y sus tipos
7. Lo que el tantrismo puede hacer por el hombre
8. Los secretos de la próstata y el perineo
9. El deseo masculino y la satiriasis
1. Todo sobre la eyaculación (y el semen)
A más de 50 Km/h, la primera contracción o espasmo muscular desaloja la temprana descarga de líquido que suele coincidir con el orgasmo y contiene entre 3 y 5 mililitros de semen, eyectados durante 10-20 segundos. Pero, ¿de qué está hecho? ¿Debemos untar o tragar semen? ¿Son importantes el volumen y la velocidad a la que se eyacula? ¿Tienen una relación directa con el placer y la salud? ¿Es posible eyacular y no llegar al orgasmo y viceversa? ¿Cuándo existen trastornos?
Semen: Una historia de glándulas
Como ya sabéis, el semen es el líquido que contiene espermatozoides y que se distingue por ser más o menos blanquecino y más o menos denso. Pues bien, este fluido también está compuesto por distintos líquidos en función de su procedencia.
Así, entre un 2% y un 5%, es esperma (dependiendo de la edad y características individuales, los testículos aportan entre 200 y 500 millones de espermatozoides); de un 65% a un 75%, es líquido procedente de las vesículas seminales (aminoácidos, encimas, proteínas, vitamina C, y, sobre todo, la prostaglandina –que ayuda a que el esperma no sea destruido por la respuesta inmunológica de la mujer– y la fructosa –esencial para la energía del plasma seminal); de un 25% a un 30%, es líquido prostático (donde destaca el Zinc como responsable de estabilizar el ADN –la información genética– y, por ende, la fuerza de los espermatozoides; y hasta un 1% es líquido que viene de las glándulas de Cowper o bulbouretrales, que implementa la movilidad de los que muchos hombres llaman “(sus) pequeñines”.
A la vista de tamaña complejidad, hay veces que dan ganas de reconocer como algo normal esa fijación tan masculina por depositarlo en cualquier sitio (¡o en todos los lugares!). Pero, antes de hacerlo a la ligera, tengamos en cuenta que el semen es uno de los mejores vehículos de numerosas enfermedades, entre las que se encuentran el SIDA (VIH) y el ébola, y por tanto el condón es vuestro mejor amigo en lo que a sexo casual (y no tan casual) se refiere.
¿Me lo unto o me lo trago?
Seguro que ya habéis leído más de un artículo que os habla de las propiedades alimentarias, estéticas y curativas del semen. Pero en este, vamos a desmontar algún que otro mito.
Comencemos por aquella noticia que nos dejó en shock: “La felación (con ingesta de semen) puede reducir considerablemente el riesgo de cáncer de mama en mujeres”. Pues bien, este artículo –y todo lo que se ha escrito en torno al mismo– no tiene ninguna base científica conocida. Una cosa es jugar y proponer temas divertidos en torno al sexo y otra es sacar provecho de un titular, a costa de algo tan preocupante y serio como es el cáncer de mama.
De otro lado, parece que sí existen empresas que están utilizando el esperma del semen para algunos productos de cuidado e higiene personal. ¿Significa que rejuvenecemos si esparcimos semen por la piel? La respuesta es no.
En primer lugar, el número de empresas que dicen usarlo es mínimo. Seguidamente, no sabemos las cantidades de semen que proporcionalmente se incluyen. Y, finalmente, ¡no se trata de semen! Sino de una especie de síntesis a partir del esperma y otros componentes.
Entonces, ¿qué? ¿No me lo unto ni me lo trago? Pues lo que queráis. Como decíamos, si os encontráis en una relación estable, os da morbo u os excita infinito… ¡Adelante!, por nosotr@s no dejéis de disfrutar todas las posibilidades en pareja.
Cantidad y velocidad del semen
La mayoría de los hombres y sus amantes, encuentran placer cuando se consigue una eyaculación abundante con potentes chorros. Probablemente esto es una cuestión de morbo (en el sentido de su acepción popular, que para nada tiene que ver con “intereses malsanos”), aunque también nos informa del aparente buen estado del aparato reproductor masculino en cuestión. No se trata de alcanzar 6 metros de distancia (récord actual en posesión de Horst Schultz), sino de que la eyaculación no quede obstruida o viaje a la vejiga en lugar de ser expulsada.
La obstrucción del semen se puede detectar por el mero hecho de eyacular en menor cantidad y notar dolor durante la descarga. Sus causas pueden ser genéticas o por la misma inflamación de la próstata. Precisamente, la operación de esta glándula sexual (normalmente, tras un cáncer de próstata) puede conllevar la eyaculación retrógrada (cuando el semen se dirige a la vejiga, en vez de al exterior, pudiendo generar un orgasmo en seco), aunque en la mayor parte de los casos se debe a la propia medicación prescrita.
Pero, vayamos al grano: ¿Hay que arrojar mucho o poco? ¿Rápido o despacio?
Esto, en circunstancias normales, está determinado por el tiempo que ha pasado tras la última eyaculación. Por tanto, no es algo que se pueda llevar a cabo con total voluntad, salvo si se ha practicado la técnica del apretón; cuando se presiona la base del pene justo antes de la eyección, el semen sale con mayor intensidad que de costumbre y suele producir mayor relajación y sensación de bienestar posteriores.
Únicamente podemos pensar que puede haber algún tipo de problema físico si la expulsión es poco copiosa o no hay una primera contracción intensa, cuando se lleva mucho tiempo sin eyacular. Siendo más claras, si el hombre eyacula de nuevo, en torno a las 2 o 3 horas posteriores a la primera descarga, la eyaculación será básicamente un goteo y, si lleva una semana, saldrá mucho y con extrema presión. Por lo demás, como decíamos, se trata de una cuestión de morbo y de intensidad erótica que depende del momento y de las personas.
Estimulación y periodo refractario
En realidad, lo que más importa es lo que sucede antes y después, es decir, cómo se ha excitado y cuál es el estado de relajación que se alcance a la postre.
El periodo de latencia, recuperación o descanso varía notablemente entre los hombres, inclusive en un mismo individuo, en función de su edad, cansancio o alteración. Para saber qué es lo normal, debemos atender al sentido común: por ejemplo, tan normal es que el periodo refractario –y su consiguiente incapacidad para tener una erección– se extienda durante 15-20 minutos en varones de 45 años, como que un chaval de 18 genere una erección al minuto de haber eyaculado.
Lo que debemos tener en cuenta es que la estimulación se ha de centrar en el órgano más erótico: el cerebro.
Si esto es muy importante en las mujeres, me atrevería a decir que es incluso crucial en los hombres. ¿Por qué? Tenemos que entender que, fisiológicamente hablando, eyaculación y orgasmo son procesos distintos; el primero, se refiere a las contracciones musculares y, el segundo, consiste más bien en la respuesta cerebral tras la activación nerviosa. El orgasmo femenino, por supuesto, responde a una activación nerviosa muy similar, aunque no sucede así con la eyaculación. Por decirlo de un modo sencillo, la eyaculación de las mujeres es una secreción posterior al orgasmo, mientras que la emisión de semen se puede dar antes, durante y/o después del clímax o incluso sin que el hombre sienta ningún tipo de placer.
De otro lado, se puede eyacular sin necesidad de tocar el miembro viril. De hecho, es la forma más común en la que se da por vez primera: se llama espermaquia y la mayoría la sigue experimentado de vez en cuando en su vida de adulto. ¿No habéis tenido poluciones nocturnas? Seguramente, ocurrió en vuestra pubertad y aún hoy día, si no eyaculáis a menudo, también siga sucediendo.
Eyaculación precoz
En lugar de precoz, deberíamos denominarla consciente eyaculación involuntaria. Consciente porque no se produce durante un periodo letárgico, como el de los sueños y así nos permite diferenciarla de la espermaquia; e involuntaria porque hace referencia a la incapacidad temporal de controlar la eyección seminal, y no al tiempo cronológico que dista entre el inicio de la excitación y la descarga.
El término precoz no solo es un término dañino para el hombre, al que desde ese instante se le presupone con el completo dominio de sus sensaciones y cuya virilidad quedará ligada a su aguante, sino también para las mujeres porque nos sitúa bajo la presión de tener que llegar al orgasmo y ser capaces de decir “aquel hombre me lo sabía hacer”. A nuestro juicio, estos extremos han generado una tortura constante en millones de parejas y han construido la idea de que el placer coital deba extenderse durante horas para ser gozado. Y ello es una gran y anti-erótica mentira.
La constante o recurrente eyaculación involuntaria suele ser un problema de carácter psicológico que, normalmente, sucede en la juventud y tiene remedios relativamente fáciles de poner en práctica. Como ya dije en otra ocasión, es esencial hablarlo con la pareja y desarrollar las técnicas que se han comenzado a solas. Si queréis saber más sobre los trucos y ejercicios para aprender a controlarla, visitad este artículo.
Eyaculación retardada y aneyaculación
Como señala un afamado terapeuta en la revista científica de la ISSM (International Society of Sexual Medicine), la eyaculación retardada y la aneyaculación son dos de las disfunciones sexuales menos comunes y más incomprendidas de los hombres.
Básicamente, estos términos se emplean para describir las siguientes situaciones: el hombre alcanza con dificultad el orgasmo, tras un buen rato después de haber eyaculado; no llega al clímax, aun habiendo eyaculado; o simplemente, no eyacula. Existen muchas causas que van desde las que se originan en el metabolismo, a las más comunes, cuyo factor es psicológico. Y, entre estas últimas, destaca la ansiedad.
Recientes estudios nos hablan de una mezcla de ansiedad y envejecimiento (incluso, a veces, aburrimiento o desidia emocional) como promotores de estas disfunciones. Pues bien, siempre que se trate de esto existe un placentero tratamiento que –fundamentalmente– consiste en masturbarse y ser masturbado por la pareja. No me entendáis mal, no es tan sencillo. Lo que deseo dejar claro es que la base de la terapia son unos bonitos juegos de comunicación en pareja que tienen por núcleo, hablarse, tocarse y describir lo que se siente. (Si tenéis más dudas sobre ellas, dejad un comentario al final del artículo –puede ser anónimo).
2. Los orgasmos masculinos
Tan cierto es que el cuerpo de las mujeres y los orgasmos femeninos siguen siendo un campo de batalla para los científicos, como que las formas del placer masculino son mayoritariamente desconocidas para ambos sexos.
Podréis leer miles de artículos en los que se habla de los orgasmos vaginales, por estimulación del clítoris, del Punto G, etc. y los que discuten cada uno de estos. Pero, ¿cuántos habéis encontrado sobre los tipos de orgasmos masculinos con un mínimo de base científica?
Está bien. Reconozcamos que, hasta la fecha, fisiológicamente solo se puede hablar de un tipo de orgasmo en el hombre, con una variante potenciada por la estimulación de la próstata (de la que hablaremos más adelante). Pero, ello no significa que todo esté tan pormenorizadamente explorado y descrito como en los estudios sobre la respuesta corporal femenina.
¿Por qué hablamos del orgasmo por estimulación del clítoris y no del orgasmo por fricción del glande, por fricción del pene (sin llegar al prepucio) o del tipo de orgasmo que llega tras aplicar la técnica del apretón, por ejemplo? ¿Es que acaso los hombres obtienen el mismo placer sexual cuando se les masturba acariciando o agarrando los testículos, con una felación solo con la lengua o en la que el pene quede atrapado y agitado por la boca, la vagina o el ano? ¿Varía únicamente la eyaculación, el orgasmo o ambos?
Los hombres pueden tener orgasmos múltiples
Las características que tradicionalmente se han descrito sobre los orgasmos masculinos son que se tienen en mayor número y son menos duraderos que los femeninos, además de que suelen implicar una pausa erótica, pues casi siempre han sido asociados con la eyaculación.
Como hemos explicado en numerosas ocasiones, los orgasmos múltiples femeninos no son orgasmos encadenados. Con respecto al hombre, lo podríamos describir de la siguiente forma: no sería eyacular muchas veces, sino ir un poco más allá del punto de no retorno (¿ese en que notáis cómo sale una gotita?) para sentir gozo (¡el orgasmo!) sin que el pene pierda la erección. Sentiréis como el miembro queda adormecido pero, al tiempo, conservará la firmeza y podréis continuar con el coito o la masturbación. La cual, dicho sea de paso, es el mejor método para descubrir la multiorgasmia.
3. Masturbación: Una pajita… ¡y a dormir!
El onanismo (término que en sí tiene una connotación peyorativa) ha sido practicado y, por desgracia, se sigue entendiendo exclusivamente como una forma de aliviar la tensión sexual o simplemente la ansiedad puntual. Y no es que esto sea malo del todo; lo de la pajita y a dormir es, de hecho, una cosa bien sana. El problema es que la presión social (no olvidemos que “pajillero” es una palabra despectiva en muchos idiomas) reduce las acciones exploratorias de los hombres (o, al menos, de las que ellos cuentan). Y es que la masturbación masculina puede ser mucho más que agitar de arriba abajo. Pero el imaginario colectivo no solo sitúa al que admite masturbarse en el vertedero de los desviados, asociales o feos (por aquello de que se tienen que tocar porque no pueden encontrar pareja con la que acostarse) y origina el miedo a hablar de la masturbación, sino que además restringe la propia investigación de su cuerpo. Desde que todos los hombres son distintos, existen infinitud de formas, pero vamos a intentar resumir los modos en los que podéis practicarla con el fin de averiguar la manera y la intensidad en la que alcanzáis el clímax:
Fricción de la piel del pene
La forma más común de masturbarse consiste en agarrar el pene, y subir y bajar su piel sin rozar el glande. Además, evitaréis heridas o raspaduras en la parte más sensible de vuestro miembro. Sobre todo, está recomendada para aquellos que se inician y para las parejas que comienzan a explorar el cuerpo de sus hombres.
Para caballeros con más experiencia y menos sensibilidad, se puede probar a subir la piel hasta el inicio del glande o incluso cubrirlo del todo, para volverlo a bajar. La velocidad y fuerza de agarre depende de cada uno, y por eso es muy útil investigar a solas… Y, a ser posible, usando un lubricante o (¿por qué no?) algún otro elemento que os excite y que no dañe vuestra pene (¿confitura?).
Testículos y escroto
Estas son dos zonas erógenas masculinas potencialmente placenteras y debemos tener en cuenta que la sensibilidad es muy variable entre distintos individuos, e incluso, dependiendo del grado de excitación. De hecho, conforme el hombre se acerca al orgasmo el escroto se constriñe y ciñe a los testículos. En la mayoría de los hombres, este es uno de los mejores momentos para un agarre fuerte y consistente; no solo les provoca mayor excitación sino que, paradójicamente, suele retrasar la eyaculación.
Caricias y/o pellizcos en los pezones
Por ser hombres no significa que no tengáis sensibilidad en los pezones, aunque el hecho de que la poseáis tampoco implica que os guste hacerlo. La cuestión es que no debería haber nada que os impidiera probar. Si os animáis, buscad sensaciones en distintos momentos de la masturbación; por ejemplo, acariciaros suavemente al principio para ver si la erección se vuelve más dura; presionad con la yema de los dedos cuando llevéis un rato haciéndolo; y/o pellizcaros leve (o no tan levemente) cuando estéis a punto de eyacular.
Masaje anal y prostático
Para todos aquellos que no tengan duda alguna de su sexualidad y quieran experimentar un clímax explosivo, existen una serie de técnicas exploratorias que, combinadas con la fricción del pene, os pueden llevar al séptimo cielo orgásmico. Más adelante explicaremos el porqué, pero si ahora queréis ver cómo se hace un masaje anal o los beneficios del masaje de próstata, podéis visitar estos artículos:
El masaje anal: Métodos, riesgos y placeres
El masaje de próstata sin tabúes: salud y placer en 5 puntos
Desde luego, no existen muchos hombres que se atrevan a reconocer que un anilingus proporcionado por su pareja, mientras él mismo se masturba, puede alzarle en la cumbre del gozo. Pero, os aseguro que la fricción húmeda de la lengua sobre las terminaciones nerviosas del ano es una de las delicadezas sensuales de miles de caballeros (lo admitan o no). ¿Tenemos que recordar que es imprescindible una limpieza exhaustiva antes de proceder?
4. El coito: tótem y tabú
El coito es de lo que más se habla sin decir y de lo que más se alardea sin haber sentido placer. La imagen del metesaca, como referente que explica el acto sexual como una conquista, solo os puede llevar a relaciones insatisfactorias y traeros frustraciones… a vosotros y a vuestras parejas. Pero, como dicen que el acto sexual es lo más importante para los hombres (aunque solo sea en cantidades de descarga seminal) permitid que una mujer os quite algunos de los ideales (ídolos o tótems) y supersticiones (tabúes) que muchos tendréis.
El coito no es lo más importante para una mujer
Aunque haya muchas que siempre quieran penetración (incluso aunque os digan que la “necesitan”), el propio acto no es lo más relevante. La mayoría del género femenino prefiere disfrutar de la relación como un todo, en el que también prima hecho de ver (¡o sentir!) eyacular a su compañero.
El sexo no tiene por qué durar mucho
De hecho, la duración media del coito es de unos 7 minutos… Una mujer puede disfrutar con un coito que dure un par de minutos (más de las que creéis, por cierto). No seréis menos hombres si eyaculáis antes… Pero seréis mejores amantes (y os deleitaréis más con el sexo) si después de eyacular, disfrutaseis masturbando o haciendo un cunnilingus a vuestras parejas. Si, de cualquier modo, los dos queréis alargar el coito solo tendréis que parar la penetración (al principio, sacando completamente el pene) cuando notéis que el punto de no retorno se acerca. Y recordad que, mientras bajáis vuestro nivel de excitación, podéis tocarnos para que el ánimo no decaiga. Esta, dicho sea de paso, es una buena técnica para amantes que quieran alcanzar orgasmos simultáneos.
La mayoría desea probar posturas sexuales
No solo muchísimas mujeres están abiertas a probar posturas del Kamasutra que otros tantos hombres desconocen, sino que los extremos de estas son más pronunciados de lo que imagináis. La misma mujer, hoy puede desear adoptar posturas sexuales dominantes, como mañana antojarse de fingir la mayor sumisión. Quizás, más de uno se pueda sorprender del placer que le otorga estar atado a la cama y tener a una amazona encima…
El sexo anal es una opción sexual deseable
Si alguien sabe de los placeres que el esfínter anal puede generar en un pene, esas son las mujeres. Entonces, ¿por qué no hablarlo? ¿Por qué esperar a probar suerte en una de esas noches en las que todos los gatos son pardos? Es más, os puedo asegurar que si aprendéis a practicar sexo anal con vuestra pareja, ella lo volverá a reclamar como algo normal (¡que lo es!) en el futuro. Pero, para ello, tenéis que ser realistas y entender cómo es y cómo funciona el ano… ¡y también vuestro pene! En cualquier caso, investigad en el placer, aprended técnicas de todas las prácticas sexuales.
5. De la anatomía del pene al priapismo
La omnipresencia del pene en el lenguaje coloquial y sus mil formas de nombrarlo no han ayudado precisamente a entender los placeres masculinos. Y es todavía peor en lo que a su anatomía se refiere: aún hay muchas parejas (¡incluso hombres!) que hay que explicarles qué es el frenillo. ¿Cuál es el conocimiento anatómico mínimo que debemos poseer de cara al sexo?
El pene humano no tiene hueso, pero se puede partir
A diferencia de otros mamíferos, el pene del hombre está formado por un cuerpo esponjoso y dos cavernosos. Si bien el mecanismo de la erección del pene es harto complicado, se podría resumir en que, cuando esos cuerpos cavernosos paralelos se llenan de sangre, elevan el tejido eréctil. Pero, que la erección se produzca así, no implica que no se pueda partir. De hecho, hay posturas sexuales en las que el pene se parte con más frecuencia que otras.
El escroto más que los testículos
La bolsa que envuelve los testículos o escroto tiene una respuesta inmediata a los cambios de temperatura (para conservar el esperma) y, normalmente, se tensa y engorda en el momento del orgasmo. Antes os hemos recomendado agarrarlo en este momento porque, con la piel escrotal más delgada, la sensación en los testículos puede ser desagradable. Los que tengan un poco más de experiencia o menor sensibilidad, pueden probar a hacer juegos de temperatura, por ejemplo, en la bañera.
Prepucio, glande, frenillo y meato
El prepucio es el glande cubierto por la piel, y el frenillo es ese hilito que se une con el meato urinario, cuando bajas toda la piel hacia la base. El glande es sin duda lo más importante de todo, dada la infinidad de terminaciones nerviosas que contiene. Hay muchos hombres que reconocen eyacular simplemente ¡con el masaje y presión de los dedos sobre el glande y/o el meato urinario! También, hay otros que siente placer con las caricias sobre el frenillo, pero ¡cuidado! Es muy sensible y se puede romper. Y si se quiebra durante la masturbación o el coito, es probable que se genere una herida abierta de por vida. Si veis que está muy tenso, lo mejor es operar.
Falocentrismo y priapismo
El pene es por todas estas partes y características el centro del placer masculino. Y aún más, está presente en todos los ámbitos de la vida: desde su intervención en la reproducción humana hasta los edificios que visitamos cada día. Podríamos decir que, de algún modo, el mundo ha girado en torno a las decisiones de los hombres, cuyo referente es su propio pene –erecto. De una manera muy resumida es lo que podríamos denominar falocentrismo. De hecho, en la Grecia antigua la potencia reproductora de la Naturaleza se encarnaba en el dios Príapo; que era representado con la imagen de un hombre con una erección tremenda.
De ahí, que hoy en día se denomine priapismo a la enfermedad por la que el pene no regresa a su estado de flaccidez. Sí, es una enfermedad y es dolorosísima. Aunque, quizá, el peor priapismo sea el simbólico: no sólo aquel que se asocia con el machismo, sino también el que “fabrica” a un hombre que necesariamente tiene que estar dispuesto para el sexo en cualquier momento. Si te interesa el tema, lee este artículo de Arola Poch:
El cuento del falocentrismo: El miedo a que “falle” el pene
6. La innombrable impotencia y sus tipos
Justamente en el polo opuesto al priapismo está la innombrable impotencia. Película de terror, todo el género masculino sufrirá algún tipo en su vida. Por desgracia, hay hombres que han tenido alguna lesión medular o problemas vasculares que le han generado esta disfunción. Pero incluso en estos casos, existen remedios.
En otras ocasiones, la impotencia se produce por falta de testosterona o por ciertos medicamentos. E incluso por la respuesta cerebral, es decir, por alguna cuestión psicológica, normalmente ligada al estrés y la ansiedad.
De todas, la más común es aquella que se causa por la insuficiente irrigación de los cuerpos cavernosos. Y, como ya os imaginaréis, esto es algo que se da de un modo general conforme se va envejeciendo. Sabemos que los primeros indicios de la impotencia suelen encontrarse a partir de los 40-45 años. Y, por eso mismo, no debemos poner el grito en el cielo cuando esto suceda. Simplemente, haced un seguimiento con vuestro médico. Ni le deis mucha importancia ni lo obviéis; ambas actitudes se pueden volver contra vosotros. Una o dos consultas al año con vuestro urólogo, os pueden ahorrar quebraderos de cabeza y mejorarán vuestra salud sexual en general.
Y ¿si soy joven y ya me ha ocurrido? En un altísimo porcentaje de los casos, solo sucede a jóvenes que se estresan a la hora de realizar el sexo con otra persona, bien porque se han marcado unos objetivos muy altos o bien porque simplemente sienten vergüenza o miedo a un posterior rechazo. Esto es sin duda muy serio y, por desgracia, responde a ese cliché cultural por el que el hombre tiene que ser un macho 24 horas al día, 7 días a la semana.
7. Lo que el tantrismo puede hacer por el hombre
En Tantra para ‘profanos’ o el sexo como sensación orgásmica intenté explicar que no hay que creer en la doctrina tántrica para experimentar el erotismo de una forma pausada.
Pero, ¡no os confundáis! Aunque la práctica del sexo tántrico o del slow sex casi siempre conlleven el retraso de la eyaculación y del orgasmo, la idea de adentrarse reside más bien en experimentar con el resto de vuestras zonas erógenas, y aprender cómo funcionan vuestros cuerpos, al tiempo que conocéis el de vuestras parejas.
Por ello, hemos venido hablando del masaje tántrico, del masaje sensual y otros juegos sexuales, entre los que también podríamos incluir el edging. Porque el leitmotiv del sexo tántrico, experimentar y conocer los cuerpos, puede hacer mucho por la sensualidad del hombre: (una vez más) no en términos de aguantar más tiempo, sino en virtud de entender las posibilidades eróticas a través del aprendizaje de las sensaciones en pareja.
Muchos hombres nos han dicho que les encantaría practicarlo pero que, por razones de trabajo y familia, no tienen tiempo para hacerlo. Nuestro deseo es que se siempre se intenten reservar unas horas al mes para dedicarlas exclusivamente al sexo; quitándonos todo de la cabeza, dejándonos abrazar por el placer y abandonarnos al gozo. Pero, tampoco podemos pecar de insensibles y tenemos que dar soluciones realistas a quienes nos las piden. ¿Conocéis los ejercicios de Kegel? ¿Sabéis que son gratuitos? ¿Queréis mejorar y disfrutar más del sexo? Visitad este artículo: El suelo pélvico de los hombres: ejercicios de Kegel para caballeros.
8. Los secretos del perineo, el ano y la próstata
El perineo
¿Sabíais que la zona que se encuentra entre vuestro escroto y el ano se llama perineo? ¿Habéis probado a tocarlo?
Es muy sencillo y puede aportaros placeres en forma de erecciones más fuertes. Además, es muy fácil de ejecutar tanto en la masturbación como durante el coito, incluso con el sexo oral. Acariciad suavemente el área cuando os estéis excitando y presionad cuando logréis la erección. Lo normal es que esta se endurezca y os provea una sensación fascinante.
El ano y la próstata
Hemos explicado en múltiples ocasiones cómo hacer un masaje anal y otro prostático. Hemos recogido los testimonios de hombres y sus parejas al respecto; sobre los orgasmos que alcanzan y sobre los placeres generales que obtienen. También, os contamos los beneficios que puede tener para vuestra salud sexual y hemos hecho acopio de productos para llevarlo a cabo con seguridad, higiene y eficiente satisfacción. Porque si dotamos de importancia al Punto G de las mujeres, también tenemos que informaros de cuál es y cómo se alcanza vuestro Punto P.
En esta ocasión, vamos a ir un poco más allá. Vamos a ir al grano de lo que mantiene esta saludable práctica oculta a muchos hombres. Y es que la terrible connotación peyorativa que adquiere el término “gay” –prácticamente– en todas las sociedades, también está afectando negativamente al placer y salud de los heterosexuales. Y muchos de ellos que quieren reafirmar su hombría nos preguntan: “¿Y si yo no albergo deseo alguno de que me toquen el culo?”
Nuestras respuestas son muy claras:
1. Si no se desea, no se debe hacer. Sin embargo, esto no implica que –por motivos de salud muy comunes– en algún momento de vuestra vida sea un médico el que os lo practique. ¿No preferiríais empezar en casa con vuestra pareja?
2. De cualquier modo, el hecho de no querer probarlo tan solo reduce vuestras posibilidades eróticas.
3. En cualesquiera de los casos, tocar el ano y/o disfrutar un masaje de próstata (partes de vuestros masculinos cuerpos) no implican un cambio de vuestra orientación sexual. Por decirlo más claro: si sois gays, seréis gays; si sois heterosexuales, seguiréis siendo heterosexuales.
9. La satiriasis y el deseo de los hombres
La satiriasis es el equivalente de la ninfomanía en los hombres. Y, como sucede con otras tantas palabras, pareciera que una ninfómana es –digámoslo claramente– una puta y el sátiro un macho machote, bravísimo y viril que puede satisfacer a todas las hembras cuando le plazca…
A parte de ser una enfermedad relacionada con el incremento excesivo de la libido (a veces, causada por trastornos bipolares), a la que hoy día se denomina hipersexualidad –término válido para ambos sexos, es un fantasioso deseo de muchos hombres. ¿Quién no quiere hacerlo con todas en cualquier lugar y momento?
Hemos escrito más de 5000 palabras sobre los placeres masculinos, y lo hemos hecho con una intención básica: haceros ver que por ser hombres, no sois indestructibles ni insensibles ni que el hecho de que eyaculéis pronto es un fallo, pero tampoco que aguantéis demasiado os hará ni más deseables ni más hombres; que el coito no lo es todo ni vuestro pene es el centro del mundo, a pesar de ser un órgano maravilloso. Y es que, en esta ocasión, lo que creéis deseos naturalmente únicos e individuales son dañinos clichés culturales (convencionales).
De hecho, sabemos que la mayoría de las mujeres entienden o intuyen que el hombre es mucho más que un simple pene. ¿Estáis preparados para disfrutar de vuestra sexualidad?