Marilyn Monroe, nacida Norma Jeane Mortenson, iluminó este mundo un 1 de junio de 1926 y lo oscureció con su partida un 4 de agosto de 1962. Sus restos mortales descansan en el Pierce Brothers Westwood Village Memorial Park and Mortuary, en el centro de Los Ángeles. Hoy en día, su tumba sigue siendo una de las más visitadas y engalanadas del lugar (hay flores, fotografías, cartas, marcas de pintalabios en su lápida por parte de los admiradores…), y más teniendo en cuenta las cuantiosas personalidades ilustres que reposan junto a ella en el citado emplazamiento (Natalie Wood, Truman Capote, Roy Orbison, Dean Martin, Kirk Douglas…).
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Cabe destacar el sistema de videovigilancia para evitar cualquier agresión a la lápida o comportamiento inapropiado. E «inapropiado» o, cuanto menos, indecoroso, es lo que se narra del vecino de sepulcro de Marilyn, Richard F. Poncher.
El mentado fue un exitoso y rico empresario que murió el 30 de agosto de 1986, a la edad de ochenta y un años, y fue enterrado justo encima de la eterna rubia, aunque con el ataúd bocabajo, ubicado sobre Monroe. «Al hombre que nos lo dio todo y más», reza la lápida de Poncher, el cual, rumorean, había comprado el nicho al exmarido de Marilyn Monroe, Joe DiMaggio, después del divorcio de la pareja en 1954; por cierto, ocho años antes del suicidio de la actriz. «Si no lo haces, te atormentaré toda la vida», chismorrean que amenazó Poncher a su mujer si está no cumplía con su voluntad de yacer, en sentido no figurado, sobre la ambición rubia. Por descontado, numerosos periodistas e investigadores han tratado de verificar esta rocambolesca historia, mas incurre en diversas contradicciones y sordideces, pero esto no acaba aquí…
En 2009, Elizabeth Poncher, viuda del empresario, precisaba terminar de pagar la hipoteca por un importe de 1,6 millones de dólares de su lujosa mansión en Beverly Hills, debido a que pretendía dejársela a sus hijos sin cargas. La intención era desahuciar al difunto (reubicándolo en la tumba destinada para ella, que sería incinerada) y sacar a subasta el nicho. Llevados a cabo los preparativos, se puso en marcha la operación y se cerró con la puja más alta, que fue de 4 602 100 dólares, realizada por un japonés anónimo. Y puesto que no es oro todo lo que reluce, y nunca mejor dicho, Elsie, recibió un e-mail del no tan afortunado nipón, disculpándose por no ser capaz de abonar la estratosférica factura. Tanto ella como su abogado se apresuraron en rastrear las otras ofertas recibidas, sin embargo, ya nadie seguía interesado…
Hugh Hefner, el editor de la revista Playboy, adquirió en 1992 la cripta adyacente a la de Monroe por unos 75 000 dólares y desde el año 2017 la acompaña. Por el momento, y según el administrador del cementerio, resta por ocupar la tumba sita por encima y a la izquierda de Marilyn, a la venta por la friolera de 250 000 dólares.
Visto lo visto, bien valdría decir: Los caballeros las prefieren rubias; no obstante, la protagonista de este texto era en realidad morena y con el cabello rizado (no, ni siquiera pelirroja), y quizá, de haber sabido lo que incluso algunos llegarían a hacer tras su muerte y sobre su propia tumba, habría añadido unas líneas a aquel artículo, «Lobos que he conocido», publicado en Motion Picture and Television Magazine, extrapolándolos más allá del gualdo Hollywood y de la misma vida terrenal.
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