Orgasmo

La guía definitiva del orgasmo femenino

Decía nuestro amado Emil Cioran que «El orgasmo es un paroxismo; la desesperación, otro. El primero dura un instante; el segundo una vida». Pero nosotras pensamos que la exaltación extrema de los afectos no puede ser un problema si permanentemente nos conduce a estadios de felicidad. Y aunque duren un instante, ¡benditos sean esos segundos! O aquellos minutos… Porque el orgasmo femenino no solo se alcanza de muchas y diferentes formas, sino que también puede extenderse en el tiempo de distintos modos. Y aunque no hayamos aprendido a tenerlos a gusto y conveniencia, nunca es tarde para aprender a gozar. Y, precisamente tenemos que comenzar por ser pacientes, conocer su proceso, familiarizarnos con sus formas, aceptar las sensaciones y memorizar los trucos físicos y psicológicos para repetirlos, todas y cada una de las veces que nos venga en gana. Así que, no desesperemos, hay una vida de orgasmos esperándonos.

El orgasmo femenino

1. ¿Qué es el orgasmo femenino?
2. La petite mort
3. El proceso del orgasmo femenino
4. ¿Cuántos orgasmos puedo tener?
5. Manifestación del orgasmo femenino
6. Tipos de orgasmo femenino
7. Otras formas de llegar al clímax
8. ¿Por qué no llego al orgasmo?
9. ¿Es bueno fingir el orgasmo?
10. ¿Cómo llego al orgasmo?
11. ¿Puedo tener orgasmos simultáneos?
12. Una vida de afectos

1. ¿Qué es el orgasmo femenino?

El orgasmo es la escalera al cielo sensual, la explosión instintiva más humana que se obtiene de la estimulación sexual y la cual tiene por resultado la contracción rítmica de los músculos de la pelvis. Desde una breve sensación placentera hasta el desmayo, el clímax u orgasmo femenino ha sido algo ignorado durante siglos y, posteriormente, sometido a la necesidad de alcanzarlo mediante el coito con un hombre. También su significado y su proceso, se nos ha escondido a las mujeres por múltiples motivos.

2. La petite mort

El clímax ha sido entendido de distintas formas a lo largo de la historia: desde su doble significación como alimento y ofrecimiento, hasta el actual sentido de culminación del placer sexual, ha pasado por distintas nociones que incluyen el vigor, la cólera, el estremecimiento, la turbación o la victoria de las emociones sobre el razonamiento. Hace cuatro siglos, la histeria era aplacada a base de orgasmos y, poco más tarde, la pérdida de energía física que implica se denominó «la pequeña muerte» o desvanecimiento de la conciencia. Y es que el orgasmo femenino puede lograr unas intensidades vertiginosas.

Esta petite mort ha traído de cabeza a la humanidad, ya fuese porque se alcanza en demasía o porque jamás se haya experimentado, ya sea porque no somos capaces de asimilarlo o de abrirnos a sus efectos, el clímax ha sido y sigue siendo objeto de análisis. Entre lo espiritual y lo mundano, entre la violencia de los espasmos y la paz interior, entre quien lo causa, el qué, el cuándo y las veces que se produce, nos encontramos con mujeres anorgásmiscas, insatisfechas, multiorgásmiscas o absolutamente felices con la relación que mantienen con su respuesta corpórea. Pero, ¿cómo se produce un orgasmo?

3. El proceso del orgasmo femenino

Si habéis visto esa serie llamada Masters of Sex, el proceso orgásmico no os será algo desconocido. Y es que fueron Virginia E. Johnson y William H. Masters los primeros que lo denominaron como «Ciclo de respuesta sexual humana», distinguiendo las siguientes fases (a las que vamos a sumar descubrimientos más recientes):

Excitación

El aumento en el tamaño del clítoris, los labios menores y la vagina, además de los músculos que la rodean, incluso el agrandamiento del tamaño del útero se producen en esta fase que puede durar desde minutos, hasta varias horas. Durante la misma, los pezones suelen endurecerse al tiempo que el pecho se agranda y las paredes vaginales segregan más flujo. Hasta el esfínter anal es susceptible de súbitas contracciones, que bien pueden repetirse o postergarse hacia el orgasmo en sí. Y todo esto sucede, básicamente, porque nuestro sistema nervioso autónomo ha aumentado la presión sanguínea, incrementando su flujo hacia los tejidos corporales.

Meseta

El clítoris se convierte en nuestro órgano más sensible y las glándulas de Bartolini, también conocidas como glándulas vestibulares mayores –situadas a ambos lados de la apertura vaginal– producen más lubricación. Un tercio de los tejidos de la vagina se hinchan, pero su diámetro de entrada se reduce a causa de la tensión del músculo pubocoxígeo. Como hemos expresado en muchas ocasiones, el entrenamiento de este músculo es esencial para el control e intensificación de los orgasmos, además de otras ventajas que aportan para nuestra salud –no solo sexual–. Los ejercicios de suelo pélvico nos ayudan precisamente a tensionarlo de manera que también controlamos la apertura de la vagina (de hecho, hay mujeres que pueden variar el diámetro de una forma constante y a una velocidad vertiginosa).

Esta es la fase de máxima excitación, a la que Johnson y Masters también denominaron «Plataforma»; el lanzamiento de nuestras sensaciones que alcanzarán un estadio máximo, como punto de no retorno o momento inequívoco del advenimiento del clímax.

El orgasmo femenino

La sensación del orgasmo varía tremendamente en las mujeres. Y no nos referimos a los diferentes tipos de orgasmo, sino a que dentro de una forma, e inclusive en la misma mujer, se siente de manera distinta dependiendo del momento. Pocas cosas se pueden decir de esta fase de forma general, salvo que en la mayoría de los casos se produce un incremento de la lubricación y de la tensión de las paredes vaginales.

Resolución

Si las sensaciones en la fase del orgasmo son especialmente distintas, la resolución es exclusivamente diferente entre las mujeres. Puede que no lo creáis, pero todas lo sabemos aunque, a veces, no lo comprendamos. ¿Sois de esas mujeres que solo alcanzan el clímax mediante el masaje de clítoris? ¿Habéis experimentado orgasmos encadenados con la penetración? ¿Hay una persona con la que podéis llegar, pero con el resto es imposible?

La fase de resolución o post-orgásmica es aquella en la que nuestros músculos se relajan y la presión sanguínea decae. La somnolienta sensación de placer no es patrimonio masculino, nosotras también la sentimos. Es decir, también tenemos un periodo refractario. Sin embargo, aunque algunas o en algunos momentos, la estimulación clitoriana, vaginal, del Punto G o cualesquiera que se intenten no funcionen, no produzcan excitación, lo cierto es que poseemos la capacidad de alcanzar el clímax repetidamente en cortos fragmentos de tiempo tras cada orgasmo. Todo dependerá del tipo de estimulación que estemos recibiendo (¡y cómo la notemos!); normalmente, si hemos gozado a través del masaje de clítoris, será complicado encadenar más orgasmos, si no variamos hacia una estimulación interna. Pues una de las características de esta fase para muchas mujeres es, precisamente, la híper sensibilidad del clítoris. Y esta es una de las claves de los (mal) llamados succionadores de clítoris: con ellos, el capuchón del clítoris no se sensibiliza, por lo que se pueden encadenar con mayor facilidad.

4. ¿Cuántos orgasmos puedo tener?

En primer lugar, esto no es una competición. Y, en segundo, no debería hacer falta que expliquemos que cantidad no significa calidad. Sin embargo, es necesario admitir que más de una mujer estará de acuerdo en describir una buena relación sexual, como aquella que le ha traído más de un orgasmo seguido.

Orgasmo único

De cualquier manera, ni gozar una vez por relación –entiéndase la masturbación a solas o en pareja incluida– ni que la fase del orgasmo sea corta, significan que el placer sea menor. El gozo sexual puede ser más que satisfactorio aunque el clímax haya durado un segundo. Como decíamos, esto no es un campeonato.

Orgasmos encadenados

Hace un tiempo, podíamos leer en prensa que una británica había ingresado en urgencias luego de encadenar orgasmos durante 2 horas. Por si os lo preguntáis, no es lo normal, no es saludable y no se puede lograr por propia voluntad. La frecuencia estándar del encadenamiento es de 5-6 a 10-12 orgasmos, apenas sin paradas entre los mismos. Estos no suelen extenderse más allá de medio minuto, aunque hay mujeres que pueden llevarlos más allá. Y de hecho, se pueden considerar como uno solo pero, al menos, tenemos que saber que fisiológicamente se componen de otros tantos.

5. Manifestación del orgasmo femenino

Mientras que en el hombre la expresión física del clímax es más o menos similar, la manifestación del orgasmo en la mujer alberga una variedad casi inconmensurable; las hay que no emiten ruido alguno y las hay que laceran la piel de su amante con sus uñas o muerden sus hombros o extremidades. Y, entre medias, un popurrí de gritos, contradicciones (para, para, para, no sigas que…) y llamadas al Todopoderoso, sin tener un asunto claro que contarle. Por ello, vamos a concentrarnos en la respuesta fisiológica.

Eyaculación femenina

Como ya apuntamos en otro artículo, las mujeres eyaculamos y la cantidad (exteriorizada por las glándulas de Skene, también conocidas como glándulas vestibulares menores o próstata femenina) no está subordinada a nuestro gusto o a la obstinación con que lo intentemos. Simplemente, se produce en la mayor parte de los casos en los que alcanzamos el orgasmo. ¿No habéis visto un líquido blanquecino?

Squirting

Algunas mujeres experimentan voluntaria o involuntariamente, el squirting. En aquel mismo artículo, también contábamos los más recientes descubrimientos sobre su composición: al parecer se trata de orina, si bien es inodora e incolora.

¿Significa esto que una mujer que moja la cama o empapa a su compañer@ tiene que sentirse avergonzada o renunciar al placer (aunque sea puro morbo) de alcanzar esos orgasmos líquidos? Nuestra respuesta no solo es no sino que, además, entendemos que tener un orgasmo al tiempo que se produce un fugaz vaciado de la vejiga dejará –cuanto menos– una sensación doblemente placentera. Si te interesa, existen técnicas para lograr el squirting.

6. Tipos de orgasmo femenino

Si colocásemos en fila todas las páginas que se han publicado sobre tipos de orgasmos femeninos, la noticia de las barbies que dan dos veces la vuelta al mundo quedaría en segunda plana. En los últimos años, una nueva hornada de científicos ha llegado al corazón de los periodistas a través de titulares como «el Punto G y el clítoris son términos del todo incorrectos» o «el orgasmo vaginal no existe». Todas las razones que se enuncian para acompañar a estos artículos –virales–, esgrimen la máxima de que la terminología es errónea y que, por ende, genera confusión.

¿Por qué, de repente, las zonas que hemos descubierto para nuestro gozo no son verdaderas? En gran medida, esto se debe a la forma en la que se han comunicado aquellos descubrimientos; una cosa es que se halle que el clítoris está compuesto por glande, cuerpo y raíces, y otra que se difiera en la forma de adjetivar al orgasmo. De hecho, la última tendencia entre sexólog@s es proponer el orgasmo femenino como único término válido asociado a las relaciones sexuales específicas (dejándolo en función de los sensaciones) y no a la región del cuerpo donde supuestamente se genera. Por decirlo de otro modo, nadie niega que las mujeres puedan alcanzar el orgasmo con coito vaginal o por estimulación del clítoris, sino que pretenden denominarlo de otra forma, fundamentalmente, para no generar frustraciones a quienes –creen que– no lo consiguen. ¿Sabéis cuántos tipos de orgasmos se han identificado hasta la fecha?

Orgasmo clitoriano y clitoridiano

Cuando Janini, Buisson y Rubio-Casillas hablaron del complejo clítoris-uretro-vaginal (CUV) muchas mujeres intuimos que por fin el clítoris se iba a describir como algo más que ese pequeño botón externo que activa nuestro placer íntimo. De este modo, el clítoris se extendería hacia el interior de la vagina y también se ramificaría en los labios. Y, como consecuencia, el clímax debería adjetivarse como clitoridiano para hacer referencia a todo el área.

Así, a partir de este momento, la consecución de este tipo de orgasmo requeriría una estimulación distinta a la que se había estado practicando hasta el momento. O no, porque l@s buen@s amantes (l@s que se preocupan por las sensaciones de sus pares) probablemente fuesen por delante de la «ciencia», acariciando la vulva, la entrada de la vagina y masajeando –con suficiente lubricación– el clítoris, en función de las reacciones de los cuerpos de sus parejas. Y todo ello, con la intención de provocar el tipo de clímax más común entre las mujeres, el tipo con el que muy probablemente conociésemos las sensaciones orgásmiscas: normalmente, un orgasmo único, intenso y más o menos duradero.

La estimulación del Punto G

La idea del CUV no solo afecta al clítoris, sino también al concepto de nuestro órgano sexual en su conjunto, como un complejo dinámico, en el que la estimulación en la uretra, clítoris, labios y pared anterior de la vagina (término que usan los científicos para evitar escribir «Punto G») aportaría respuestas variables e interconectadas de nuestro cuerpo. Podría decirse que el Punto G (pared anterior de la vagina, si no os cae bien Grafenberg) sería una especie de terminación del clítoris y un principio de conexión sensitiva con la uretra.

El orgasmo por estimulación del Punto G suele alcanzarse a través del siguiente proceso:

–Alta excitación y abundante lubricación.

–Penetración con los dedos, juguetes eróticos o incluso –aunque es más complicado de alcanzar con precisión durante el coito– con el pene.

–Masaje de la zona rugosa en la parte anterior de la vagina, con el balanceo de los dedos, las vibraciones de un juguete sexual o por la propia fricción del miembro viril.

Los orgasmos suelen ser algo más suaves que los clitoridianos, pero normalmente se pueden encadenar y/o combinar con más prácticas sexuales.

Orgasmo vaginal

Vincenzo y Giulia Puppo se convirtieron en estrellas mediáticas cuando, prácticamente, vinieron a contarnos lo imbéciles que somos aquell@s que hablamos de orgasmos vaginales o decimos que el clítoris va más allá de lo que se ve. Y la prensa, encantada de tener carnaza que arrojar a las masas para generar tirada (en términos contemporáneos, tráfico por Internet). Y así, todos los magazines y periódicos se colmaron con epígrafes del tipo: «los científicos nos dicen que el orgasmo vaginal no existe». Y, como «son científicos», no cabe lugar a la duda.

Hubo alguna mujer que tímidamente dijo aquello de «oiga, que yo noto otras cosas…». Y continuó, «bueno si la ciencia lo dice entonces estaré equivocada». Pues bien, si en algún momento habéis pensado o dicho algo similar, os contamos que hubo reacciones desde la comunidad científica criticando a los Puppo, incluso tildándolos de ignorantes por obviar conexiones fisiológicas que, precisamente, la ciencia ya había demostrado. Urólogos como Kilchevsky, psicólogos como Komisaruk o investigadoras como Herbenick, alzaron la voz en contra de nomenclaturas como «pene femenino» y sobre todo ante la –viral– premisa de que el orgasmo vaginal no existiera, aunque la mayor parte de la prensa no se hiciera eco de estos.

Tradicionalmente, el orgasmo vaginal es aquel que se asocia al que se origina durante el coito. Sería por tanto el más extraño, de no ser por esos juguetes sexuales y aquellos amantes que realmente nos hacen experimentar esta colmada sensación de satisfacción, por regla general, de una respetable duración.

Orgasmos dobles, mixtos o combinados

Como ya tratamos en otro artículo, hay muchas mujeres que descubrieron que podían alcanzar el clímax de un modo sublime cuando se las estimulaba simultáneamente el clítoris y el Punto G. De hecho, todas aquellas que son conscientes de este tipo de orgasmo les piden ese doble masaje a sus parejas y/o guardan en sus casas, al menos, un conejito vibrador rampante.

Es un orgasmo difícil de describir, pero hay algo en lo que la mayoría de las mujeres coinciden: la intensidad es enorme y, generalmente, este tipo de clímax viene acompañado por espasmos corporales.

Orgasmos múltiples

Parece que las toneladas de palabras que se han dedicado a las mujeres multiorgásmicas, no han sido suficientes para aclarar que los orgasmos múltiples no tienen por qué ser encadenados.

Los orgasmos múltiples no tienen por qué generarse en secuencia, son más bien orgasmos únicos que ocurren durante una misma sesión sexual, donde la mujer regresa de la fase del orgasmo a la excitación y meseta, para volver a alcanzar el clímax sin pasar por la resolución, relajación o periodo refractario.

Orgasmo expandido o de cuerpo entero

La investigadora Patricia Taylor acuñó este término allá por 1995 para referirse a aquellos orgasmos que venían acompañados por contracciones del abdomen, muslos y otras sensaciones en las extremidades que sobrepasaban lo que se entendía como orgasmo normal.

Sinceramente, no creemos que esto sea un tipo de orgasmo, sino la respuesta corpórea que se puede obtener a la hora de alcanzar alguno de los ya descritos. Es más, hay otras formas de alcanzar el clímax por medio de la excitación de otras zonas erógenas o potencialmente orgásmiscas.

7. Otras formas de llegar al clímax

Como decíamos, no todo está en el clítoris, en la vulva y/o en la vagina. De hecho, la fuente de los orgasmos femeninos reside en nuestras mentes, se origina a través de las mismas. Por ello, cobran especial importancia la educación sexual, los sentimientos que tengamos hacia nuestras parejas y los que estas nos profesen.

En palabras llanas, si nos dijeron que el coito era la única manera de vivir el amor, si la persona con la que nos encontramos no nos atrae o –aunque nos atraiga– si no presta atención a nuestras sensaciones, en el mejor de los casos el clímax se convertirá en un camino tan pedregoso como emocionalmente vacío. Y, además, nos perderemos otras oportunidades sensuales que nuestro cuerpo nos ofrece.

Estimulación anal

Son pocas las mujeres que aseguran que pueden alcanzar el clímax mediante la penetración anal, sin necesitar –la muy recomendable– estimulación simultánea del clítoris. Sin embargo, esto puede deberse más a tabúes o reservas morales que a verdaderas sensaciones.

De hecho, es en muchas ocasiones el propio tabú de practicar sexo anal el que actúa como motor de la excitación que nos ponga en la senda del proceso para una placentera culminación. En otros casos, y aunque en menor medida que los hombres, también hay mujeres que experimentan el clímax mediante el masaje anal. Si bien es verdad, que suele venir acompañado por la excitación simultánea de vagina, Punto G o clítoris. El gran enemigo: esa tradición de miedo al sexo anal que baja la libido inmediatamente.

Caricias en los pezones

Muchas señoras no necesitan que les contemos lo placenteras que pueden llegar a ser las caricias, besos y pellizcos en los pezones, areolas y pechos. Sin embargo, a otras (¡y a otros!) les puede interesar que un estudio publicado por Komisaruk en 2013 mostraba cómo las sensaciones que transmite la estimulación de pezones, vagina, clítoris y cérvix, se dirigen a las mismas zonas del cerebro. Es decir, que las caricias en el pecho nos permiten alcanzar el clímax. No en vano, el tamaño de los pezones puede aumentar en un 25% en la fase de excitación.

Estimulación profunda: Deep spot y Fisting

Ni todo está dicho ni la ciencia puede pasar por alto la subjetividad que en sí contiene la culminación del proceso sexual. Y es así como, indagando en las sensaciones de mujeres que experimentan orgasmos con la penetración, se han descubierto los «puntos profundos». Su estimulación no es para todas y requiere de unas técnicas específicas que explicamos en este artículo: Los «puntos profundos»: Más allá del Punto G.

La estimulación de los puntos profundos se suele hacer con uno o dos dedos o con un juguete erótico, pero no se descarta que también se produzca con la práctica del fisting. En principio, cualquier orgasmo que se derive de esta sería vaginal, pero habría que considerar cuál o cuáles puntos profundos se han estimulado para alcanzar el clímax.

Situaciones eróticas

En definitiva, casi cualquier situación erótica nos puede proveer un buen rato sensual e incluso culminar. No son pocas las historias de mujeres que nos cuentan cómo alcanzaron el clímax mientras realizaban una felación, durante un pueril juego erótico, o simplemente al leer un sms (sexting) o relatos eróticos, sin necesidad alguna de masturbarse.

8. ¿Por qué no llego al orgasmo?

Por si alguna persona anda desorientada, ni el vaginismo ni la anafrodisia conllevan la imposibilidad o ni siquiera tienen por qué dificultar la consecución del clímax. Una mujer que la padezca es aquella que no tiene conciencia del placer en la relación sexual, pero no significa que no lo sienta o no tenga respuesta fisiológica. De otro lado, se habla de anafrodisia cuando las personas carecen de deseo sexual. Muchas mujeres que han pasado la menopausia, y todavía más las que se encuentran en proceso, nos confiesan que ya no tienen sexo. Erróneamente, lo atribuyen a la incapacidad de tener orgasmos, cuando en la mayoría de los casos se trata de una bajada de la libido (por múltiples causas, desde la sequedad vaginal hasta el cansancio) que tiene por consecuencia la dificultad alcanzar el clímax. Hay otras, como la cefalea coital (dolores de cabeza sexuales) que consisten en experimentar una fuerte presión en el cráneo cuando se alcanza el clímax, de manera que en las siguientes ocasiones, como método de autodefensa, se reduce la excitación para impedirlo. Estas y otras tantas más, pueden considerarse tipos de anorgasmia, pero también son las más fáciles de combatir.

Anorgasmia

Por desgracia, hay mujeres (al igual que existen hombres) que son incapaces o les resulta excesivamente complicado experimentar el orgasmo. Esta situación puede venir causada por razones físicas, pero lo más común es que se deba a problemas de carácter psicológico. Y, entre estos, los más frecuentes suelen venir asociados a relaciones traumáticas y motivos educacionales y culturales.

Si habéis tenido una  o varias relaciones sexuales dolorosas; os han educado en el miedo a la desnudez, las caricias, la masturbación y/o al sexo; o, simplemente, vuestra pareja no se preocupa por vuestro placer íntimo, es probable que tengáis dificultades para tener orgasmos.

A diferencia de la información que se encuentra por Internet a este respecto, no he descrito la anorgasmia como una disfunción sexual, sino como una situación que viene provocada por algún tipo de problema físico o psíquico. No hay ninguna función que arreglar, sino sensaciones que comprender y sentimientos que compartir. Al fin y al cabo, personas a las que querer.

Una nota muy importante para aquellas mujeres que piensen que algunas de aquellas causas les impide gozar del placer sexual: aunque vuestra pareja tenga experiencia, sea hombre o mujer, no significa que comprenda la sexualidad femenina. Y esto también quiere decir que no implica que su historial sexual le aporte un conocimiento específico sobre vuestro cuerpo. La claridad en la comunicación de las sensaciones es esencial: no dejéis de explicar vuestras reacciones a cada uno de los estímulos. Y no desistáis en los intentos: sin prisas pero sin pausas.

9. ¿Es bueno fingir el orgasmo?

Como también explicamos en otra ocasión hay teorías para todos los gustos: desde las que nos dicen que es algo nefasto, a las que lo proponen como método para reafirmar la autoestima, pasando por las que dicen que «depende del momento y la persona».

Nuestra opinión a este respecto se localiza más en aquellas zonas grises, pero siempre y cuando el hecho de fingirlo sea algo conocido por amb@s y forme parte de un juego erotizante. Es decir, que ese teatro sirva como parte de la excitación, previa o no, a la culminación.

10. ¿Cómo llego al orgasmo?

Lo primero que hay que decir es que las preguntas correctas son: ¿Cómo puedo disfrutar de mi sexualidad? y ¿qué puedo añadir a mi experiencia erótica que aumente el placer?

Entrenamiento

Aquí no ocurre como con el Punto G o el orgasmo vaginal. Los ejercicios de suelo pélvico están recomendados a todas las mujeres (¡y a todos los hombres!) para aumentar el deseo y la capacidad de gozo sensual. La existencia y funciones del músculo pubocoxígeo no representan ninguna duda para los médicos. No os entretengáis en las dudas, hay distintas formas de hacer ejercicios de Kegel y enriquecer vuestra salud sexual. Desde simples ejercicios levantando las caderas, hasta dispositivos específicamente diseñados para guiar las rutinas, pasando por las celebérrimas bolas chinas.

Masturbación

Entre otras muchas otras, ya sabemos que el 90% de las mujeres se masturba y que la práctica deviene en beneficios sexuales. Pero, como hemos repetido en muchas ocasiones, masturbarse es el mejor método para conocer nuestros cuerpos y enseñar a nuestras parejas cómo funcionan.

A través de la masturbación, se descubre de una manera muy simple, cómo el orgasmo clitoridiano es más sencillo de conseguir, pero también es la manera idónea alcanzar vuestros primeros orgasmos vaginales. Si los lográis mediante la masturbación, es posible que sea más sencillo durante la penetración. ¿Significa esto que el objetivo de la práctica onanista es mejorar el coito? No, de ninguna manera. El objetivo de la masturbación es disfrutar, lo demás es importante, pero secundario.

Juguetes eróticos

Por suerte, la mayor parte de las hispanohablantes nos estamos sacudiendo los prejuicios y tabúes sexuales que antaño atenazaban a nuestras madres. Cada día, me cruzo con más españolas, colombianas y mexicanas que no se sofocan por reconocer que tienen un estimulador para el Punto G, varios masajeadores de clítoris o usan juguetes eróticos con sus parejas. Y es que la Industria ha desarrollado una Tecnología a prueba de sensibilidades ¡y de orgasmos!

De hecho, el primer vibrador se desarrolló para provocar orgasmos que aplacasen la –supuesta– histeria femenina, después de haber probado con otros tratamientos como los «masajes con agua», que eran chorros de manguera a presión dirigidos a la vulva.

Hoy en día, siempre y cuando no vivamos en un Estado teocrático, tenemos la posibilidad de acceder a juguetes sexuales que nos permitan conocer y desarrollar las sensibilidades físicas y emocionales, y alcanzar todos los tipos de orgasmos posibles e incluso generar otras manifestaciones menos comunes, como el squirting.

Cunnilingus

Existe una explicación muy sencilla para la buena fama del sexo oral: es muy difícil que la lengua genere malestar en los labios o en el clítoris. La mayoría describe los efectos del cunnilingus como muy placenteros, y es que un número elevado de mujeres alcanza el clímax con relativa facilidad.

En el cunnilingus es muy importante que la pareja conozca la sensibilidad de nuestro sexo. Una vez entendida, no solo tienen por qué ser orgasmos clitoridianos, sino que la excitación también se puede combinar con la estimulación del Punto G para provocar orgasmos dobles.

Coito vaginal

La imagen clásica del matrimonio, del amor eterno y procreador es, además, el método más complicado para que la mujer llegue al orgasmo. La encuesta más optimista a este respecto dice que un 31% de las mujeres alcanza el clímax mediante el coito.

Dejemos dos aspectos claros:

–El coito es una de la gran variedad de formas en que la mujer puede gozar.

–No existen culpas si no se alcanza el orgasmo mediante el coito; existen remedios, y el primero es hablar con la pareja.

–Físicamente, la mejor forma de intentarlo es provocando una gran excitación a través de la estimulación externa que lleve a una posterior penetración con la que se alcance el clímax. NOTA: la penetración puede ser con el miembro viril, juguetes eróticos y dedos.

–Y, si a pesar de haberlo hecho y probado en múltiples ocasiones, no se alcanzara, tampoco ocurre nada. Los orgasmos por estimulación del clítoris son tan gloriosos y tan femeninos como los que se generan a través de la estimulación de la vagina.

Disfrutando…

Al orgasmo se llega disfrutando. Con lo que queráis, con lo que os resulte atractivo. El cuerpo femenino es el físico del erotismo por excelencia; desde un masaje sexual o tántrico a una casquivana doble penetración, casi cualquier cosa nos puede hacer tocar el cielo sensual. La cuestiones son: ¿Sabemos qué es y cómo nos excita? Y ¿reprimiremos nuestro deseo?

11. ¿Puedo tener orgasmos simultáneos?

Por supuesto que podemos tenerlos. Aunque nos deberíamos preguntar si realmente los necesitamos.

La verdad es que la búsqueda de la simultaneidad ha traído más que quebraderos de cabeza, insatisfacción a las relaciones porque responde al patrón por el que el orgasmo finaliza el acto sexual. Y, en realidad, las relaciones sexuales más sanas son aquellas en las que se pueden proveer orgasmos alternada y continuadamente en el tiempo.

De otro lado, tampoco podemos negar que casi todas las mujeres (y hombres) que vivimos en pareja, encontramos harto romántico el hecho de culminar a la vez. Pues bien, si ese fuera una especie de reto que no afecte profundamente a vuestra relación pero que queráis experimentarlo, existen anillos vibradores para el pene y juguetes eróticos para introducir en la vagina, que facilitarán elevar la excitación de uno o de los dos miembros de la pareja para lograrlo.

12. Una vida de afectos

El orgasmo no tiene por qué ser siempre el final de una relación sexual, ni debe ser la meta a alcanzar. El mejor clímax es el que llega por sí solo como culminación de un proceso de placer físico y psíquico, o si queréis, carnal y espiritual.

Por ello, hemos insistido una y otra vez en la importancia de la educación y salud sexuales, así como en el conocimiento anatómico, la respuesta fisiológica y, sobre todo, la emocional a todos los estímulos: desde las palabras a la penetración; de las zonas erógenas a los aullidos de placer, los orgasmos no son nada si no encontramos el valor de las fantasías y de las personas que los conducen.

Disfrutad del viaje.