Hace cosa de un año no había visto los succionadores más que en fotos o, como mucho, había tenido la suerte de tocar alguno en una tienda erótica. Ahora tengo cinco o seis de varias marcas y lo cierto es que no sabría vivir sin ellos. SONA me ha recordado mucho a los que hay en el cajón de mi mesilla, por el cabezal y esa forma de diferenciarse de los vibradores. Pero te puedo asegurar que SONA es mucho más sutil, avanzado y el juguete más potente que he probado nunca. A continuación, te cuento cómo lo usé con lujo de detalles.
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Fotografías de Thais Duthie.
Descubriendo SONA…
Como todos los juguetes de LELO, SONA tiene un diseño exquisito y único que invita a abandonarte a una experiencia exclusiva. Podrás encontrarlo en color rosado, fucsia o negro, los tres súper elegantes. Además, la parte trasera del juguete se refleja y da pie a múltiples juegos.
Imaginación al poder, exactamente lo que ha tenido que echarle el equipo de LELO a este producto. ¿Por qué? Pues porque no vibra como la mayoría de sus juguetes, sino que estimula el clítoris mediante ondas sónicas en forma de pulsaciones.
Cuando me llegó a casa no pude evitar abrirlo. Mira que me gusta hacerlo en mi Instagram para que lo descubras conmigo… ¡Imposible! Me moría de ganas de ver, tocar, probar. Por si fuera poco, en ese paquete parece una joya, lo que es. SONA es tan bonito como se ve en las fotos: suave y manejable. El hecho de que sea tan pequeño le da muchos puntos, porque la mayoría de productos similares que tengo no cabrían en mi bolso. Si tienes pensado llevártelo de excursión necesitarás la funda negra de satén que viene también en la caja, ideal para transportarlo.
Usando SONA…
Una vez fuera de su caja y tras una primera inspección le di al botón de encendido. Madre mía… No me pareció de los juguetes más silenciosos que había probado, pero aquella potencia lo compensaba todo. La excitación iba creciendo y podía notarlo por todo mi cuerpo. Como no podía esperar más, lo lavé bien y me fui con él al salón, que es la habitación más cálida de la casa. Me deshice rápidamente de la ropa, tomé asiento en el sillón donde daba el sol y… por fin. SONA y yo. Pero antes, jugaría un poco con mis ganas: acaricié mi clítoris en círculos sintiendo cómo me humedecía por momentos. Con mi mano derecha ocupada en aquella tarea, llevé la izquierda y a SONA a uno de mis pezones. Lo encendí, pulsando el botón solo una vez, acallando un gemido.
El ambiente se fue caldeando más rápido que despacio y decidí no jugar más con mi paciencia. Lo retiré de mi pezón y lo posicioné cerca de mi clítoris y volví a presionar el botón con impaciencia. Tuve que cerrar los ojos durante aquellos primeros segundos de masaje, pues la sensación era tan diferente a lo que había probado antes que me cuesta encontrar palabras para explicártela. Fue distinto, mucho más preciso y potente. Nunca he pensado que mi clítoris fuera sensible ―de hecho, puedo usar el potentísimo LILY 2 casi a la máxima intensidad―, pero con SONA no me hizo falta aumentar. Aun así, con los ojos cerrados podía encontrar y distinguir perfectamente los botones para cambiar modo y potencia. Como es de los juguetes más ergonómicos, me olvidé de que estaba utilizando uno… ¡me recordó tanto al sexo oral!
Uno de los aspectos interesantes de SONA es que está compuesto por una sola pieza, no tiene cabezales. Así, no hay que cambiar ni limpiar nada, aunque puede resultar extraño si tienes por costumbre utilizar cabezales más anchos de lo habitual. No obstante, yo me acostumbré tras colocarlo en el lugar apropiado. Otra cosa que me encantó fue la membrana que va dentro del cabezal, que va dando pulsaciones, toquecitos que, al parecer, son los que generan las ondas.
Así que, entre ondas sónicas, una potencia increíble, las pulsaciones y la excitación, en menos de cinco minutos había alcanzado el primer orgasmo. Mi clítoris estaba más sensible que tras una sesión de masturbación con un vibrador, pero, al mismo tiempo, me pedía más y no pude negárselo. El segundo orgasmo llegó mucho antes que el primero, regalándome un placer intensísimo que viajó por todo mi cuerpo.
Ahora solo queda probarlo en la bañera…