Se dice que lo mejor de una pelea es el momento de una reconciliación. Aunque claro, se entiende que es una pelea más o menos pasional y que acaba con una buena sesión de sexo.
La cosa es diferente si el motivo de la pelea es una infidelidad y la reconciliación tarda en llegar, sobre todo, porque es juzgada por todo el mundo.
Y cuando se dice todo el mundo, eso puede incluir a tu mejor amiga, tu madre o al futuro presidente de tu país. Ese fue el caso tras la infidelidad de Kristen Stewart a Robert Pattinson, la que era la pareja del momento en plena promoción de la saga Crepúsculo. Sigue leyendo…
Infidelidad y reconciliación
Por si acaso alguien no se enteró en su momento, la propia Kristen Stewart reconoció, tras un vídeo en el que proclamaba orgullosa su homosexualidad, lo molesto que fue que el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, manifestase en su twitter que Robert Pattinson no debía de perdonarla. Y no solo en un tuit, sino en tres. Casi como si a él también le fuera la vida en ello.
Infidelidad y reconciliación: depende de si es ella o es él
Nos encantan las reconciliaciones, eso sí, siempre que el motivo de la ruptura no haya sido que hubiera cuernos de por medio. Aunque quizás no nos molesten tanto los cuernos cuando el infiel ha sido él, que cuando ha sido ella.
Ejemplo de ello es el caso de Stewart y Pattinson, en el que los medios, incluidas las redes sociales, criticaron la reconciliación (que tampoco tuvo final feliz) de la pareja, juzgándoles más duramente a ambos. A ella por infiel y a él por «calzonazos». Hechos que, sin embargo, no pasan en todos los casos.
Por hablar de parejas de guapos que se conocieron también delante de las cámaras, es paradigmático que cuando Ben Affleck fue infiel a Jennifer Garner, todo el mundo se mostraba a favor de que Garner cediese y la pareja se reconciliase. Y estuvimos casi dos años con la intriga antes de que finalmente se divorciasen.
En realidad, parece que la infidelidad masculina esté mejor vista que la femenina. Por tradición, historia o costumbre, parece que solo pueden ser infieles ellos. ¿En serio?
Lo cierto es que incluso somos machistas a la hora de enfrentar una infidelidad, porque si bien en muchos países solo ella es castigada, incluso penalmente, en una sociedad supuestamente moderna y avanzada como la nuestra también es ella la que se lleva una mayor condena moral.
Infidelidad y reconciliación: que no lo sepa nadie
Otro factor clave a la hora de decidir perdonar una infidelidad es si la misma ha trascendido o no. Porque parece que podemos perdonar la infidelidad en sí, pero no el escarnio público.
De hecho, una gran mayoría de parejas que acuden al sexólogo para hacer terapia después de una infidelidad lo hace sin que nadie se entere.
Al final no es tanto un problema personal, sino una perspectiva cultural. Podemos llegar a diferenciar el amor del sexo e incluso podemos racionalizar que haya existido un desliz en un momento dado, pero en el imaginario colectivo una infidelidad es lo peor que puede pasarte.
Las personas llegan a justificar actos tan complejos y tóxicos como las humillaciones o las faltas de respeto como algo que puede pasar en un momento dado, pero lo que no se permite es que se haya follado.
Porque a veces no es solo el miedo a no volver a confiar o a que vuelva a pasar, sino que realmente lo que impide la reconciliación es que seamos nosotros los juzgados por nuestra decisión.
Infidelidad y reconciliación: ¿y después qué?
Tener una aventura es sencillo. Es casi obvio. Vamos a conocer a muchas personas a lo largo de nuestra vida y es ingenuo pensar que solo nos vamos a sentir sexualmente atraídos siempre por la misma. Que nadie va a llamar nuestra curiosidad y que nunca más surgirá esa chispa.
Y sí, perder la cabeza y dejarse llevar por el momento es casi instintivo. El deseo de lo inmediato. Pero ¿y luego?
Es tan ingenuo pensar que solo querremos tener sexo con una persona toda la vida, como pensar que con una persona nueva todo va a ser diferente. Simplemente repetiríamos la historia.
Y es en ese momento, en el de la razón, en el que pesa todo lo que compone una relación más allá del sexo, el momento en que se ansía locamente la reconciliación.
No solo por dinero o estatus social, familia, rutina o estabilidad, también porque tan fácil es tener una aventura, como difícil es encontrar una persona con la que merezca comprometerse, por y pese a todo.
Infidelidad y reconciliación: hay finales felices
Puede que lo de Stewart y Pattinson no pudiera ser por la infidelidad, sino por una cuestión de orientación sexual. Pero hay parejas que, lejos de romperse, salen incluso fortalecidas.
Las verdaderas reconciliaciones tras una infidelidad no son aquellas que miran para otro lado, que callan por miedo o que asumen por falta de opciones. Las parejas que realmente se reconcilian son las que bajan a sus infiernos. Las que no dejan que el momento pase sin más, sino que tras el mismo son capaces de asumir más su realidad, conocer más al otro, y también conocerse más a sí mismos.
Por eso, quizá, una reconciliación tras una infidelidad no es solo sexo y desenfreno, aunque aquellas sean de esas reconciliaciones que nunca se olvidan…