«Hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer».
-Plutarco
Nos cuesta arriesgar, cada día más. Nos cuesta salir de la zona de confort, por mucho que nos lo digan los coaches o los imanes de la nevera, para hacer algo diferente. Al fin y al cabo, siempre supone un cierto peligro. Nos regimos por lo establecido, por lo que se espera de nosotros, lo que se espera de la vida. Lo hacemos así en el trabajo, cuando nos esforzamos por labrarnos una carrera. Y lo hacemos en ámbitos más personales, como con los amigos, con los que preferimos evitar el conflicto. Sin embargo, hay un ámbito en nuestra vida en el que a veces sí que perdemos los papeles: el amor.
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El amor es culpable de nuestras más grandes pasiones. Puede ser el amor por una persona, por un lugar o por una afición, pero, en general, podríamos decir que es el sentimiento por el que cometemos las más grandes locuras.
Dejar una carrera de Derecho de varios años para decidir que queremos estudiar Arte, visitar una ciudad de vacaciones y dejarlo todo al darnos cuenta de que es un lugar para quedarse o conocer a alguien y dejar todo lo que teníamos planificado en nuestra vida, para embarcarnos en una nueva aventura.
Como decía Plutarco: «Hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer».
¿Perdemos la cabeza por amor?
En mi última novela, Perdernos para encontrarnos, la protagonista decide dejar toda su vida para saltar el charco, tras una historia que empezó como un gran polvo de una sola noche. Muchas lectoras comentan al leerlo que la protagonista no está en sus papeles y que hacer algo así es una locura. ¿Lo es realmente? ¿Es una locura arriesgar por una vida mejor cuando la nuestra ya no nos convence? ¿Es una locura luchar por un amor, aun con el riesgo de que salga mal y nos partan el corazón?
Es difícil tener una sola respuesta a esa pregunta. Podríamos dar la visión idílica de que el amor todo lo puede y de que el premio es suficientemente grande como para que el riesgo valga la pena. O podríamos dar el consejo que daría una amiga y pensar que el amor de las películas no siempre se parece al de la vida real y que puede que, antes de tomar una decisión tan importante en nuestra vida, tengamos que pensar bien en los pros y los contras. Sobre todo si realmente no sabemos aún si esa persona vale realmente la pena.
Incluso podríamos reflexionar si a veces gran parte de las locuras no las hacemos realmente por amor, es decir, por la construcción de un sentimiento mutuo basado en la aceptación y admiración del otro, sino guiados por el subidón hormonal que conlleva una nueva y excitante aventura sexual. Porque, a veces, las grandes pasiones que nos llevan a perder la cabeza tienen que ver más con el sexo que con el amor sincero. Y está bien saberlo.
La belleza del amor sincero
Quizá Plutarco se refería entonces a otro tipo de historias. No a liarse la manta a la cabeza por un amor en ciernes, sino a hacer algo tan loco como sacrificar el bien propio por el bien ajeno, que no es sino la belleza de un amor sincero.
En el cine nos cuentan que las locuras por amor se basan en aparecer en un lugar público con miles de rosas o correr entre los pasajeros para llegar a una puerta de embarque (¡y sin billete!) para una declaración de amor de última hora.
Quizá las locuras más bellas que se comenten por amor sean otra cosa. Sea robar horas al sueño cuando se trabaja al día siguiente, cuando la otra persona te necesita en un mal momento. Sea pasar vergüenza y un mal trago acompañando a esa persona a un evento, para que no se sienta tan sola. Sea decidir comerse el orgullo y sonreír, aunque cueste, para evitar una pelea. Sea, en definitiva, cometer la mayor de las locuras que puede cometer una persona: anteponer, cuando hace falta, las necesidades de la otra persona.
Y es que, al fin y al cabo, nuestra zona de confort es cada vez más pequeña, más estrecha, hasta el punto que da la sensación de que solo cabemos nosotros mismos. Con nuestros deseos, necesidades y sueños. Y en un tiempo donde el yo cada vez ocupa más espacio, no hay mayor locura que arriesgarlo todo en busca de un NOSOTROS.