Amor

«Es mejor haber amado y perdido que jamás haber amado»

Las relaciones de pareja a veces son una montaña rusa de emociones, y otras son pura rutina. Sobre todo cuando se pasa esa etapa inicial y llega la estabilidad y la convivencia. Sin embargo, incluso entonces, hay momentos que son auténtica magia. No son como los de las películas, no suele sonar música de fondo y no tienen por qué ocurrir haciendo algo especial. A veces es tan sencillo como acurrucarse uno al lado del otro, sentir su olor, su respiración, y sentirse afortunado por saber que esa sensación es mutua y compartida.

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Frases de amor

Es entonces cuando te preguntas si todo el mundo que está enamorado siente esa sensación de plenitud al estar simplemente al lado de la persona amada. O si incluso hay personas que no han llegado a sentir algo así nunca.

Decía el poeta inglés Lord Alfred Tennyson aquello de «Es mejor haber amado y haber perdido, que jamás haber amado», y es en momentos tan sencillos pero tan intensos, como cuando se deja o se pierde a alguien, en los que esa frase cobra todo su sentido.

Las pérdidas comunes

El tiempo pasa, y si aquel sentimiento nos hizo inmensamente felices, su recuerdo, cuando esa persona ya no está a nuestro lado, puede hacernos terriblemente desdichados. Tanto que hay personas que incluso preferirían olvidarlo o aseguran que querrían no haberlo experimentando nunca.

La famosa película Olvídate de mí, protagonizada por Jim Carrey y Kate Winslet, nos ponía en esa tesitura: la de tener la capacidad de borrar los recuerdos y los sentimientos por esa persona, una vez que se ha acabado la relación. Sin destripar la película, la respuesta es que quizá no sea tan buena idea.

No todos los amores duran para siempre, de hecho prácticamente ninguno. Solo aquellos que salen en las noticias en las que aparece una foto de una tierna pareja de ancianos que ha perecido al mismo tiempo. En el resto de los casos, uno de los dos siempre se va antes. Los amores se rompen, se gastan, se van a otra parte y, a veces, nos dejan para siempre.

Pero no se trata de un fracaso o de una experiencia ingrata, se trata del proceso real de la vida. La vida es pérdida. Todo llega para irse y por eso es tan bello. ¿Valoraríamos tanto la juventud si no la perdiéramos en la vejez?

El amor es un bien preciado

El amor es uno de los sentimientos más valorados, quizás precisamente por eso. Porque uno nunca sabe si va a volver a sentirlo otra vez. Al menos no de la misma manera.

Sabes que seguramente volverás a sentirte alegre, triste o enfadado. Sabes incluso que aunque la persona amada salga de tu vida, por el motivo que sea, seguramente vuelvas a sentirte atraído por otras personas. Que disfrutarás de su compañía, te reirás, llorarás, y llegarás al clímax teniendo sexo. Pero no sabes si volverás a sentirte como cuando hacías el amor con esa persona.

Porque no, no siempre es lo mismo. Y uno de los momentos en los que más se nota la diferencia es precisamente en el sexo. Quizá, porque es cuando somos más vulnerables y nuestras emociones están más a flor de piel. Por eso es ahí cuando sabemos si estamos follando o si estamos haciendo el amor. Nadie lo llama ni lo hace de la misma manera.

Claro, todo el mundo puede llegar al orgasmo incluso en solitario. Y por supuesto el sexo con un desconocido puede ser increíblemente excitante y divertido. Pero la conexión, confianza e intimidad que se produce cuando nos enredamos en el cuerpo de la persona amada, besamos cada detalle que adoramos y saboreamos ese olor a hogar no siempre vuelve a producirse con un nuevo amante.

Es mejor haber amado

El amor, pese a todo lo descrito, no es solo un sentimiento o el mejor aderezo para la vida sexual. El amor es, al fin y al cabo, una experiencia vital que nos cambia. Hay a quien le vuelve celoso y posesivo, ansioso o frustrado, es cierto. Pero cuando el amor se desarrolla de forma sana y correspondida, suele tender a hacernos mejor personas.
Porque el amor bien entendido es ese en el que simplemente quieres lo mejor para el otro, y eso nos engrandece en cierta medida.

Amar nos hace preocuparnos por el bienestar de otra persona que no seamos nosotros mismos, para variar. Nos hace ampliar nuestra perspectiva, y nos hace escuchar la visión de otro sobre la vida, para darle mayor sabor a la nuestra.

Quizá, el resultado más amplío de la experiencia de amar es el de aprender a vivir. Sentir, crecer y perder, como un ciclo sin fin. Por eso siempre será mejor haber amado, aunque lo hayamos perdido, que nunca haberlo vivido.

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