Algunos autores afirman que el Hentai moderno (o el ecchi o softcore, en su defecto) nació a finales de la década de los 60 de la mano de Gō Nagai (seudónimo artístico de Kiyoshi Nagai), maestro mangaka cuya obra Harenchi Gakuen (Escuela infame) tuvo una gran influencia tanto en la sociedad japonesa como en los artistas posteriores (incluyendo a los creadores de Hentai), al tratar el erotismo en los colegios de una manera sucia y gamberra.
Sigue leyendo…
La escuela infame de Gō Nagai
Tras unos comienzos difíciles debidos, en parte, a una férrea oposición familiar y al rechazo de las editoriales, Gō Nagai consiguió trabajar como asistente de Shotaro Ishinomori, uno de los grandes mangakas de aquel momento, adquirir experiencia y publicar, en 1968, Meakashi Polikichi en la revista Bokura. Esta obra, sumada a la adaptación al manga del anime de televisión Chibikko Kaiju Yadamon, le catapultó al éxito y pasó de ser un desconocido a una celebridad.
Apenas un año después, la editorial Shueisha le propuso participar como artista invitado en Shōnen Jump, una nueva revista dirigida principalmente a un público shōnen (chicos adolescentes), con la que pretendía competir con revistas de editoriales rivales como Shōnen Sunday de Shogakukan.
Gō Nagai aceptó, ya que esta oferta le permitía diseñar historias largas en vez de cortas, como había hecho hasta ese momento. La cuestión era sobre qué escribir y su asistente personal le dio la respuesta en forma de anécdota. «Al principio no teníamos ninguna historia, pero mi asistente en ese momento se jactaba de cómo había podido espiar a las niñas durante sus exámenes físicos desde un agujero en el techo de su escuela y eso nos puso en marcha».
En cuanto al título de ese primer manga, Gō Nagai pensó que la palabra «Harenchi» (escándalo), que solía utilizarse para anunciar películas pornográficas, formaba una mezcla interesante («como el aceite y el agua») con el concepto de «escuela», y pensó que las historias que surgirían en este escenario serían divertidas.
Inspirado por la anécdota de su asistente voyeur y ya con el título claro, Gō Nagai tuvo la idea inicial de escribir una historia en la que los niños espiaban a las niñas desde un agujero en el techo, pero pensaron que no sería muy divertido como trama principal. «Así que hice que la maestra se desnudara de la cintura para abajo y la vestí con medias de red y tirantes. Fue tan grotesco que me reí de mi cabeza».
Grotesco, sí, pero no en el sentido del Ero guro nonsensu o Ero guro, sino divertido por lo surrealista, erótico más que sexual, con escenas en las que no aparecían los genitales y en las que los desnudos eran «lindos en vez de sexis». Y así fue durante las primeras entregas, historias autoconclusivas en las que los desnudos no eran explícitos, ya que solo se mostraban a las chicas de hombros para arriba.
Los mangas de Escuela infame se hicieron tan populares, que su editor le pidió a Gō Nagai que diera un paso más allá (o más abajo, ya me entendéis). El mangaka obedeció encantado y comenzó a dibujar mujeres desnudas inspirándose en las que veía en las películas occidentales y en la revista Playboy, ya que «a diferencia de las mujeres japonesas de esa época, solían tener estos cuerpos hermosos y bien equilibrados». Por el contrario, los pechos grandes y siliconados no debían gustarle demasiado, ya que se inspiró en la Venus de Milo (o Afrodita de Milo), una de las esculturas más famosas de la Antigua Grecia, para dibujar los de sus personajes.
Éxito y polémica
Por lo visto, a los adolescentes japoneses también les gustaban este tipo de mujeres, ya que Escuela infame tuvo un éxito arrollador y se vendieron millones de ejemplares de la revista Shōnen Jump. Pero toda cara tiene su cruz, y también aparecieron detractores de Harenchi Gakuen (sobre todo, los miembros de las Asociaciones de Padres o APA), que pedían su censura por la vulgaridad de las tramas (escolares obsesionados con ver las bragas de las niñas y los cuerpos desnudos de sus profesoras) y por introducir el erotismo en mangas para chicos en edad escolar.
Aunque Gō Nagai era consciente de que Escuela infame estaba dirigido a menores de edad, no cedió, alegando que la esencia de sus mangas no era el erotismo, sino una crítica «a la cultura de la vergüenza de Japón. Los personajes quieren mostrar lo que tienen, pero están demasiado avergonzados para hacerlo. Se trata del tira y afloja entre hombres y mujeres. Quería que esa vergüenza fuera el erotismo de las historias».
Quizá fuera esa la clave, quizá lo que realmente molestaba a determinados sectores de la sociedad japonesa era que Gō Nagai hiciera manifiesta esa vergüenza y ese puritanismo que se mostraban en público hacia el sexo, a pesar de ser una sociedad que, en privado, había demostrado gustos mucho más obscenos y perversos como el Shunga o el Shokushu goukan.
De hecho, Gō Nagai declaró en una entrevista que una de las cosas que le dio fuerzas ante el acoso mediático fueron las cartas de apoyo que recibió de adolescentes confesándole «que sabían que los adultos que los reprimían estaban leyendo cosas mucho más obscenas de las que yo estaba produciendo».
Los editores (conscientes de haber encontrado a la gallina de los pechos huevos de oro) sumaron su apoyo al de los fans y además de seguir editando el manga Escuela infame, también rodaron películas y una serie con actores reales que obtuvieron un éxito rotundo.
Pero las Asociaciones de Padres tampoco estaban dispuestas a ceder, y sus protestas y el acoso mediático se recrudecieron hasta el punto de lograr que el manga no se distribuyera en algunas partes de Japón y forzar a los productores a anunciar la cancelación de la serie.
Ante tal presión, Nagai (al que habían llegado a llamar «enemigo público») cambió la trama de Harenchi Gakuen a una guerra sin cuartel entre los personajes (literalmente), en defensa de la libertad de expresión, que terminó con un asesinato masivo y sangriento de los alumnos y profesores a manos de las APA.
Menudo spoiler, ¿eh? Bueno, no del todo. Este grotesco final del manga, con el que Nagai criticaba la presión mediática con ironía y acidez, caló profundamente en sus seguidores, que cerraron filas alrededor de su mangaka líder, pasaron al ataque y consiguieron alzarse con la victoria en la batalla final (menos sangrienta, por fortuna).
Conscientes de su derrota, los miembros de las APA se retiraron en silencio y Escuela infame no solo siguió editándose de manera regular hasta 1972, también fue publicada en volúmenes recopilatorios especiales por otras editoriales y rodada con actores reales para una OVA, en 1996.
En cuanto a Nagai, el mangaka siguió dibujando mangas y animes ecchi en la misma línea gamberra de Harenchi Gakuen, como Cutey Honey y Maboroshi Panty, y mangas no eróticos, de fantasía, ciencia ficción y terror como Devilman, Violence Jack y (todo el mundo en pie) Mazinger Z. ¡Sí, has oído leído bien! ¡MAZINGER Z! ¿Entiendes ahora la leyenda urbana de Afrodita y sus «pechos fuera»?