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Entrevista a Mimmi Kass: El lado brillante de la narrativa erótica

Hablamos de escritura. Hablamos de erotismo. Hablamos de sexo. Hablamos de ella. Hablamos de ti, también. Madre, doctora, escritora, sexóloga en ciernes, bloguera, lectora empedernida, experta en bondage, enamorada de su marido…  No sabemos si Mimmi Kass superaría el test Voight-Kampff (el test de empatía en Blade Runner que permitía distinguir entre humanos y replicantes), pero lo que sí sabemos es que es una de las escritoras que están subiendo el listón de la narrativa erótica en español, con su serie En cuerpo y alma. Tampoco sabemos de dónde saca el tiempo, pero vamos a averiguar esto y mucho más.

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Entrevista a Mimmi Kass: El lado más brillante de la erótica

  1. Caminas por el desierto y ves a una tortuga arrastrándose… La giras y dejas su tripa al sol; patalea en el intento de darse la vuelta por sí misma, pero no puede… No puede si no es con tu ayuda. ¿Por qué no la ayudas?

Primero, ¿qué hace una tortuga en el desierto? (risas). Y segundo, ¡yo jamás haría eso! Me encantan los animales, de hecho, tengo dos tortugas en casa, que se llaman Druz y Truz (bautizadas por mi hijo), de manera que la metería en mi bolsillo y la dejaría en el siguiente oasis al que llegara. ¡Pobre tortuguita! Aunque, por otro lado, si no pudiera llevármela, sería una buena manera de acelerar una terrible agonía, porque de lo que sí estoy segura es de que no sería capaz de matarla a sangre fría. Se me ponen los pelos de punta con solo pensarlo.

  1. Seguimos sin saber si eres replicante o no. Hemos visto en tu cuenta de Facebook que sales al parque con tus hijos y te llevas las correcciones de tu próxima novela. ¿Cómo se compaginan la maternidad, la escritura, el matrimonio, tu web/blog, la lectura, el bondage…?

Si tuviera la fórmula del éxito para salir airosa en el multitasking, probablemente sería millonaria y no estaría contestando esta entrevista (risas), pero lo cierto es que manejar este circo de cien pistas que es mi día a día no es fácil. Intento ser organizada y disciplinada, llevo una agenda a todas partes que es mi segundo cerebro, y trato de no detenerme en tareas que son pérdidas de tiempo (¡un momento!, quizá sí soy una replicante), pero eso no me asegura llegar a  todo. Fracaso una y mil veces. Con frecuencia tengo que renunciar a ir a algún congreso médico porque no puedo organizarme con los niños, a dar una ponencia en un Salón Erótico porque tengo guardia, y así hasta el infinito. Eso sí, una de mis armas secretas y parte de mi (cuasi) éxito viene dado por tener un marido y compañero, cómplice en todos los aspectos de mi vida, que me apoya y me cierra el portátil, también, si hace falta. Sería imposible mantener este ritmo sin su ayuda. En cuanto a escribir, ¿puedes vivir sin respirar? Pues ahí tienes tu respuesta. Aunque sean unos pocos cientos de palabras mientras me tomo a solas el primer café de la mañana.

En resumen: soy una mujer poliédrica y necesito cultivar todas mis facetas para sentirme entera.

  1. Te sientas frente al portátil a medianoche, tras una jornada de trabajo en el hospital y con tus hijos. El cursor parpadea y, de repente, son palabras; ¿cómo se convierten en erótica?

Sentarme a escribir es cuestión de voluntad y sacar un poco de tiempo. Que lo que escribo sea erótica es por inercia: el erotismo es mi segunda piel. Me siento cómoda en el género: mi imaginación, mis experiencias y mi formación como sexóloga me empujan a preguntarme cómo lo vivirán los protagonistas, si tienen prejuicios, si estarían dispuestos a experimentar o no… He intentado escribir otros géneros, y siempre termino por darle un giro más que sensual. Cuando lo he reprimido, mis lectoras lo han notado de inmediato: «¡Estás escribiendo con el freno echado!», de manera que escribo lo que siento y quiero. Ya lo decía Marilyn Monroe: EL sexo forma parte de la naturaleza. Y yo me llevo de maravilla con la naturaleza.

  1. Cita tres novelas eróticas que te hayan puesto a mil.

Dominada por el deseo, de Shayla Black.

Diario de una Ninfómana, de Valérie Tasso.

El amante, de Marguerite Duras.

  1. ¿Por qué te excitaron y por qué en España la erótica se considera subgénero?

Respecto a la primera pregunta, Shayla Black escribe unas escenas ardientes, muy bien diseñadas, y que tienen la particularidad de que me hacen olvidar que estoy leyendo erótica. (Si eres escritor, lees todo de otra manera, ¡y a veces es un problema!). En el caso de la novela de Valérie, porque me hizo pensar y cuestionarme muchas cosas. La novela de Marguerite Duras cayó en mis manos siendo yo poco más que una adolescente, y me sentí muy identificada con la sensación de poder que te da el descubrir que eres capaz de influenciar a los hombres con tu femineidad.

En cuanto a la segunda pregunta…bien. Antes que escritora, soy una asidua lectora de erótica. Por afición, y ¿por qué no decirlo?, para ver qué hacen otras autoras. Hay una gran cantidad de manuscritos que se publican, sea de la mano de editoriales, sea de autopublicación, que tienen una escasa calidad, que se clasifican de erótica y no lo son, y porque aún existen muchos prejuicios rodeando al sexo en general, no solo el escrito. En vez de ver las ventajas y darle una oportunidad, critican el género porque sí. O leen al famoso Grey y creen que toda la erótica es así.

El género goza, sin embargo, de muy buena salud. Sus lectores son muy fieles y, junto con la romántica, impulsan las ventas editoriales. Falta que sea más universal, y con un poco más de calidad. Por otro lado, el erotismo dentro de otros géneros es cada vez más transversal. Muchos autores escriben con los recursos de la erótica, pero negando, ¡Dios los libre!, pertenecer a dicho género. Desde luego, es un tema para reflexionar.

  1. Has escrito dos novelas del género erótico, Radiografía del deseo y Diagnóstico del placer, y una de corte un poco más romántico, ¿qué ofreces en ellas que sea diferente a las demás?

En el caso de las novelas de En cuerpo y alma, relato el crecimiento erótico y emocional de una pareja de médicos. Son personas reales, viven situaciones con las que las lectoras se identifican, y a la vez tienen una manera muy distinta de adentrarse en el erotismo y el sexo. El erotismo es un personaje por sí mismo que crece y evoluciona, y ambos protagonistas abren los ojos a sensaciones y escenarios que nunca se habían planteado. Para saber de qué se trata, ¡hay que leer las novelas! Pero en lo que están de acuerdo quienes la han leído, es que la historia se mete bajo la piel.

En Ardiendo, se trata de una historia entre un bombero y una médico de emergencias, ambientada en los paisajes de Galicia. Muestro el mundo peligroso y cruel de los incendios. Un thriller erótico muy rápido, con mucha acción y que se devora en una tarde.

Todas las novelas tienen una gran carga de tensión sexual, y una sólida documentación que respalda el erotismo que se incluye en ellas.

  1. Caminas por cualquier ciudad española y te metes en la alcoba de una pareja heterosexual. Nacieron en la década de los 80, ¿qué ves?

Puede tocarte de todo. Desde parejas que no pasan del misionero y son perfectamente felices así, a otras más innovadoras, que se atreven con prácticas menos convencionales. Como tónica general, te das cuenta de que el estrés, el cansancio y el poco tiempo libre merman muchísimo la vida sexual de las parejas. Y si son de largo recorrido, no vale el aquí te pillo, aquí te mato, necesita cocinarse a fuego más lento y hay que ponerle un poquito de voluntad. En contrapartida, pasados los treinta hay un desprendimiento generalizado de tabús y muchas ganas de experimentar. Lo que veo, en resumen, es un mundo de posibilidades. ¡Ojalá hubiera más tiempo para desarrollarlo con mayor plenitud!

  1. Dentro de 15 años, sales a tomar una caña con tus hijos, y te dicen: mamá, hemos leído Diagnóstico del placer, ¿te gusta que papá te ate?

Si me están haciendo esa pregunta es que hemos hecho las cosas bien y tienen la confianza suficiente como para plantearla. Lo cierto es que dudo muchísimo que, si no se hablan otros temas más básicos antes, lleguen ni siquiera a formularla. Soy una convencida de que la educación sexual empieza desde que tus hijos nacen, siempre adaptada a su edad y a su curiosidad. Si esperas a la adolescencia para tender lazos de confianza y que tus hijos te escuchen, habrás llegado tarde. ¿Cómo pretendes hablar de sexo con un adolescente, en plena ebullición hormonal, con todo el peso de sus pares y en el momento en que los padres pierden ante sus ojos la autoridad, si nunca lo has hecho antes? ¿Cómo van a depositar sus inquietudes y confidencias en relación con el sexo? Es un trabajo que tiene que hacerse desde mucho antes. En el caso de tu pregunta, mi hija tendrá veinte años y mi hijo, veintidós, y espero para entonces haber sentado una base sólida de educación sexual y comunicación, para que me pregunten lo que quieran… y les contestaré con la verdad.

  1. En Volonté, has colaborado con un buen número de relatos eróticos, pero, ahora, también estás haciendo una serie de artículos sobre el placer sexual. ¿Por qué es importante hablar de sexo?

Cuando escribes erótica, despiertas deseos y suscitas inquietudes. Quienes te leen se sienten tocados en lo más íntimo y necesitan hablarlo con alguien; te buscan por mensaje privado y plantean una serie de dudas que te hacen pensar.  Hay una tendencia a la apertura respecto al sexo y al erotismo a la hora de enfrentar una lectura, pero en la realidad existen todavía muchas barreras por derribar. Hablar de ello es el comienzo para superar esos muros, esas ideas preconcebidas que impiden que disfrutemos con libertad de nuestros deseos y fantasías, de los estereotipos que coartan nuestro erotismo. Es importante hablar de sexo porque conocerlo nos permite ser fieles a nosotros mismos.

  1. ¿Por qué es importante disfrutar del sexo?

Muchas veces la exigencia social de que debemos triunfar en el sexo hace que nos olvidemos por qué el sexo está ahí: por el placer. Ni por metas reproductivas ni por un vínculo con el otro —que también—, el fin último del sexo es su aspecto hedónico, palabra maravillosa que significa ver el placer como un bien, como un valor, y no con el tinte peyorativo con el que se asocia actualmente.

El problema viene cuando lo lúdico queda emborronado por la idea de que sea perfecto, bonito y aderezado. Nos presionan para buscar muchos e intensos orgasmos, y medimos nuestra intimidad erótica en productividad como si de una fábrica se tratase. Y yo me niego.

El sexo es una mirada, una caricia, una intención…y una barroca sesión de bondage. Es el mayor campo de juegos que tenemos los adultos, y lo desaprovechamos en aras de exigencias ajenas y externas a nosotros. Mientras más profundicemos en el autoconocimiento, mientras mayor confianza y complicidad tenemos con quien lo compartimos, más se amplía ese campo de juegos y más satisfactorio es. Si nos olvidamos de disfrutar del sexo, perdemos su ventaja más valiosa: que nos hace felices.

  1. Caminas por el desierto y ves a Christian Grey, al editor de Volonté y a tu marido. Los tres están desnudos. ¿Qué haces?

¡Pobrecillos! Darles agua y ponerlos a la sombrita. Con el calor del desierto no estarán para muchos trotes. Por orden de prioridades, claro. Primero, mi marido. Después, al editor de Volonté. Me plantearía seriamente hacerle un favor a la humanidad (que sería poco apreciado por muchas mujeres, soy perfectamente consciente), y abandonar a su suerte al señor Grey. Sin el helicóptero, el ático y los millones, ¿qué queda?: un hombre lleno de traumas psicológicos y sexuales sin resolver. Quizá un poco de introspección le vendría bien.

Lo hemos intentado, pero seguimos sin poder determinar si es humana o replicante. De lo que sí que estamos seguros es que Mimmi Kass ya es uno de los grandes referentes de la narrativa erótica en español, y también va a serlo de la salud sexual. No os perdáis su web mimmikass.com