Hoy hablamos con una escritora que nos cuenta historias eróticas con la intensidad y desparpajo justos y (verdaderamente) necesarios; con palabras que empapan y ritmos que emulan un baile tan sexual que casi parece que es el lector quien está follando. Y es que Mar Márquez es bailarina… ¡¿Qué digo?! Ella es profesora de baile. Y filóloga y sexóloga y trabaja en la radio y está promocionando no sé qué performance en la que se folla en vivo y en directo… No, es algo sobre arte. Creo que algo que mezcla música, danza y sexualidad. En fin, mejor se lo preguntamos a ella.
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Fotografía: Thomas Busse. Modelo: Mar Márquez
5 preguntas a Mar Márquez
P: Acabo de leer uno de los artículos de tu web/blog, Mi yo salvaje, en el que he visto reflejadas muchas de mis ideas, pensamientos y agobios. Supongo que ese reciente 4 que han adquirido nuestras edades proyecta unas inquietudes o una forma de ver la vida similar. Pero, de momento, no entremos de lleno en esto de «cogerse el coño» y… cuéntame qué es eso la erótica en crudo: por qué, cuándo y dónde es RAW ERÓTICA.
R: Me alegra saber que te incluyes en toda esa bomba de emociones, pensamientos y reprimendas que brotaron de mí en los inicios de este año, en el que estreno década nueva. ¿También te ha hablado «tu salvaje» interno? Ya hablaremos… Pues sí, nueva década, nuevos proyectos. A ver si te lo logro explicar para que se entienda bien:
RAW ERÓTICA es una fiesta en la que todas las disciplinas artísticas, en su representación más erótica, tienen lugar. Una fiesta, sí, por la noche, en la que el arte de la fotografía, danza, música, literatura, pintura, performance, cabaret se dan la mano para rendir homenaje al dios Eros, al erotismo como representación del mundo de los deseos, ese mundo de aquellos que se atraen, se buscan y se encuentran. Pretendemos que te envuelva una ola de sensaciones a través de la decoración, los espectáculos, los juegos y sorpresas que preparamos para los asistentes (incluidos concursos y regalos potentes, como una variedad de juguetes LELO, ¡que es uno de nuestros colabores!) para que pases así una noche diferente. Y ahora, voy con aquello que todos me preguntan: ¡No! ¡No es una fiesta de follar ni de tocarse ni de jugar con pieles! (Para eso, hacemos otras). Pero justo esta no es así. RAW es arte y fiesta para todos, por lo que nadie se sentirá intimidado en ningún momento, en ninguna situación. Una fiesta de Eros no es una fiesta de porno, aunque sea un crudo festín para tus sentidos. Pobre Eros, nadie le entiende. Ni a nosotras, pues ha sido la pregunta que más hemos contestado en redes sociales.
Para mí, RAW ERÓTICA es la suma de todo aquello que me enchufa de energía en esta vida. RAW es un proyecto de Karen Moan que, tras un café, hizo que también fuera mío (soy así de fácil). En RAW, me encargo del diseño y coordinación de la escena artística. Si queréis saber más de nosotras, nuestras colaboradoras y colaboradores, de donde nace la idea, qué ocurre en RAW, cuáles son las venideras (mayo y junio) y mucho más, síguenos en redes (Instagram, Facebook) y visita nuestra web. ¡Ah!, por lo pronto RAW reside en Madrid, aunque tiene la maleta y las ganas preparadas para navegar hacia otras provincias.
P: Siguiendo con la tensión del Eros y el Thanatos, me decía mi amigo Juan, cuando él tenía 63 y yo unos 26, que en la vida hay dos momentos: el del tiempo que me sobra y el del tiempo que me queda. ¿Se podría decir algo así de la erótica en la sociedad en que vivimos? ¿Que a partir de cierta edad no tienes ningún valor sensual, ergo casi ni el derecho de pronunciarte sobre el tema?
R: No voy a negar que la representación social de los sujetos deseables deja fuera, ya no solo aquellos que han conseguido llegar a cierta edad (conseguido, sí, porque cumplir años es un logro, un don para alabar), sino a toda una variedad, diversidad, pluralidad de sujetos deseantes que sufren los efectos de esta falta de propaganda erótica. Es duro, es nuestro «lejano Oeste» particular, pero a mí siempre me ha costado señalar hacia fuera sin mirar antes hacia dentro. Es verdad que el ideario social, influido por sus necesidades comerciales, entre otras, incide en nuestra forma de vernos, vivirnos y sentirnos, pero siempre he pensado que es fácil echarle la culpa de todo a un ente abstracto y que quizá nos falta tomar las riendas y responsabilizarnos como individuos de nuestro propio «estar en el mundo de los vivos». Muchos gestos considerados luchas o heroicidades no son más que sujetos responsables de que la correlación deseos-tiempo tenga un resultado positivo en el balance de sus vidas. Modelos que han perdido una o dos piernas, ostomizadas, diversidades funcionales motoras, intelectuales… Hay toda una falta de diversidad en los modelos que representan la deseabilidad en el imaginario colectivo, sí, y afecta a nuestra forma de vernos, desearnos y sentirnos, por supuesto. Pero también te digo que no todos los sujetos no representados se llegan a sentir de-sensualizados, por lo que podemos hacer dos cosas: reflexionar y despertar por amor a la vida o lamentarnos y seguir la corriente de aquellos que nos dicen lo que tenemos que comprar y quien tenemos que ser.
Así que sí, para la gran pantalla, la erótica tiene fecha de caducidad. La misma que marca el canon de belleza que toque al momento histórico que pisemos… Pero no ejercitar el derecho de pronunciarse sobre el tema ya es una opción personal. Y es algo que no podemos dejar en manos de la depresión que nos den los anuncios publicitarios o los tests de la revista en cuestión. Apaga la tele, controla la información que te llega, no dejes que te avasalle, no te auto-sabotees en la comparativa y el lamento. Es nuestra responsabilidad, la de cada uno, entender que la erótica no es de cine, es de casa. La erótica es la actividad por la que somos seres humanos y no plantas. Los humanos, como seres sexuados, requerimos de otros ojos para ser mirados. Mantener esa mirada en el amor, y no en el juicio, es un ejercicio de todos. Tenemos la capacidad de amar, de desear, de ser amados y deseados y eso reside en la consciencia y conciencia de cada uno para con su vida.
Supongo que aquí ninguno que haya cruzado ciertas décadas querrá ser un instagramer… No sé yo, probablemente se haya dado cuenta que la vida va de otra cosa, y una de esas otras cosas es Eros, al que , al menos yo, exijo y exigiré que me acompañe y me ilumine la mirada cada día, hasta el día que le pase el relevo al paciente Thanatos, que me espera. Ya te digo yo, que a mí me entierran con los labios rojos y un liguero. Y los días que me siento arrugada, pasada de moda, con el útero semiseco y las carnes tristes, como chocolate al igual que toda diosa con el SCI (Síndrome de Caducidad Inminente), me duran (intento que me duren) lo menos posible, lo justito para volver a salir a la calle a mirar manos de hombres y zapatos de mujer.
Por cierto, debían de ser unas charlas muy agradables aquellas con Juan, tenemos que escuchar a nuestros sabios, y cuánto de poco lo hacemos…
P: Las eran tanto que siempre resuenan… Como tu expresión «Cabalgando en crines de jamelgos». Me encanta porque refleja la imagen de la conciencia de la fragilidad como fortaleza. Como la ironía de bailar sobre una tumba… ¿En qué se distinguen bailar y follar?
R: Dejando fuera de la ecuación las variables de no intención y no goce, es decir, considerando bailar y follar como un conjunto de movimientos conscientes que parten de la intención con el objetivo del goce, y no teniendo en cuenta el movimiento como respuesta a un estímulo auditivo, visual o táctil así como el follar con otras metas que no sean el placer en sí mismo, te puedo decir que bailar y follar se distinguen en menos de lo que pueda parecer.
Tanto follar como bailar requieren del mismo elemento para que la experiencia se viva desde un goce físico y espiritual que la corone de satisfactoria: el otro. Bailar solo delante del espejo y masturbarse entran en esta ecuación, porque la intención de la presencia del otro está en el acto. No hay follada sin un otro, no hay baile sin espectador. La otredad es la base de las interacciones humanas, sin ella no es posible y eso se aplica a todo. Bailar es un modo de expresión humana. Una cosa es bailar desde la disciplina del baile, y otra soltarse a mover el esqueleto en la discoteca o la verbena de tu pueblo, pero ambas responden al mismo principio: vivirse, sentirse y mostrarse a un otro desde ese yo. El bailarín comunica, habla, nos cuenta una historia, una idea, una emoción, un pensamiento. La bailarina nos dice quién es, qué quiere de nosotros, nos relata su camino. ¿A quién? Pues al público espectador, a nos-otros, a vos-otros. Siempre se construye en tanto en cuanto haya un receptor del mensaje. De eso trata el arte, de expresar y comunicar. Y de eso vive el ser humano, de la interacción comunicativa entre los sujetos y sus deseos. Bailando seducimos, jugamos, expresamos mucho de todo aquello que no tiene palabras. Por eso, bailar da tanta vergüenza, la misma que hablar inglés, jjjj. La vergüenza es un continente de emociones masticadas y tragadas. Un «¡mierda, yo quiero!» y un «¡mierda, no puedo!» a la vez. No bailar por vergüenza es lo mismo que no decirle a la persona de tus sueños que te gusta. No follar con quien quisieras es tan frustrante como contener la expresión de tu cuerpo en movimiento; limitante, paralizante, agobiante.
Cuando yo bailo soy yo para mí y para los demás. Cuando yo follo, lo mismo. Pienso, siento, juego, río, lloro, inicio un movimiento que no sé dónde acabará, inicio otros con una clara dirección, miro al otro y me influye su mirada, y por ello me suavizo o me intensifico, necesito lograr su atención, y una vez lograda, le abandono y vuelvo a mí, a gozar mi cuerpo, mi piel, mi alegría, mi ira, mi pasión, mi apatía. Todas las yoes en una, para mí y para ti. ¿De qué va esta última frase? ¿De bailar o follar?
¿Podríamos pensar en la respuesta orgásmica como elemento diferenciador? Pues podríamos, pero aclaré al principio que dejaba para otro capítulo las variables de la no-intención, y el orgasmo es el vivo ejemplo de ello. Aparte de que quién me dice a mí que el nirvana al que se llega al final de un espectáculo no es, categóricamente del verbo ser, la pura imagen de un orgasmo vital.
Saber escuchar, leer, interpretar ciertas señales es saber dialogar con los cuerpos y el diálogo corporal es parte del arte, y el arte nace de forma irrefrenable en el ser humano. Quizá por todo esto, para mí, follar es un arte. El arte de la búsqueda y entrega al goce a través de la expresión erótica del ser humano, que como sexuado que es, requiere de lugares, acciones y mensajes en los que poder ser. Uno de estos lugares, para mí, es el baile. Hala, qué a gusto me he quedado. Voy a por una copita de vino… que me quedé seca con la preguntita, compadre…
P: Me recordaste a Whitman, ese contradecirse por las multitudes que contenemos. Y tú, desde luego, contienes muchas: cuando no bailas ni escribes ni… haces cualesquiera otras de las 1000 cosas a las que te dedicas, es probable que estés en la radio. He visto que el programa se llama «Sex o no sex» y me ha llamado la atención tu sección sobre «bulos carnales», entre los que se encuentra «la menstruación como arma de destrucción masiva». No tengo ni que hacer preguntas. Cuéntanos.
R: Bueno, y si todo sale bien, dentro de poco me verás también… ¡ya te diré cómo, cuándo y dónde!
Ay, mis bulitos carnales, ¡qué de disgustos me dan! Cada semana, en Sex o no Sex de EsRadio, analizo etimológica y socialmente un concepto de nuestro ideario sexual o desmonto un mito erótico, orgánico o carnal instaurado en nuestras conciencias colectivas, y este fue especialmente doloroso, la verdad. Comencé a prepararme el programa desde las risas de aquella frase con la que muchos de nosotros hemos convivido: «no hagas mayonesa con la regla que se te corta». Cuando investigué y vi el alcance, variedad y motivos de tales falacias (además del maquiavélico ejercicio de creatividad de muchos, como algún médico, que contribuyeron a la perpetuación de este mito) se me pusieron los pelos de punta. Lo titulé de esa manera porque así es considerada hoy en día en muchas partes del mundo la maravilla, y lo que considero un milagro, de la menstruación. Arma de destrucción masiva porque dicen que «se mueren las flores, se envenena el agua, se contagian los bebés de males diversos, se aíslan a niñas y adultas fuera y lejos de la familia, en lugares inhóspitos durante el ciclo…». Todos los meses, una vez al mes. ¿Te imaginas que todos los meses, durante entre 4 y 10 días, te saquen de tu casa, de tu vida, tus labores y te encierren en una caseta en la que no te puedes poner de pie, a esperar que te dejen la comida una vez al día sin mediar palabra con nadie? ¿Una vez al mes durante toda tu vida fértil? La menstruación ha sido un misterio para todas las culturas, pero mientras para unas el misterio se glorificó en el poder de la vida, para otras (la mayoría) se demonizó entre conceptos de pureza, magias y demonios. Yo que me reía, y hasta pensaba que era el truco de muchas madres para que la mayonesa la hicieran los demás, y mira con lo que me topé…
P: Aún hoy en China, y entre otras, dicen que no puedes comer helado con la regla… En fin, ahora sí… O mejor, no. Hagámoslo al revés: supongo el porqué de la expresión de tu abuela «cógete el coño y hazte la muerta», pero para no hablar sobre el hartazgo que provocan muchas de las cosas que se ven a diario, dinos ¿qué ves, lees u oyes que sea liberador? Algo con lo que no tengas ni que agarrarte las gónadas ni fingir tu muerte.
Supongo que ver, veo lo que todo el mundo, lo importante es la mirada, la consciencia con la que miro, eso es lo que me libera. Me libera ver una comedia romántica de toda la vida sin sentir que Hollywood intente adoctrinarme en eso que llaman «amor romántico castrador». Me la disfruto feliz, y si se casan al final, pues mira tú qué bonito. Me liberan el cine y la novela distópica, me hacen pensar sobre la base de las metáforas que expresan los guiones y encuentro puntos de partida para mis propias reflexiones y conjeturas sociológicas sobre el ser humano, que es donde me mola estar después de una buena sesión de Friends o Sexo en Nueva York, claro, si no me revienta la cabeza. Puedo decirte con orgullo que hace 5 años que no veo el telediario, y que eso me libera mucho. Fue una decisión consciente: no veo televisión, para bien y para mal… Hace años que no veo ni un anuncio ni una revista. Los justos que te asaltan en Youtube cuando me siento para una sesión de vídeos de baile y música. ¡Eso sí que me pone! Me hacen volar la mayoría de los estilos musicales, pero despego sobre todo con el rock, notas del trash y mucho blues, jazz, soul y flamenco… Leo sobre sociología, filosofía e historia, todo la relacionado con la construcción de la sexualidad, identidad y cultura de lo erótico en el ser humano. Disfruto con novelas de rupturas mentales, de realismo sucio, con todas las novelas eróticas y más aún aquellas valientes, que son capaces de cruzar morales sexuales de la cultura de la época en la que fueron escritas o, incluso al revés, cuando la moralidad cuestiona a la novela a posteriori. Eso me hace sentir libre, capaz de todo, me hace sentir viva y me da fuerzas para escribir lo que quiero escribir y como lo quiero escribir, aunque aún no habéis visto todo de lo que soy capaz y adónde quiero llegar. Quizá mi cuenta bancaria tiemble, pero irónicamente es el precio que tiene la libertad…