Antes de usar nuestro primer juguete sexual, todas y todos nos hemos preguntado cuál es la diferencia entre un dildo, un consolador y un vibrador. Sin embargo, nos da vergüenza buscar asesoramiento y vamos directas y directos al mostrador del sex shop o elegante tienda erótica y soltamos esos clásicos de Quiero comprar un dildo que no vibre o ¿Me puedes enseñar el vibrador de Nacho Vidal?
Hay mucha desinformación, así que vamos a explicar qué es un dildo, cómo podemos entender eso que llaman «consoladores» y, por supuesto, en qué consiste un vibrador. ¿Por qué? Porque esta información es necesaria para entender las razones para elegir el juguete más adecuado.
Nota: Si solo te interesan los (mal) llamados «succionadores», te recomendamos leer este artículo de Arola Poch, Tres ideas erróneas sobre los «succionadores» de clítoris.
¿Cuál es la diferencia entre dildo, consolador y vibrador?
Empezaremos por decir que hemos leído un montón de barbaridades, pero, por tomárnoslas con humor, os contaremos la más ridícula; esta viene a decir que un dildo se diferencia de un vibrador porque el primero tiene el tamaño de una salchicha de cóctel. Impresionante, ¿verdad? Lo más lamentable es que esa respuesta la han leído cientos de miles de personas. Esperamos que también se la hayan tomado a broma…
Puede que nuestros primeros juguetes eróticos no fueran ninguno de estos, y ni siquiera nos hayamos percatado. Por ser más explicativas, las esposas, antifaces, plumeros, velas para masajes, o incluso las bolas chinas no entrarían en estas categorías.
Un dildo es, por definición, un objeto que no vibra y que se usa como sustituto del miembro viril. Aunque, como veremos, esto es más histórico que acertado. De otro lado, un vibrador (erótico), evidentemente, es un producto que emite vibraciones, y cuya única finalidad es la obtención de placer. Y, ¿los consoladores? Os damos nuestra descripción más adelante.
¿Qué es un dildo?
El origen de la palabra sigue siendo un empantanado enigma, que va desde el «diletto» (en italiano, «hacer las delicias femeninas» o «jugar») o el inglés «dill-doll» que, a su vez, provendría de «dilla» (en nórdico antiguo, calmar, tranquilizar, ¡consolar!), hasta el «broom handle» (palo de escoba) o su significado como verbo en el siglo XIX: jugar lascivamente («wantonly», que también significa «sin sentido» y «gratuitamente») con una mujer.
Pero el primer dildo del que se tiene constancia no es precisamente el palo de una escoba o el molde del pene de algún actor porno. Quizá os sorprenda saber que hace ya más de 10 años, unos arqueólogos recompusieron los fragmentos de una roca sedimentaria (limolita) en Alemania, que dataron más allá del 28.000 a.C., apercibiéndose de que aquello era… ¡un dildo! Un objeto alargado y pulido que se habría usado para introducirlo en la vagina.
En la actualidad, eso es fundamentalmente un dildo. Fabricados en silicona, plástico, gelatina, látex, metal o cristal, sirven para la estimulación interna de la vagina o el ano. No los confundamos con los plugs anales. El plug es un «tapón» que suele tener una corta forma cónica con la base ensanchada o una forma parecida para evitar el aprisionamiento y disfrutar la inserción cómodamente. El dildo anal no tiene esa base y, por lo general, es más alargado (aunque, casi nadie hace esta distinción). Sí, hay muchos placeres en el universo del sexo anal, también a solas.
Los dildos ya no se entienden forzosamente como «consoladores» y tampoco se venden exclusivamente con forma fálica (los mal llamados «realísticos»); del inglés, «realistic dildos» (dildos realistas) son los que tienen forma de pene. Es más, hay muchas mujeres que no solo los usan para la estimulación interna, sino que también juegan sobre su clítoris y labios; sobre todo, los diseñados con metal, pues estos ofrecen un juego de temperaturas que no se puede conseguir con otros materiales.
¿Qué son los vibradores?
Los vibradores son objetos que albergan uno o dos motores que producen vibraciones. La finalidad es que estas se disfruten sobre cualquier zona erógena.
Seguramente, hayáis leído lo que parece una anécdota verídica sobre Cleopatra, allá por el 45 a.C., en la que la reina egipcia ordenó a un esclavo que atrapara abejas en un calabacín. Este «consolador casero» serviría como cápsula vibrante para su placer…
Ya en 1880, George Taylor fabricó un aparato enorme que, funcionando con vapor, emitía vibraciones que los médicos dirigían al clítoris de esas mujeres «histéricas». Durante décadas, los vibradores se seguirían entendiendo como máquinas para calmar la ansiedad, histeria, locura femenina… En resumen, lo que los médicos (varones) no entendían de las mujeres.
En 1953, el Informe Kinsey sobre comportamiento sexual femenino abrió las puertas (mentales) a la sociedad norteamericana que, en los años posteriores, viviría la emergencia de la educadora sexual –probablemente– más influyente del siglo XX, Betty Dodson. La cual, entre otras muchas acciones pedagógicas y erótico-artísticas, comenzó a usar vibradores de clítoris en sus talleres sobre sexualidad, para que muchas mujeres descubrieran (y comprendieran cómo alcanzar) el orgasmo. Algo que habría sido impensable realizar solo con dildos.
Desde entonces, los vibradores han adquirido muchas formas y tecnologías, en función de los diferentes descubrimientos sobre la respuesta sexual femenina, y también masculina (sobre todo, el desarrollo de estimuladores prostáticos).
Así, a partir de 1998 y la eclosión de los conejitos rampantes, los vibradores ya son, para la mayoría de las sociedades occidentales, un juguete erótico que regalar a sus amigas y amigos, para que disfruten a solas o en pareja.
¿Qué son los consoladores?
Un consolador, tal cual, es algo o alguien que procura consuelo. Por tanto, es comprensible que, cuando la función de un dildo o de los vibradores decimonónicos era la de sustituir el pene o calmar la ansiedad, los términos se confundieran de modo que, incluso hoy, se siga hablando de dildos vibradores o consoladores con o sin vibración.
Pero la juguetería erótica ha progresado incluso un poco más rápido que la sociedad, para entregar una oferta de objetos que, los llamemos como los llamemos, otorgan placeres inmensos. Entonces, ¿por qué es tan importante nombrarlos correctamente?
¿Por qué comprar un vibrador y no un dildo?
Cada cual elige los placeres que más le atraen, pero todos y todas deberíamos tener en cuenta que, por tabúes y/o las razones que sean, bien no hemos explorado nuestras posibilidades eróticas suficientemente, bien no nos hemos acostumbrado a una estimulación específica. Si sabemos comunicar lo que nos gusta, aprenderemos a entender las reacciones de nuestros cuerpos, y para ello necesitamos usar los nombres correctamente: un dildo no vibra, luego puede entenderse como sustituto del pene, para obtener consuelo; un pene no vibra, un vibrador sí, y produce placeres sin igual.
La primera cuestión fundamental que se ha de resolver es el material: sea un dildo o un vibrador, aseguraos de que esté fabricado con componentes biocompatibles. Por si os lo preguntáis, la gelatina y algunos plásticos pueden dañar vuestra piel. Los materiales más seguros: la silicona de grado médico y los metales de alta calidad.
5 razones para elegir vibradores
- Estimulan con la potencia que se desee
Algo que nunca se podrá conseguir sin vibraciones. Además, no solo es la potencia, también los modos en los que se obtienen esas vibraciones, que pueden ser constantes, alternos y/o combinados.
- Excitan cualquier zona erógena
Precisamente, jugar con los modos de vibración es la mejor forma para explorar la respuesta erógena de la piel, por ejemplo, en los pezones.
- Se puede disfrutar estimulación interna o externa o ambas, al mismo tiempo
Como hemos señalado en múltiples ocasiones, la mayoría de las mujeres alcanza el orgasmo con el masaje del clítoris. Pero también, la mayoría ha descubierto que la estimulación doble, de clítoris y Punto G, trae el clímax más intenso, en forma de orgasmos dobles. Y la verdad es que esto es muy complicado de conseguir con un dildo.
- Apenas requieren concentración para alcanzar el clímax
Todas las sexólogas y sexólogos que organizan talleres tipo Betty Dodson, saben que las smart wands suponen una revolución en el ámbito de la masturbación femenina. La potencia que alcanzan estos vibradores es perfecta para todas, especialmente para aquellas que tienen dificultades para tener orgasmos.
- Se pueden usar en pareja, durante el coito
El futuro es actual: hoy, podemos disfrutar de una estimulación simultánea con vibraciones sobre el clítoris, Punto G y pene, mientras hacemos el amor, sin necesidad de usar las manos.
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