Sexo

Decir lo que te gusta (y lo que no) te hace follar mejor

Pedro tiene 18 años. Está en la cama con su novia Elena, de 17. En pleno ardor, ella se acerca con la boca a su pene y él le coge la cabeza y se la hunde con fuerza, guiando con intensidad la felación. Si se ha popularizado lo de «sin arcada no hay mamada» será que eso es lo que les gusta a las chicas. A Elena le desagrada especialmente y frena a Pedro, haciendo visible su cabreo. Este no entiende nada. ¿No se supone que eso es lo que les gusta?

«Suponer» es un verbo fatídico. Consideramos que las cosas son de una determinada manera sin hablarlas y, haciendo eso, es fácil equivocarnos, sobre todo en materia sexual. Sencillamente porque hay tantos gustos como personas. Se nos ha vendido tanto la idea de que hay un sexo normativo y que el resto de cosas son peculiaridades o «rarezas», que pensamos que a todos nos gusta lo mismo y de la misma forma.

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Por supuesto, hay prácticas que son más populares que otras. El sexo oral, por ejemplo, es apreciado por más personas que la lluvia dorada. Pero no está de más preguntar para confirmar o desmentir. Ya de paso, es posible que con esa charla se genere una morbosa conversación que se convierta en una buena manera de empezar el juego. ¿Quién dijo que un encuentro erótico empieza en la cama?

Quizá hay quién piense que Pedro es joven y está influido por el porno, porque ya se sabe que ahora los jóvenes se educan sexualmente a través de este género audiovisual. Y eso es cierto, pero ¿suponer es solo cosa de adolescentes?

Blanca lleva 20 años casada. Con 47 años y un marido abnegado, siente cierta frustración por no haber conseguido nunca un orgasmo. Antonio, el abnegado, siempre ha querido que ella disfrute, pero parece que no acaba de dar con la tecla oportuna. Él sospecha que Blanca finge llegar al clímax. Además, desde hace años, el sexo es cada vez menos frecuente.

De la misma manera que no podemos dar por hecho lo que le gusta al otro, tampoco podemos pretender que el otro sepa lo que nos gusta sin necesidad de decírselo. Las bolas de cristal no sirven en materia sexual. Porque a la diversidad de gustos, hemos de sumar la respuesta sexual particular de cada uno. Es decir, cada cuerpo, en cada momento reacciona de forma diferente a las estimulaciones, y esa reacción solo puede saberla la persona que la siente.

Es decir, si algo te gusta dilo. Y si te disgusta, también. Es la única manera de que tu acompañante lo sepa.

¿Por qué no se habla de sexo?

La falta de comunicación en materia sexual es un mal común en muchas parejas. En muchos casos, se da por hacer suposiciones, como le pasaba a Pedro. Por suponer que las cosas habituales y de la manera habitual son las que van a gustar y, ya lo hemos visto, es algo que no tiene por qué ser así.

A veces porque el sexo ha sido (y sigue siéndolo para algunos) un tema tabú, del que no se habla. Y si nunca se ha hablado, es difícil empezar a hacerlo en un determinado momento. Puede que eso es lo que les pasa a Blanca y Antonio.

Otras veces porque se piensa que decirle a alguien «oye, no me gusta que estimules el clítoris tan directamente, mejor hazlo de forma más suave» va a suponer algún tipo de trauma a un malentendido ego. El ego sexual se alimenta de verdad cuando vemos a la otra persona disfrutar cuando está con nosotros. Si le ayudamos a dar un golpe de timón que enderece su pericia y que genere reacciones positivas ante la nueva ejecución, todos estaremos más contentos.

Hablando se entiende la gente. Y que sea de forma clara y honesta. No se trata de echar en cara nada («es que lo haces mal») ni de tomarse las cosas a la defensiva («mira que eres raro, que eso es lo que le gusta a todo el mundo menos a ti»). Se trata de charlar amigablemente, con interés sincero, con el fin de conocer y conocernos.

Decir lo que te gusta (y lo que no) te hace ser mejor amante

Si con todo esto ya nos imaginamos que la comunicación sexual nos hace disfrutar más y tener mejor habilidad amatoria, un estudio reciente se encarga de confirmarlo.

La investigación Couples’ Sexual Communication and Dimensions of Sexual Function: A Meta-Analysis, llevada a cabo desde la Universidad de Texas, ha evaluado la relación entre la comunicación y el desempeño sexual. Los resultados señalan que a mayor comunicación hay más deseo, excitación, lubricación, orgasmo, erección… y, en definitiva, una mejor valoración de la función sexual general.

Un apunte: el efecto sobre el deseo sexual y sobre el orgasmo es más alto en las mujeres que en los hombres. Es decir, aunque nos beneficiamos todos, parece que a nosotras nos sienta mejor hablar de sexo.

Hablemos. Follemos todos mejor.

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