Estas son las cuatro frases más sexis para ligar en 2022

Una vez tuve un amante ucraniano, Allanko, que fue piloto de guerra en la extinta Yugoslavia. Y follaba de muerte el tío y eso que ya tenía sus años. Sus años y una espalda que medía lo menos cinco palmas de ancho, que la primera vez que le tuve encima me dediqué yo a mis mediciones. En una ocasión follamos tanto que me quedó el coño como el Bosón de Higgs, que a mí se me antoja muy grande y profundo. Y este es todo el análisis geopolítico que puedo haceros del conflicto, espero que os haya resultado útil. Ahora vamos con las cuatro frases más sexis de 2022.

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Vivimos años convulsos, vamos, que lo de la pandemia en 2020 al final va a ser un aperitivo. Desde luego, el guionista de estos últimos dos años lo está petando, a nuestra costa, claro. El otro día, viendo las noticias que es algo que NO hay que hacer si quieres tener salud mental y vivir en armonía, vi, una detrás de otra, lo de la subida de la luz, el encarecimiento del aceite de girasol, la gasolina disparada y la carestía de leche. Todo así, de sopetón. Y se me ocurrió que ahora las frases más sexis a la hora de ligar serían muy distintas a las anteriores a 2020. Las frases que ahora nos ponen no tienen que ver con aquella canción de verano que decía «ven aquí, mi mami, aquí a la arena te voy a dar salami de la buena». O algo así, recuerdo claramente que salami sí había de por medio. Pero no. Hemos evolucionado a otra cosa, que no es ni mejor ni peor. Es diferente. Hoy nos excita oír otro tipo de frases susurradas al oído. A saber:

  • «Vámonos, que he llenado el depósito de gasoil». Buah, esto pone cantidad, y si el utilitario tiene el depósito grande y gasta mucho, más, excita muchísimo más. La gasolinera es ese nuevo lugar prohibitivo casi tan caro como Diverxo. Vamos, nos pone mucho más el tío del surtidor (si es que hay tío y surtidor) que ningún otro jambo.
  • «Tengo la despensa llena de aceite de girasol». El aceite de girasol es el nuevo papel higiénico. O la nueva levadura. ¿Os acordáis cuando en abril de 2020 no había forma de encontrar levadura en los supermercados? A mí, que no soy nada previsora, me quedaban los pasteles como mierda de vaca, aplastadicos, porque lo único que pillé antes del confinamiento fueron nuevos rotus para la peque porque intuí que íbamos a pintar mucho en casa. Mira, no me equivoqué. Pues ahora pasa lo mismo con el aceite de girasol: el otro día estuve en casa de un follamigo y tenía la despensa llena, lo menos 15 litros, en garrafas de 5 litros. Lo peor es que no lo uso, me confesó. O sea, el ansia pura por acaparar, pensé yo. Me pareció un cenutrio tras esta confesión y le he puesto en la lista de los unineuronales y unipolvos: este no me vuelve a ver el pelo. Eso sí, una garrafa de aceite me llevé, que la cosa está muy mala. Si a las garrafas de aceite de girasol le añades que el sujeto tenga litros de leche (me refiero a la despensa no a que se corra como un toro) y yogures, entonces, no lo dudes, es un partidazo.
  • «Pongo la lavadora cuatro veces a la semana, y a 60 grados». La temperatura importa porque, a mayor temperatura, mayor gasto de electricidad y un hombre que pone la lavadora varias veces a la semana (ya, que sepa él solito poner la lavadora y que reconozca los distintos programas es de que se te mojen las bragas) es un MELOFO en toda regla. O sea, te dice eso en el bar, mientras arrima cebolleta, y te corres viva allí mismo y dejas las bragas y el pantalón chorreando, apropiado para ir a la lavadora. A la suya claro, que tú no gastas de eso.
  • «Enciendo todas las luces de la casa aunque no esté». Bueno, bueno… esto es canela en rama. A ese pavo los recursos energéticos se la traen al pairo porque él tiene recursos y muchos. Lo mismo, eso sí, cuando os encaméis, apaga la luz, porque dejar las luces encendidas, esté cara o barata, es de tener pocas luces, la verdad. Pero bueno, por probar… Total, luego, si no da mentalmente ni tampoco la talla en la cama, siempre le puedes incluir en el listado ese que decíamos de unineuronales.