Hablar de la erótica es hablar de las prácticas sexuales, de aquello que hacemos. Eróticas alternativas son todas aquellas prácticas sexuales que no se enmarcan dentro de lo convencional. ¿Y qué entendemos por práctica erótica convencional? Básicamente la penetración vaginal, la práctica estrella al estar vinculada con la reproducción. Por suerte podemos ampliar ya un poquito la respuesta e incluir en esta categoría de convencional el sexo oral y añadir, también, la penetración anal. Y algunas cosas más de esas que mal llamamos preliminares. Fuera de lo convencional está lo alternativo que es, resumiendo, todo lo demás.
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Lo normal es ser raro
Ese «todo lo demás» incluye una cantidad enorme de posibilidades: fetichismo hacia variados objetos o partes del cuerpo, sadismo, masoquismo, spanking, bondage, sumisión, dominación, exhibicionismo, vouyerismo cosquillas, pet play, medical… Una cantidad enorme y maravillosa de diversidad erótica que ha sido tradicionalmente estigmatizada. Se las ha considerado perversiones, trastornos y, en el mejor de los casos, rarezas. Quienes las practicaban eran, en consecuencia, enfermos, pervertidos o raros.
Hay que ir cambiando la forma en que miramos estas otras prácticas por dos motivos claros. El primero es que no se puede establecer una norma en sexualidad, por definición las personas somos diversas. Puede haber gustos más habituales que otros, de acuerdo, pero si exploramos bien hay más variedad de la que nos podamos pensar. Es decir, lo normal es ser raro.
Por otro lado, las prácticas alternativas no son un o blanco o negro, o me gusta lo tradicional o lo alternativo. Muchas veces, lo alternativo y lo convencional conviven (BDSM, sí y coito, también) con lo que esas otras prácticas lo que hacen es añadir diversidad, juego y variedad a la erótica.
Partiendo de esta base, el libro Lo normal es ser raro (Arola Poch, 2020) analiza cómo han sido tratadas tradicionalmente este tipo de eróticas, cómo se viven en la actualidad y da respuesta a preguntas que plantean las personas que disfrutan de estos gustos alternativos. ¿Cómo le digo a mi pareja que me gusta besar pies, unos azotes o hacer cosquillas? ¿Dónde puedo conocer a alguien para compartir este tipo de juegos? ¿Es raro que yo tenga estos gustos? ¿Por qué nos excitan cosas que la mayoría no comprende? ¿Cuáles son las principales eróticas alternativas? Entre otras cuestiones. Con ejemplos, testimonios reales y desde una perspectiva positiva.
La sexualidad humana es diversa. Todas las prácticas son válidas siempre que se vivan de forma sana y no produzcan un malestar significativo ni a uno mismo ni a otras personas. Disfruta de tus fetichismos, lo normal es ser raro.
Fragmento de Lo normal es ser raro (2020)
¿Lo mío es normal?
La respuesta corta a esta cuestión es sí.
La respuesta larga implica volver al punto 2 de este libro para entender qué significa normal (según un criterio estadístico, etológico, moral, legal o social) y al punto 1 para entender por qué unas conductas en sexualidad se han calificado como normales y otras como raras (o pervertidas o desviadas).
Habrá quién en este punto pueda estar pensando «mujer, normal normal… hay cosas que no lo son». Cierto, hay cosas que son poco frecuentes. ¿Pero eso hace que no sean normales? Discrepo. Para cada uno su realidad es su normalidad. Y si alguien se excita poniéndose las bragas usadas de su antigua novia, eso es normal para él.
Internet ha traído algo muy positivo a las eróticas alternativas: la posibilidad de encontrar a otras personas que comparten tus gustos y aficiones. Quizás en su casa o en su entorno la persona no conoce a nadie más que se excite con fotos de mujeres gigantes pero gracias a la red encuentra una comunidad con sus mismos gustos. Ya no es el rarito, ya sabe que hay más personas que comparten esa peculiaridad. Formar parte de un grupo es importante. Esa es una de las utilidades de las etiquetas: dan nombre y existencia a lo que nos pasa. «No soy raro, soy fetichista». Otra cuestión es quitarle la connotación de raro a determinadas etiquetas, como la de fetichista. Estamos en ello.
Testimonio fetish
«Mi alivio fue hace unos años cuando, gracias a Internet, me di cuenta de que yo no era el único con este raro fetichismo, sino que hay muchísima gente a la que le ponen las mismas cosas. Gracias a ello ya no lo considero tan raro, afortunadamente. Hay cientos o miles de vídeos con ejemplos de todo esto, que lógicamente veo a menudo». |
Añado un matiz, que algo sea normal no significa que sea bueno. Para mí es normal procrastinar porque lo hago a menudo pero no recomiendo hacerlo. Cada caso hay que analizarlo individualmente porque cada caso es particular. Y siempre tener clara la idea de que si causa malestar a uno mismo o a otros, entonces tenemos que revisar qué pasa. La vivencia de las eróticas alternativas ha de ser siempre sana.