El cuerpo no determina la forma de vivir el sexo en femenino, pero la manera de alcanzar el clímax sí es una consecuencia directa de este estilo de vida. La mayoría de la gente sólo habla de la eyaculación precoz o de los orgasmos múltiples, pero también hay hombres capaces de prolongar el clímax más allá de la eyaculación, como mujeres que –por algo más que desgracia– apenas saben lo que es un orgasmo. ¿Cómo vives el sexo?
¿Hace falta ser mujer para darle importancia a lo que sienten los amantes? Desde lo inmaterial de las voces hasta la (in)visibilidad de los órganos reproductivos, cuerpos femeninos y masculinos (con independencia de si son hombres o mujeres) acercan el mundo a la experiencia, cuando los demás les reconocen. Alternamos lo público, privándolo de lo íntimo; y lo privado, publicando nuestras intenciones. En este sentido, portar pene o vagina no determina distancia alguna. Y, sin embargo, no podemos dejar de entender que hay cuerpos que gestan. Y que, como causa y consecuencia, sus fisonomías son y se hacen diferentes… para todo. Desde montar en una bicicleta hasta el propio sexo, otra vez, son y serán ejecutados de distintas maneras.
¿Cómo vives la sexualidad?… Esto no es una cuestión de “hombres o mujeres”. Una amiga me decía: “Mi cuerpo es sólo un cuerpo más… hasta que lo lleno de intenciones”. Probablemente, ni siquiera haya que colmarlo, tan sólo detectar nuestras pasiones y darles movimiento. A partir de ese momento, tenemos conocimiento de lo queremos hacer con él. Es fácil (los angloparlantes dirían “barato”) criticar a aquellas que dicen “mi cuerpo es mi cuerpo”, pero es que han habido años en los que la invasión y derrota de la femineidad ni siquiera eran algo cuestionable. O peor, centurias en las que esa palabra no tuvo sentido alguno, o simplemente no existía. A mi juicio, aquella expresión significa: “comprende mis intenciones”. Pero, como decía, (salvando sus diferencias) esto no es un problema de hombres, mujeres u orientación sexual. Veamos algo de pedagogía:
El alma
El alma no es sino el ánimo, el apetito: nuestra psique estructural y coyuntural. Es decir, lo que dibuja el contorno de nuestro carácter y nos desdibuja cuando rebasamos límites… cuando perdemos los estribos. ¿Qué me apetece?
El espíritu
Desde nuestros pulmones se desaloja el aire que pasará por nuestras cuerdas vocales para emitir los sonidos de nuestra voz, ahora cosificada en palabras. Nuestro pneuma, nuestro espíritu no es otra cosa que lo que decimos. Y este acto, pues es un hecho, describe lo fáctico de nuestra existencia en la que, entre otras muchas cosas, se desparraman nuestros deseos: ¿qué quiero?
¿Qué es vivir el sexo en femenino?
Que la masculinidad no pudiera acercarse al concepto de femineidad, no significa que los varones no disfruten el sexo en femenino. De hecho, y sin dejar de lado su masculinidad, muchos han sabido llevar al sexo lo que de femenino tiene: juego, fuego y gozo.Vivir el sexo en femenino es tener conciencia de cuerpo, alma y espíritu. Pero, sobre todo, significa no forzar nada ni a nadie porque el sexo en femenino significa amar… aunque sólo sea por el instante en que el sexo dura. Y también jugar en la intimidad; a ser amo o esclavo, o cualesquiera cosas que se opongan… o no. Pero jugar sabiendo lo que es un juego y lo que no. Y en este apartado, como decía mi amiga –que nació siendo hombre– lo más importante son nuestras intenciones. ¿Te excita que les guste el sexo contigo?