En las relaciones de pareja hay guiones no escritos pero que seguimos todos. Si conoces a un chico o chica, congeniáis, charláis, salís a cenar… llega un día o una noche en que toca sexo. Eso es lo que más temprano o más tarde se espera de una relación. Pero ese encuentro sexual, anhelado por unos, puede ser un momento de temor para otros. Miedo porque el sexo sigue causando respeto. Ya sea por las expectativas elevadas que se depositan en él, por esa tópica frase de “no voy a estar a la altura”, por algún problema en la ejecución (problemas de erección, por ejemplo) o por una pobre educación sexual que hace que las relaciones se vean con demasiados prejuicios.
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El miedo a decir que no te gusta el sexo
Pero también puede que no tenga nada que ver con todo eso y que la cuestión sea más simple: no se tiene interés por el sexo. Cero. Nada. Y eso no quiere decir que no haya interés por la persona o por la relación; quiere decir que no hay deseo erótico. Son personas asexuales y no se trata de ningún trastorno ni tienen ningún problema. El problema, si acaso, puede aparecer al querer buscar relaciones personales, llegar al punto del sexo y que ahí se produzca un desencuentro.
La asexualidad
Ser una persona asexual tampoco significa que el interés sea “cero” siempre. Hay muchas posibilidades dentro de esta situación. Puede existir atracción erótica solo en el caso de que haya previamente una relación afectiva. O puede que se masturben o tengan relaciones sexuales ya que sus cuerpos pueden experimentar, por supuesto, excitación física y orgasmos. La clave del asunto es la atracción sexual, no el comportamiento que se tenga.
Hay quien considera la asexualidad como una orientación sexual más, en este caso hacia nadie. Y, como cualquier otra orientación, no se escogería. Por tanto, sería diferente del celibato o de la abstinencia, que sí son voluntarios. Tampoco es asexual quien por motivos físicos o psicológicos pasa una temporada sin deseo.
Diferente de la orientación sexual es la opinión que una persona tenga sobre el sexo. Una persona asexual, como cualquier otra, puede tener una opinión más positiva o negativa respecto al sexo. Pero no hay que pensar que las personas asexuales son antisexuales porque una cosa no implica a la otra. La clave, como decía, está en la atracción.
Algunos estudios apuntan a que un 1% de la población es asexual. En España, eso se traduciría en unas 460.000 personas que se mueven bajo ese paraguas.
Asexualidad y relaciones de pareja
Hace años el sexo se escondía, era algo vergonzoso. Era mejor no hablar de ello. Ser asexual entonces no debía ser tan peliagudo como ahora. Es más, posiblemente no era necesario que existiera esta etiqueta porque no tener deseo erótico, sobre todo en mujeres, no era algo a destacar ya que precisamente así, sin deseo, era como se nos definía.
Ahora, en cambio, hemos pasado casi al polo opuesto. Con matices, porque sigue habiendo vergüenza y prejuicios, pero todo lo sexual se vuelve más visible. Vivimos en una sociedad hipersexualizada que nos vende sexo casi por todas partes. Un sexo muy concreto basado en la cantidad, la ejecución, el orgasmo y el disfrute máximo. El sexo, en definitiva, como lo más. Si encima uno se identifica con el sexo masculino, puede encontrarse en medio de conversaciones de amigos donde el ego parece que reside en las prácticas eróticas realizadas. Cuántas más, mejor. Sí, este estereotipo sigue existiendo. Y es triste porque en algunos círculos de mujeres he percibido una actitud similar cuando les he oído hablar sobre los orgasmos que tiene cada una o la cantidad de líquido que expulsan. Una visión del sexo como una competición, un reto o un examen nada atractivo, por cierto.
¿Cómo se puede sentir alguien que no siente atracción en un entorno así? Pues, para empezar, extraño. De ahí que se acuñe el término ‘asexual’ para englobar a estas personas y que sepan que su realidad existe y hay más gente en ella. Si además quiere tener relaciones afectivas, es posible que se sienta descolocado porque, si recordáis el guion del principio, todos esperamos que haya relaciones eróticas como parte de la afectividad. Al no ser esa su realidad, puede generarle frustración o ansiedad. Es fácil, entonces, que haya personas que se retraigan y, aunque necesiten contacto, no lo busquen por saber que en ese aspecto no van a coincidir. Eso les puede afectar a su autoestima y a su bienestar psíquico.
Se puede, entonces, optar por conocer gente con su misma orientación, igual que hacen los heterosexuales u homosexuales. En Internet existen foros y redes para conocer gente asexual y formar una comunidad donde puedan expresarse y relacionarse sin los condicionantes sexuales de la sociedad. Os dejo una en español aquí.
Otra posibilidad, por supuesto, es no buscar relaciones de pareja porque ni se quiere ni se necesita. La soltería también es una opción.
Una orientación aún desconocida
La asexualidad es relativamente desconocida y aún es vista con dudas: que se trata de algo temporal, que aún no se tiene claro o, lo más habitual, que eso no es posible. Socialmente sigue siendo complicado salir de la norma.
Por otro lado, hay también asexuales que desconocen que lo son. Hay personas que no tienen ni idea de su orientación, que aún se cuestionan y dudan. De ahí la importancia de visibilizar otras opciones, para que cada uno encuentre la suya y pueda empezar a sentirse mejor consigo mismo.
Una vez uno se conoce y se acepta puede saber mejor lo que quiere y, a partir de ahí, puede establecer relaciones con otras personas. Saber las cartas con las que se juega es el principio de la partida.