Historias de amor

De profesión, amante: El Cicisbeo o Cortejo del siglo XVIII

Durante el siglo XVIII, se popularizó en grandes ciudades de la Italia septentrional como Venecia, Florencia, Génova o Milán el Cicisbeo o Cavalier Servente, un hombre joven, apuesto y culto que acompañaba a las mujeres casadas de alta posición social, con el acuerdo y consentimiento de su marido. Algunos estudiosos consideran que el origen etimológico de Cicisbeo alude a su sonido, similar a un susurro, que era una de las funciones que desempeñaban los hombres que se dedicaban a esta profesión: susurrar al oído de las damas casadas palabras galantes y confidencias, en paseos, actos sociales (fiestas, banquetes), espectáculos (ópera, teatro, etc.)… y en la intimidad de sus alcobas.

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El sirviente que susurraba al oído de las damas

En aquella época, los matrimonios de las clases altas solían ser de conveniencia y muchos maridos doblaban con creces la edad de sus esposas; para que estas no se aburrieran (y, a su vez, para no aburrirse ellos) contrataban los servicios del Cicisbeo o Cavalier Servente, que debía ceñirse a unas reglas estrictas acordadas entre las partes.

Por lo general, no solo acompañaban a las damas en eventos sociales, sino que también debían satisfacer todos sus caprichos y exigencias, y estar disponibles en todo momento, por lo que solía ser un trabajo a tiempo completo como sirviente íntimo.

Ese acuerdo también podía incluir sus servicios como amantes, siempre y cuando se guardaran de hacer demostraciones públicas de afecto que excedieran de los susurros al oído (situados siempre a la espalda de la dama), el servilismo y la galantería con el mayor decoro.

Otra cosa era en la privacidad de sus aposentos. Como hemos visto, los maridos contrataban a los Cicisbei para delegar ciertas responsabilidades como esposos y liberarse de «cargas» que no podían (ni querían) satisfacer por sí mismos, y eso podía incluir el sexo. De hecho, en muchas ocasiones, el marido cedía una habitación de su casa para que el Cicisbeo o Cavalier Servente sirviera a su esposa en todo momento (incluyendo, claro está, el deseo sexual insatisfecho por su esposo), mientras este, a su vez, podía recibir a amantes, cortesanas y prostitutas para satisfacer el suyo propio.

Aunque en sus orígenes la figura del Ciscibeo parezca machista, al ser un acuerdo entre el marido y el Cavalier Servente, algunos estudiosos lo consideran un signo de la emancipación de las mujeres aristócratas en el siglo XVIII, pues en la práctica, muchas mujeres decidían contratar sus servicios y el marido debía aceptarlo para no ser tachado de rígido o antiguo; e incluso se daba el caso de algunos que presumían de que su mujer tenía uno de cierta reputación, como Lord Byron.

Lord Byron, el Cicisbeo

Durante su exilio voluntario en Italia, Lord Byron fue Cicisbeo y amante de numerosas mujeres, entre las que se encontraba la condesa Teresa Gamba Guiccioli, casada con el conde Alessandro Guiccioli, un diplomático 50 años mayor que ella. En una carta del 26 octubre de 1819, Lord Byron le contó a su amigo Douglas Kinnaird, que Teresa Guiccioli le había enviado una carta con un mechón de pelo púbico para hacerle saber que quería ser su amante, y que era una costumbre de las damas italianas para indicar al destinatario su deseo de mantener un romance; por lo que es muy probable que la colección de vello púbico femenino de Byron fuera en realidad de las cartas enviadas por las damas que querían que fuera su Ciscibeo y no, como afirman algunos autores, de sobres en los que guardaba el vello púbico que les cortaba tras mantener relaciones sexuales.

Esta relación entre Byron y Teresa Gamba es un ejemplo perfecto de lo que suponía la figura del Cicisbeo tanto para la emancipación femenina, como para el prestigio social de algunos maridos, pues el Marqués de Boissy, poeta y dramaturgo francés casado en segundas nupcias con ella, la presentaba con cierto orgullo como «Madame la Marquise de Boissy, autrefois la Maitresse de Milord Byron (La Marquesa de Boissy, antes amante de Lord Byron).

Fruto de su experiencia como Cicisbeo, Lord Byron escribió en 1817, Beppo: A Venetian Story, un poema en el que, con la historia de una dama veneciana y su Cicisbeo o Cavalier Servente como hilo conductor, el poeta critica la hipocresía inglesa, que despreciaba el adulterio femenino, pero aceptaba a las cortesanas, amantes oficiales de nobles, aristócratas y reyes como Carlos II:

«XXXVI. Por otra parte, más allá de los Alpes (¡Dios sabe cuán enorme es este pecado!) puedo yo decir que está permitido a toda mujer el tener dos hombres: ignoro quien fue el primero que introdujo esta costumbre; pero los caballeros servidores son comunes, nadie se cuida ni se inquieta por ello, y muy bien podemos nosotros llamar a esto (por no decir otra cosa peor) un segundo matrimonio que malea al primero.

XXXVII. En tiempos pasados su verdadero nombre era cicisbeo, pero hoy día ha venido a ser vulgar e indecente; los españoles le llaman cortejo, pues aun que más reciente existe en España la misma moda[17]: en una palabra, recorre desde el Po hasta el Tajo y puede por fin algún día ser trasportada más allá del Océano. Pero ¡libre el cielo a la vieja Inglaterra de semejante costumbre! de lo contrario, ¿a dónde irían a parar los intereses perjudicados y los divorcios? (…)

XL. Pero el galán cortejante, tal es la frase que emplean en los círculos más distinguidos para señalar a este esclavo supernumerario, que se encuentra prendido de una dama cual si formara parte de su vestido, obediente a una sola palabra suya como a su única ley, no es un bocado sin hueso, estáis en lo cierto; él va a buscar el coche, los criados, la góndola, y lleva el abanico, el manguito, los guantes y el chal».

Chichisbeo o Cortejo español

Lord Byron estaba en lo cierto, en España se importó la costumbre del Cicisbeo al que se denominó Chichisbeo, entendido como el acto de cortejar y el hombre que corteja, galantea u obsequia a una mujer con «desinterés platónico y constancia eremita».

¿Y qué era cortejar o Cortejo? Al principio, un Chichisbeo era un galanteador al servicio de las damas de la alta sociedad, un hombre que atendía y cortejaba a una dama en particular, manteniendo con ella un contacto estrecho en el sentido de ser su confidente, amigo íntimo y acompañante al que se le permitía un trato cercano que, según las costumbres sociales, solo se le permitía al marido, pero sin ninguna connotación sexual.

Un Chichisbeo era, por lo tanto, un servidor íntimo, fiel y platónico que solía ser escogido del entorno familiar o social del esposo como un sirviente privilegiado, cuya única función era el cortejo o cuidado de la dama, que se sentía acompañada y halagada por el buen trato, la amabilidad y la atención constante.

Según Carmen Martín Gaite, este poema de Eugenio Gerardo Lobo, muy popular en 1717, es una definición perfecta de esta figura: «Es, señora, el chichisveo/una inmutable atención/donde nace la ambición/extranjera del deseo;/ejercicio sin empleo,/vagante llama sin lumbre,/una elevación sin cumbre,/un afán sin inquietud,/y, no siendo esclavitud,/es la mayor servidumbre».

Sin embargo, el oficio de Chichisveo acabó evolucionando al «Cortejo» (o siguió siendo lo mismo, pero con distinto nombre) y desató una ola de condena en la sociedad al advertir que la idea del Cortejo (para designar tanto al acto en sí como al que lo realiza) como algo aséptico, inocente y platónico era absurdo. Así que, según la investigadora Bosch Carrera, corrieron ríos de tinta entre los que lo veían como una costumbre inocente y beneficiosa y los que la consideraban «un pretexto a cuya sombra ,se pasean muchos escándalos, disfrazados bajo los títulos de obsequio, reconocimiento y amistad (…) un enemigo de las buenas costumbres, a quien dan acogimiento ciertas gentes de humor extravagante y caprichoso por no decir depravado». No era para menos si consideramos que el Cortejo era un «joven, rico, de buena familia, petit-maître» que acompañaba a mujeres casadas y mantenía con ellas una relación íntima similar al noviazgo.

Sea como sea, tanto el Cicisbeo o Cavalier Servente como el Chichisveo o Cortejo comenzaron su declive durante el siglo XIX, debido a cambios sociales, como la aparición del Romanticismo y los matrimonios basados en el amor y no en la conveniencia, la influencia de la Revolución Francesa contra los privilegios del mayorazgo que llegó a Italia y el Resurgimiento italiano (Il Risorgimento) que lo despreciaba por ser una costumbre decadente.

Una postura hipócrita, considerando que el oficio de cortesana siguió ejerciéndose; como, por ejemplo, La Bella Otero, que fue amante tanto de Eduardo VII de Inglaterra como de Alfonso XIII de España.

Fuentes
VI Encuentro de la Ilustración al Romanticismo. Juego, Fiesta y Transgresión 1750-1850. «Chischiveo y cortejo; los antecedentes neoclásicos de una moda romántica». María Dolores Bosch Carrea. Servicio de publicaciones Universidad de Cádiz 1995.
Beppo. Lord Byron.
Norton Anthology of English Literature. New York: W.W. Norton.
Sigisbée