Sí, lo sabemos, vivimos en una sociedad que nos presiona en estrechos estándares de belleza y perfección física, por eso es crucial recordar que cada cuerpo es bello y perfecto a su manera única. Todos, nos sentimos en mayor o menor grado sometidos a algunos estándares de belleza, pero hoy quiero hablar desde la visión de mujer. Estamos constantemente bombardeadas con mensajes que nos dicen que nuestro valor va relacionado con nuestra apariencia, edad y capacidad de conformarnos a ideales sociales. Afortunadamente, esto está cambiando, y las nuevas generaciones están derribando muros para la diversidad y la inclusión de todos los cuerpos, sobre todo los que no encajan con los estándares de belleza.
Acepta tu belleza
¿Qué conseguimos? Se me ocurre que difuminar dichos estándares ya es un gran logro, ¿no te parece? A pesar de lo anterior, sigue siendo importante recordar que la verdadera confianza y el amor propio van del interior hacia el exterior y nunca al revés. Depender de halagos y elogios nos convierte en dependientes y carentes. No queremos eso, ¿verdad?
Acaricia cada centímetro de tu cuerpo, como si lo hubieras escogido
Demasiado alta, demasiado flaca, demasiado blanca, demasiado lo que sea o todo lo contrario. Esta visión a menudo se corta de un molde enfocado que impone un tamaño, forma y edad específicos como estándar de atractivo. Sin embargo, la realidad es que la belleza no se limita a estos límites arbitrarios. La esencia de la verdadera belleza nace de la autenticidad y de la aceptación de nuestros propios cuerpos tal como son, tal como somos, sin necesidad de encajar en un molde preconcebido.
Cada cuerpo, independientemente de su forma, tamaño o edad, posee su propia belleza especial. La curva de una cadera, la suavidad de un abdomen, las líneas marcadas por años de risas y vivencias— todas estas características son signos de una vida bien vivida y deben ser celebradas, no ocultadas o alteradas para ajustarse a un estándar pasajero y totalmente ajeno a lo auténtico.
¿Cuántas veces has escondido alguna parte de tu cuerpo mientras tienes sexo, en la intimidad o en la ducha? La invitación es a acariciarse, acariciar cada rincón de nuestro cuerpo, como si lo hubiéramos escogido tal como es, nuestra barriguita, el pecho algo caído, la cadera quizá prominente o unos muslos sin curvas sinuosas… adora tu cuerpo, y deja que lo adoren!
El poder de mirarse con amor
Para abrazar verdaderamente nuestros cuerpos, debemos comenzar con el amor propio. Esto significa apreciarnos no por cómo nos comparamos con los demás o con las expectativas sociales, sino por quiénes somos y lo que aportamos al mundo. El amor propio implica ver nuestros cuerpos a través de una lente de compasión y gratitud, reconociendo que cada parte de nosotros contribuye a nuestro ser en su totalidad.
Una parte fundamental de esta aceptación es entender que la verdadera belleza no solo proviene de la autopercepción, sino también de cómo somos vistos por aquellos que nos aman. La mirada de tu pareja de intimidad, quien te ve con cariño y deseo, puede resaltar una belleza que trasciende cualquier medida o estándar impuesto. No es necesario que cada centímetro encaje a la perfección en un molde social; la belleza reside en la conexión íntima y en cómo tu pareja te percibe y valora.
Envejecer y vivir la vida
El paso del tiempo trae consigo cambios, no todos agradables, lo sé, y con ellos, la evolución natural de nuestros cuerpos. Envejecer debe ser un proceso hermoso e inevitable, y es esencial abordarlo con gracia y aceptación. Este camino se inicia cuando somos jovencitas, cuando nuestro cuerpo no nos gusta por comparación, pero debemos saber que un día, en un futuro no tan lejano, recordaremos esa cadera que tratábamos de disimular, ¡como la mejor curva del circuito!
Aunque es fácil compararnos con versiones más jóvenes o con otras que pueden encarnar un ideal diferente, es más satisfactorio honrar el viaje que nuestros cuerpos han emprendido, recordar con profunda ternura y una sonrisa. En lugar de luchar contra los cambios que vienen con la edad, podemos aprender a celebrarlos. Cada línea y curva cuenta una historia de experiencias, crecimiento y sabiduría. La batalla contra el envejecimiento no es una que debamos pelear, sino una oportunidad para abrazar y apreciar el alcance completo de nuestras vidas.
¡Gracias, gracias, gracias!
Nuestros cuerpos son increíbles vehículos de placer, alegría y conexión. Nos permiten experimentar el mundo de manera profundamente íntima y compartir amor y sexualidad con nosotras mismas y, por supuesto, con otras personas. Al centrarnos en la gratitud por la multitud de sensaciones y experiencias que nuestros cuerpos proporcionan, podemos fomentar una apreciación más profunda por nosotras mismas.
Cada toque, cada beso y cada momento de placer físico es un testimonio de las increíbles capacidades de nuestros cuerpos. En lugar de vernos a nosotras mismas a través de una lente crítica, deberíamos vernos como los notables instrumentos de alegría y conexión que realmente somos. La belleza es realzada por la mirada amorosa de quienes nos valoran, y es en esa conexión íntima donde descubrimos un reflejo auténtico de nuestra belleza.
¡Empieza el día diciendo «GRACIAS»! Gracias a tu cuerpo por seguir respirando, por llevarte con tus piernas, flacas o gordas, por llevarte a lo largo y ancho de la vida… Nutrir la confianza y el amor propio implica rechazar las presiones sociales y celebrar la belleza inherente en cada cuerpo. Se trata de amarnos plenamente—desde el interior hacia el exterior—y reconocer que nuestro valor no está dictado por estándares externos, sino por nuestra propia percepción y aceptación interna.
Celebra tu cuerpo en todas sus formas y etapas, aprecia la alegría y el amor que te brinda y afirma con confianza que cada cuerpo es, de hecho, bello y perfecto a su manera. Abraza tu cuerpo, ámate sin juicio y celebra cada momento. Tu belleza brilla desde dentro y se irradia hacia afuera, reflejando la verdadera esencia de quien eres, vista y valorada por aquellos que te aman.
Gracias por amarte, acariciarte y gozarte 😉
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