¿Fingís o habéis fingido algún orgasmo? ¿Por qué? ¿Creéis que es bueno para vosotras o para vuestra pareja? ¿Es cierto que hay hombres que simulan la eyaculación? ¿Es bueno hacerlo? Para saber por qué falseamos orgasmos, tenemos que saber qué son los orgasmos. Y estos, en origen, son distintos en hombres y en mujeres (aunque sería mejor decir que son diferentes si se sienten de forma femenina o masculina). ¿Sabíais que el clímax femenino puede ser considerado como una consecuencia del masculino en el proceso adaptativo de la especie humana? ¿Podría ser la razón por la cual las mujeres tienen la capacidad de fingir los orgasmos mejor que los hombres?
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En Gazeta de antropología, nos cuentan cómo el orgasmo femenino podría ser visto como un subproducto del masculino, por ser aparentemente innecesario para la reproducción humana. Añaden que también podría ser entendido como un refuerzo del masculino en aras de asegurar la procreación humana. En este sentido, hay hipótesis que dicen que el clímax hace que la mujer tenga que reposar tumbada, haciendo que el semen se retenga en la vagina; y, otras que apuntan más al aspecto psicológico de estabilización de la relación y, como consecuencia, a tener más coitos que aumenten la probabilidad de generar descendencia.
¿Cuándo tenemos orgasmos?
Quizá sería más acertado preguntarse «¿Con quién tenemos orgasmos?». Aclaremos que la importancia de sentir que «es el momento» en que se desea tener sexo va a ser, cuanto menos, un condicionante fuerte a la hora de alcanzar el clímax o llegar de una forma más intensa. Pero, no podemos perder de vista el indicador de la «asimetría fluctuante», es decir, las diferencias que encontramos entre nuestras características anatómicas bilaterales (una pierna más larga que la otra, una mano más pequeña o una oreja más caída, por ejemplo). Este es uno de los mejores referentes de atracción sexual y, según los estudios descritos por Guillén Salazar y Pons Salvador, también uno de los principales en la producción de orgasmos.
Fingiendo orgasmos…
Entonces, si mi pareja tiene grandes asimetrías, ¿no voy a alcanzar el clímax con ella? ¿Voy a tener que simular que llego al orgasmo? Nada más lejos de la realidad… En primer lugar, tenemos que señalar que aquel estudio se basaba en entrevistas realizadas con formularios sobre un universo poblacional muy reducido (86 parejas heterosexuales); y, en segundo, hay que entender que el nivel bajo de asimetría (una «buena proporción» del cuerpo de la persona) solo se refiere al «atractivo» y, como última consecuencia, a una mayor producción de orgasmos en términos generales. Si de atracción se trata, hay muchos otros elementos que entran en juego. No hace falta que se pongan ejemplos del tipo «su físico distaba de ser atractivo, pero la puso tan a tono que no pudo parar de venirse una y otra vez cuando lo hicieron en su casa». Sin embargo, en otras ocasiones, ocurre que hay una fuerte atracción que rara vez desemboca en orgasmos. Y, muy probablemente, esta sea una de las mejores excusas para simularlos… Pero, ¿estamos hablando solo de mujeres? Resulta que hay hombres que son incapaces o les resulta muy complicado eyacular y, desde que esta proposición se convierte en un hecho, podemos adivinar que los habrá que simulan la descarga seminal. Si eyacular es «el todo» del placer sexual del hombre o no, deberá ser el tema de otro artículo pues lo que nos interesa en este punto son las consecuencias de aquella simulación.
¿Es bueno o es malo fingir orgasmos?
En este apartado hay opiniones para todos los gustos y colores. Hay quienes dicen que son buenos porque aumentan la autoestima y la complicidad con el otro miembro de la pareja, posibilitando mayor frecuencia y goce en las relaciones sexuales; y los hay que opinan que haber creado expectativas irreales, solo puede tener como consecuencia un aumento de la presión interna que desemboque en una incapacidad relativa para alcanzar orgasmos. Y, como siempre, encontramos zonas grises en otros estudios que afirman la negatividad si el orgasmo se finge por hacer sentir bien al otro o por inseguridad; y, lo positivo de simularlos, siempre y cuando se trate de incrementar el grado de excitación personal que incluso pueda generar, en un momento dado, orgasmos múltiples y/o simultáneos.
¿Qué hacer?
Quizá nos deberíamos preguntar: ¿Qué y por qué queremos a quien queremos? ¿Estamos necesitados de mantener una relación amorosa? ¿Es el amor a esa «necesidad» o la imposibilidad de desear otra situación sin pareja? O, ¿sin «esa» pareja? O quizá sea mucho más sencillo y únicamente se trate de ser honesta con una misma (en cierto sentido, ser honrada con la pareja): ¿Disfruto con mi amante en la cama? Si no gozo, ¿por qué no se lo digo e intentamos sentir placer juntos? ¿Está bien construida mi relación si no puedo hablar de cómo me gusta el placer sexual?