Curiosidades

La reproducción abisal del Diablo negro

El pasado 26 de enero, durante una de sus campañas de investigación de tiburones pelágicos a bordo del buque Glaucus, un equipo de investigadores de la ONG Condrik Tenerife (especializada en la investigación, conservación y divulgación de tiburones y rayas) observó a una extraña criatura «emergiendo de las profundidades abisales en natación vertical, frente a tan solo 2 km de la costa timerfeña». Durante una hora, @vidamarina.tenerife , @sabu726 y @jara.natura nadaron junto al monstruo marino negro y capturaron imágenes que compartieron en esta  publicación de Instagram.

En apenas unos días, la noticia se viralizó. No podía ser menos, era un hito histórico y, también, en palabras de David Jara Bogunyà «un sueño hecho realidad». «Cuando era niño, tenía un libro con algunas criaturas de las profundidades marinas, y me encantaban las ilustraciones. Me parecían una locura. Los animales no parecían reales».

No lo parecían, pero lo son.

El Diablo negro

El pez que emergía de las profundidades y nadó junto al equipo de investigadores era un diablo negro o Melanocetus johnsonii, nombre científico compuesto por las palabras griegas melanos (negro) y keto (monstruo) y el apellido del naturalista que recolectó y describió a la especie por primera vez, en 1863, en Madeira (Portugal), James Yates Johnson.

Diablo marino negro o Monstruo marino negro es un nombre apropiado para describir al Melanocetus johnsonii, pues sus fauces desmesuradamente abiertas, repletas de dientes largos y afilados orientados hacia el interior, y su capacidad para engullir a presas que le doblan el tamaño le dan una apariencia aterradora. El horror personificado para los peces que se enfrentan a él en las zonas abisales (franja profunda, entre 2.000 y 4.500 metros) de todos los océanos, en las que impera una oscuridad absoluta, una fuerte presión atmosférica y bajas temperaturas.

En este lugar inhóspito en el que la supervivencia es dura y la comida escasea, el Melanocetus johnsonii o diablo negro ha desarrollado una estrategia depredadora fascinante. Inmóvil y mimetizado con la oscuridad abisal, el pez atrae a su presas con su illicium (espina modificada de su aleta dorsal) que brota de su rostro en forma de caña y se ilumina (gracias a bacterias simbióticas bioluminiscentes), actuando como señuelo.

Cuando estas se acercan, el monstruo abre sus fauces con la celeridad de un tiburón y las atrapa con sus dientes afilados y curvados. No hay escapatoria… salvo que seas Marlin o Dory y Pixar se apiade de ti…

No es de extrañar que tras ver las imágenes del equipo de la ONG Condrik Tenerife, en las que un gigantesco diablo negro abría sus fauces, a medio mundo se le despertaran miedo ancestrales y algunos anunciaran el comienzo del Apocalipsis, pero no había nada que temer. Aunque el Melanocetus johnsonii pertenece a la familia de los melanocétidos (Melanocetidae), dentro del orden de los Lophiiformes, que cuenta con unas 170 especies algunas de las cuales pueden medir 2 metros, pesar hasta 30 kg y engullir a presas que duplican su volumen, el tamaño máximo que puede alcanzar un diablo negro es de 18 cm. De hecho, el ejemplar hallado en Tenerife era mucho más pequeño de lo que se intuía en las imágenes, apenas 5 cm, menos que la palma de una mano.

Reproducción del Diablo negro

La reproducción del diablo negro, al igual que la de otros Lophiiformes, se caracteriza por el diformismo sexual y el parasitismo.

Diformismo, por las diferencias físicas entre sexos, como el tamaño (el máximo de la hembra es de 18 cm y el del macho, 2,8 cm); y parasitismo sexual, porque este se fusiona con ella, como si fuera un parásito. ¿Cómo? En cuanto el macho sale del huevo, busca el rastro de las feromonas de una hembra con celeridad. La vida le va en ello, pues no pueden vivir independientemente. Si tiene la suerte de encontrarla, se pega a su flanco, segrega una enzima que digiere la piel que está tocando y su boca se fusiona con el cuerpo de la hembra hasta el nivel de sus vasos sanguíneos. Una vez fusionado, su cuerpo se atrofia, quedando solo sus dos gónadas (órganos o glándulas generadores de células sexuales), que almacenarán semen hasta que las hormonas en la sangre de la hembra a la que parasitan le indiquen la presencia de un óvulo. En ese momento, las gónadas emitirán semen y la fecundarán.

Después de la fecundación, los huevos (unidos mediante un material de contextura gelatinosa que puede llegar a varios metros) son expulsados al mar, donde acaban eclosionando y liberando las larvas, que se desplazarán libremente por el medio acuático.

Una diabla y una soñadora

El biólogo y divulgador de la biodiversidad marina, Marc Martín Solá , participante en el descubrimiento reciente del diablo negro, donó el ejemplar al Museo de Naturaleza y Arqueología de Santa Cruz de Tenerife (MUNA) para su observación y estudio. Desde febrero, el Melanocetus johnsonii protagoniza un nuevo ámbito expositivo en el MUNA, que también alberga otro pez abisal, una hembra de Oneirodes eschrichtii (soñador bulboso). Este ejemplar fue descubierto en febrero de 2017 por Sergio David Hernández Herrera, mientras desarrollaba su trabajo (turismo de avistamiento de cetáceos) a bordo del catamarán BONADEA II, flotando muerto, «en posición invertida, con el vientre fuera del agua y visiblemente dilatado». En el interior de su estómago se movía algo, aún vivo, que resultó ser una merluza de hondura (Trachonurus sulcatus) de 36 cm de largo, considerablemente mayor que su depredadora (21 cm).

Aunque nunca se determinó el motivo exacto de su muerte, el MUNA aventura que «atendiendo a su desmedida voracidad, todo apunta a que sufrió una terrible indigestión abisal».

El Oneirodes eschrichtii, del griego oneiros (onírico), sugiriendo que este pez es tan extraño y maravilloso que solo puede existir en el mundo onírico o de los sueños o, en palabras del biólogo Theodore Wells Pietsch III, porque es «tan extraño y maravilloso que solo se podía imaginar en la oscuridad de la noche durante un estado de inconsciencia», y eschrichtii por Daniel Frederick Eschricht, zoólogo y naturalista danés (que lo describió por primera vez en 1871, tras encontrarlo frente a la costa occidental de Groenlandia), es de distinta familia que el diablo negro (Oneirodidae), pero pertenece al mismo orden (Lophiiformes), por lo que comparte muchas de sus características, como el señuelo bioluminiscente y el parasitismo sexual.

Tampoco se ha determinado el motivo exacto de la muerte de la diabla negra. Entre las hipótesis se encuentran que devorara a un pez con una vejiga natatoria o una glándula de gas (y que, al expandirse, la atrajera hacia la superficie), que se quedara atrapada en una columna de agua caliente ascendente creada por fisuras submarinas o que hubiera sido tragada o atrapada por un depredador más grande, y luego liberada.

Quién sabe. Quizá nadó a la superficie para conocer a los monstruos que habitan la tierra firme para preguntarles por qué envenenan su mundo o tal vez se sintió atraída por una luz más brillante que la suya. ¿La acompañaba un macho fusionado en su interior o estaba sola? Ahora ya no lo está. Otro pez abisal la observa desde su tumba de formol.

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Fuentes
Lifeder. (16 de octubre de 2024). Lophiiformes. Recuperado de: https://www.lifeder.com/lophiiformes/.
National Geographic. (12 de febrero de 2015). Jason Bittel. Graban en las Islas Canarias a un diablo negro, uno de los peces más raros del mundo. National Geographic .
Mincarone MM, Afonso GVF, Di Dario F, Eduardo LN, Frédou T, Lucena-Frédou F, Bertrand A, Pietsch TW. Deep-sea anglerfishes (Lophiiformes: Ceratioidei) from off northeastern Brazil, with remarks on the ceratioids reported from the Brazilian Exclusive Economic Zone. Neotrop Ichthyol. 2021; 19(2):e200151. https://doi.org/10.1590/1982-0224-2020-0151
Melanocetus johnsonii Günther, 1864. Humpback anglerfish. FishBase .
Museos de Tenerife. (14 de febrero de 2025). El MUNA recibe la donación del pez diablo negro capturado en aguas de Tenerife. MUNA .
Oneirodes eschrichtii Lütken, 1871. Bulbous dreamer. FishBase .