A finales del siglo XIX y principios del XX, el crecimiento desmedido de los embarazos no deseados y la transmisión de Infecciones de Transmisión Sexual (o enfermedad de Hanayanagi, en alusión a los barrios en los que se encontraban las geishas y cortesanas) impulsó a las autoridades japonesas a fomentar la educación sexual.
La educación sexual en Japón
En un principio, el enfoque era higiénico y ético (la «mejora del cuerpo y el alma nacional» o «espíritu nacional»), orientado a la abstinencia y a una «educación en la castidad», la censura de las relaciones sexuales tempranas y «malas conductas» como la masturbación y la prostitución, la prohibición del sexo prematrimonial y la defensa del matrimonio monógamo.
Con el objetivo de resistir la presión de las potencias coloniales occidentales y la mejora del «cuerpo nacional o el espíritu de la nación», los burócratas, médicos y reformadores sociales de finales de la era Meiji (1868-1912) y la era Taishō (1912-1926) promovieron la ciencia moderna relacionada con la salud e higiene, estableciendo el campo del seigaku o sexología (fuertemente influenciado por la Sexualwissenschaft alemana).
Por otro lado, la preocupación por la educación sexual impulsó a los expertos en este campo a publicar seiten, es decir, libros, manuales o enciclopedias sobre «asuntos sexuales», como La Enciclopedia del Sexo de Akatsu Nobumasa (médico que fue alumno de Noguchi Hideyo, prestigioso bacteriólogo japonés que descubrió el agente de la sífilis en 1911), publicado en 1927 como tercer volumen de su serie Dai Nihon hyakka zenshu (Gran Enciclopedia de Japón), que trataba la sexualidad de manera sobria y científica, la Enciclopedia del Sexo (1928) de Habuto Eiji, médico, ginecólogo y escritor conocido por libros populares sobre asuntos sexuales y sexología, como Hentai seiyokuron o Estudios de la perversión sexual (1915), versión japonesa de Psychopathia Sexualis (1886) de Richard von Krafft-Ebing (origen del término Hentai), o la traducción de los Estudios sobre la psicología del sexo (1901-1928) de Havelock Ellis; y Onna seiten – Fujin no igaku (Enciclopedia del sexo para mujeres – Medicina para mujeres) de Shimada Hiroshi (1928).
Pioneros en la educación sexual integral
Pero no todos los especialistas se centraron en la difusión de la sexualidad de un modo aséptico y moralista, sino que intentaron defender la educación sexual integral, a través de libros, conferencias y revistas, como Tetsuo Hoshino (Hoshino Tetsuo), considerado un pionero en la educación sexual en Japón, gracias a Sex Education o Educación sexual (1927), el primer libro publicado con esta temática, en el que abordaba el deseo sexual de una manera más amplia.
Otro de los pioneros fue el biólogo, profesor universitario y político Yamamoto Nobuharu (Yamamoto Senji), quien tras conocer a Margaret Sanger (enfermera estadounidense, activista a favor de la educación sexual, los métodos anticonceptivos y el aborto, que estaba de visita en Japón), se embarcó en la difusión del control de la natalidad y de la educación sexual integral, intentando normalizar prácticas como la masturbación, que se consideraba nociva (por ejemplo, especialistas como Habuto Eiji especularon que era el origen de la neurastenia y de la homosexualidad, vista como algo amoral) y despreciable.
Las revistas sexológicas japonesas
El seigaku o sexología también se difundió en periódicos o revistas dirigidos a las masas, que publicaban anuncios de condones, clínicas ginecológicas y folletos relacionados con el control de la natalidad, así como artículos y columnas de opinión de expertos en la materia, que incluían temas tan variados como las ITS, las disfunciones sexuales (como el vaginismo), la masturbación, las perversiones (o hentai) y la castidad.
Además de los periódicos y revistas convencionales, surgieron revistas sexológicas que pretendían dar respuesta a aquellos temas que no tenían cabida en las publicaciones con enfoque científico, bajo títulos como Hentai Seiyoku (Pervertir el deseo sexual), Hentai Shinri (Mentalidad anormal), Seiyoku to Jinsei (Deseo sexual y vida), Sei to Shakai (Sexualidad y Sociedad) o Hentai Shiryo (Materiales pervertidos).
No obstante, con la excusa de la «educación sexual», algunos editores comenzaron a publicar material escandaloso que desafiaba a la censura. El más relevante fue Hokumei Umehara (Sadayasu Umehara), que exploró temas relacionados con el ero-guro-nansensu en revistas como Bungei Shijō (1925-1927), Hentai Materials o la pionera Grotesque (1928-1931), germen de las Kasutori Zasshi (también conocidas como revistas pulp japonesas, por estar impresas en papel de pulpa de mala calidad), que explotaban el erotismo y lo grotesco (entendido como bizarro, grosero, escabroso y criminal), mezclando artículos sobre crímenes reales y hechos extraños, con confesiones reales de experiencias sexuales, relatos (terror, crimen, erotismo, ciencia ficción, etc.) y fotografías e ilustraciones eróticas y pornográficas.
Tanto unas como otras publicaciones fueron duramente perseguidas y suprimidas por la política nacionalista de la nueva era Shōwa, y cuestionadas durante el periodo de ocupación de las fuerzas aliadas (1945-1952), tras la II Guerra Mundial, aunque con concesiones a las que incidían en el control de la natalidad, la planificación familiar y la prevención de las ITS.
A pesar de ello, solo seis meses después de la derrota de Japón y el comienzo de la ocupación, tanto las kasutori como otras revistas y periódicos especializados en «periodismo sexual», con reportajes, artículos y columnas de opinión en las que se discutía abiertamente sobre el sexo, irrumpieron con fuerza en la cultura underground y se mantuvieron hasta el fin de la ocupación.
En cuanto a la educación sexual, la restauración de la era Shōwa supuso un fuerte retroceso, ya que las autoridades la redujeron a la higiene y a la «educación de castidad». Este enfoque moralista se mantuvo hasta la creación de la Asociación Japonesa de Educación Sexual, en 1972, que promovió (y promueve) la centrada en la sexología.
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